La Desamortización en España: Un Proceso Clave del Siglo XIX
Introducción y Contexto Histórico
Con el término desamortización se entiende la liberación de tierras para su circulación y transformación en mercancías. Este proceso deshacía la norma feudal que impedía comerciar con la riqueza patrimonial de instituciones como la Iglesia, la aristocracia, la Corona y los municipios.
Esta transformación era imprescindible en la organización económica para el despliegue del sistema capitalista, ampliamente ligado al régimen liberal. La importancia de este proceso radica en que la agricultura era la actividad económica principal durante el siglo XIX, empleando a dos tercios de la población española, pero era un sector estancado.
El estancamiento se debía a que los grandes propietarios no invertían en mejorar la agricultura, ya que la mano de obra era abundante y barata. Por otra parte, el tipo de propiedad señorial hacía que, desde los repartimientos cristianos, las tierras estuvieran en manos de la nobleza, la Iglesia y los ayuntamientos, lo que se conocía como «manos muertas», no pudiendo ser vendidas ni repartidas. Además, los pequeños propietarios campesinos no disponían de capital para comprar más tierras, ya que soportaban numerosos impuestos.
Antecedentes y Primeras Medidas Desamortizadoras
Las primeras medidas de desamortización se centraron en los bienes de los municipios, iniciándose con los planes ilustrados de 1766 durante el reinado de Carlos III. Esta fue una desamortización menos llamativa que la eclesiástica posterior.
En 1805, arrancó otra importante desamortización, centrada en los bienes de la Iglesia. La siguiente comenzó en 1808, cuando Napoleón ordenó reducir a un tercio los conventos españoles. Así, con José I, arrancaba el primer proceso desamortizador de envergadura; no obstante, tuvo escasa incidencia debido al contexto histórico en el que se desarrolló.
Las Cortes de Cádiz también realizaron su labor en este plano, abordando la correspondiente legislación desamortizadora tanto eclesiástica como civil. A ello se sumaba que, desde 1811, se declaraba abolido el régimen señorial. Pero la presencia francesa en la Península y el regreso del absolutismo con Fernando VII limitaron sus efectos.
Sin embargo, en el Trienio Liberal (1820-1823), se continuó con las medidas desamortizadoras, suprimiendo los mayorazgos y los señoríos. Pero de nuevo, en la Década Ominosa (1823-1833), se suprimió toda medida desamortizadora.
Las Grandes Desamortizaciones: Mendizábal y Madoz
Tras la muerte de Fernando VII, reapareció el objetivo de la desamortización dentro de los sectores liberales, llevándose a cabo las dos desamortizaciones más importantes del siglo XIX: las de Mendizábal y Madoz.
Estos procesos fueron impulsados por varios gobiernos de Isabel II, con el objetivo de poner la tierra en manos de propietarios individuales que fueran totalmente dueños de sus propiedades, con plena libertad para comprar, vender, arrendar y cultivarlas como creyesen más oportuno. Se consideraba que este cambio de propiedad podría introducir formas modernas de cultivo y que la producción resultante debería estar destinada al comercio. De esta manera, se intentaba modernizar el sector económico principal del país, la agricultura, que a pesar de su importancia, estaba muy estancada.
La Desamortización de Mendizábal (1836)
La primera gran desamortización, la de Mendizábal, se inició en 1836, durante la Regencia de María Cristina, cuando se nacionalizaron los bienes de las órdenes religiosas y se vendieron en pública subasta.
Los objetivos de esta desamortización eran varios:
- Sanear la Hacienda Pública: muy endeudada por el coste de las Guerras Carlistas.
- Modernizar el sector agrícola nacional.
- Crear una clase media de propietarios: Se pensaba que, si las tierras eran compradas por campesinos, se crearía una amplia clase media enriquecida gracias al liberalismo, de manera que estarían obligados a apoyar la monarquía de Isabel II frente al carlismo, que les quitaría sus tierras.
Sin embargo, ninguno de estos objetivos se cumplió debido al sistema de subasta, ya que los campesinos no pudieron comprar las tierras frente a las ofertas de nobles y algunos burgueses ricos. Además, al ser la nobleza la principal compradora de tierras, la competencia fue escasa, por lo que el beneficio que obtuvo el Estado fue pequeño. La primera desamortización no cambió demasiado el panorama agrario.
La Desamortización de Madoz (1855)
La segunda gran desamortización fue la propuesta por el ministro Pascual Madoz en 1855, durante el Bienio Progresista (1854-1856). Se denominó desamortización general o civil, porque se pusieron a la venta, además de los bienes eclesiásticos y de las órdenes militares, los pertenecientes al Estado y a los municipios, tratando así de privatizar todas las tierras públicas susceptibles de ser cultivadas.
Si bien la desamortización anterior no supuso cambios significativos, la de Madoz tuvo consecuencias más profundas. Se vendieron todas las tierras públicas que pudieran ser cultivadas, incluidas las de los ayuntamientos: los bienes de propios y comunales.
Consecuencias de la Desamortización
Consecuencias Socioeconómicas
- La Iglesia (especialmente los monjes) vio reducidos sus efectivos humanos, y los curas pasaron a depender del Estado.
- La nobleza no perdió su base económica.
- Junto a la nobleza, creció una nueva clase de terratenientes formada por una burguesía rica que se aristocratizó, pero que tampoco supo modernizar el campo.
- El dinero invertido en estas tierras no se dedicó a la necesaria industrialización del país.
- Los campesinos arrendatarios vieron empeorar su situación, y el porcentaje de jornaleros aumentó, lo que generó un mayor empobrecimiento rural.
Consecuencias Políticas
- La desamortización ayudó a la consolidación del Estado liberal, terminando definitivamente con el feudalismo agrario.
- La nobleza comenzó a ser menos contraria al régimen liberal al ver sus intereses económicos protegidos o incluso ampliados.
Consecuencias Urbanísticas, Culturales y Religiosas
- En las ciudades, los edificios de los conventos fueron derribados para construir grandes plazas o nuevas infraestructuras.
- Desde 1836, se produjo una ruptura significativa entre el Estado español y la Iglesia, cuyas relaciones se vieron seriamente afectadas.
Conclusión
En conclusión, la desamortización fue una medida fundamental para romper el monopolio de la riqueza ligada al estamento eclesiástico y buscaba dar salida a la tierra en el mercado. Tal proceso constituyó un elemento esencial para comprender el tránsito de la sociedad del Antiguo Régimen al liberalismo. Por último, este proceso confirmó y acentuó la existencia de los latifundios en manos de grandes propietarios, sin lograr una distribución equitativa de la tierra ni una modernización agraria profunda.