La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
La Dictadura de Primo de Rivera fue un periodo crucial en la historia contemporánea de España, que se extendió desde 1923 hasta 1930. Este régimen autoritario se subdividió a su vez en dos etapas bien diferenciadas:
Etapas del Régimen
- Directorio Militar (1923-1925)
- Directorio Civil (1925-1930)
El Directorio Militar (1923-1925)
Durante esta primera etapa, el ejército asumió todo el poder y el control de la administración del Estado. El gobierno, denominado Directorio, estuvo compuesto exclusivamente por militares; no obstante, el poder real recaía en manos de Miguel Primo de Rivera.
A partir de 1925, la situación cambió. Primo de Rivera, quien inicialmente pensaba que solo estaría en el poder un tiempo para «arreglar» la situación de España, ahora deseaba perpetuarse. Para ello, necesitaba más apoyos, lo que le llevó a atraer a civiles. Así, a partir de 1925, comenzó el Directorio Civil, en el que la participación de la población, aunque limitada, era una de sus características.
La Guerra de África y el Desembarco de Alhucemas
El mayor éxito de la política de Primo de Rivera se obtuvo en la Guerra de África. Existía en ese momento un sector del ejército que pensaba que era mejor abandonar Marruecos. Sin embargo, cuando Primo de Rivera llegó al poder, la mayoría de los militares eran intervencionistas y querían vengar el Desastre de Annual, lo que le obligó a continuar en la Guerra de África.
En 1925 se produjo el decisivo Desembarco de Alhucemas, donde el ejército español, en colaboración con Francia, derrotó a Abd el-Krim, obteniendo así una victoria crucial y la percibida «venganza» del Desastre de Annual.
Esta victoria le otorgó a Primo de Rivera una gran popularidad, lo que también se puede considerar como una causa fundamental de su perpetuación en el poder.
El Directorio Civil (1925-1930)
Organización Política y Social
Al necesitar más apoyos, Primo de Rivera creó una especie de partido político, la Unión Patriótica, al que debería adscribirse todo aquel que desempeñase un cargo público, configurando así un movimiento político de partido único. Este partido establecía un régimen autoritario, con claras influencias del fascismo italiano (que había llegado al poder en 1922).
Además, creó una Asamblea Nacional Consultiva para darle una apariencia democrática al régimen. Sus miembros eran nombrados directamente por el dictador, no por la población, y su objetivo principal era elaborar una constitución que legitimara el nuevo orden.
Política Económica y Social
En cuanto a la obra política del Directorio Civil, tuvieron especial importancia los cambios implementados en la economía y la sociedad.
Desde el punto de vista económico, la mayor parte del gobierno de Primo de Rivera coincidió con el próspero periodo de finales de los años 20, una etapa de prosperidad que se plasmó en importantes inversiones en obras públicas. El ministro de Economía ultraderechista era Martínez Anido, y los gobiernos del Directorio Civil estaban formados por civiles de ultraderecha, entre ellos José Calvo Sotelo.
Se retomó la obra de Joaquín Costa, impulsando el desarrollo de la técnica de regadío y la creación de infraestructuras como pantanos y carreteras. Por el contrario, el régimen no estableció reformas significativas para aumentar los ingresos del Estado ni para hacer contribuir equitativamente a las clases más ricas.
En cuanto a la política social, el régimen de Primo de Rivera creó los Comités Paritarios, organismos compuestos por representantes de obreros, empresarios y del gobierno. Su función era solventar los problemas laborales de las distintas empresas, con el objetivo de acabar con la conflictividad social y económica sin recurrir a huelgas ni a represiones violentas.
Para que este sistema funcionase, Primo de Rivera necesitaba contar con la colaboración de los trabajadores. Contó con el apoyo de la UGT; sin embargo, no lo obtuvo de la CNT, que fue, por tanto, duramente perseguida por el dictador.
Cuando Miguel Primo de Rivera dio el golpe de Estado, no contó con el apoyo masivo de los españoles, pero tampoco con una oposición significativa inicial. Sin embargo, esto cambió cuando decidió perpetuarse en el poder, lo que generó una oposición cada vez más amplia y diversa.
La Oposición al Régimen
- En primer lugar, la oposición de los partidos tradicionales de la Restauración, que anhelaban restablecer el sistema parlamentario anterior.
- La oposición de los nacionalismos periféricos, fundamentalmente el catalán. Primo de Rivera prohibió el catalán como lengua oficial, anuló la Mancomunidad de Cataluña (gobierno autónomo), lo que provocó que el nacionalismo catalán se radicalizara y se orientara hacia posiciones más de izquierdas y, por tanto, en contra del dictador.
- La oposición de los republicanos, que veían en la caída de la monarquía y la dictadura la oportunidad de instaurar un nuevo modelo de Estado.
- La oposición de los intelectuales, que no aceptaban regímenes autoritarios y defendían el libre pensamiento. Entre ellos, destacó Miguel de Unamuno, quien fue desterrado. También se sumaron los estudiantes, que crearon una especie de sindicato, la FUE (Federación Universitaria Escolar), formado por estudiantes progresistas opuestos a Primo de Rivera.
- Y, por último, la oposición de parte del propio ejército, que había sido su principal apoyo inicial.
La Caída del Régimen y la Transición a la Segunda República
En 1929, la oposición al régimen era ya muy intensa. El rey Alfonso XIII, temiendo ser expulsado del trono, presionó a Primo de Rivera. Así, a principios de 1930, el dictador dimitió y se exilió en París, marcando el fin de su régimen.
La Dictablanda y el Pacto de San Sebastián
El período de tiempo entre la dimisión de Primo de Rivera y la proclamación de la Segunda República fue un período de transición que se denominó la «Dictablanda». Alfonso XIII intentó volver a la Restauración para restablecer el orden monárquico y salvar su trono. Para ello, otorgó cargos en el gobierno a los generales Dámaso Berenguer y Juan Bautista Aznar, pero la sociedad española ya no deseaba el retorno al antiguo régimen.
La oposición al restablecimiento de la Restauración se plasmó en el histórico Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), donde se unieron todas las fuerzas políticas opuestas a Alfonso XIII: desde monárquicos desencantados (como Niceto Alcalá Zamora) hasta los partidos obreros (Partido Comunista de España y PSOE), pasando por los partidos republicanos burgueses y los partidos nacionalistas. La diversidad de esta oposición era notable.
En este contexto, se produjeron levantamientos militares, como la Sublevación de Jaca (diciembre de 1930), que pretendían instaurar la República. Sin embargo, estas iniciativas solo llevaron al fracaso y a la ejecución de sus promotores, los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández.
Elecciones Municipales y Proclamación de la República
Finalmente, se convocaron elecciones municipales para el 12 de abril de 1931, que fueron interpretadas por la ciudadanía como un plebiscito sobre la continuidad de la monarquía o la instauración de la República.
En las elecciones del 12 de abril, aunque el número total de concejales elegidos mostró un empate técnico entre republicanos y monárquicos, la victoria republicana en las grandes ciudades fue contundente. Con estos resultados, y ante la presión popular, se produjo la renuncia de Alfonso XIII, su exilio y la proclamación de la Segunda República Española, marcando el fin de la monarquía y el inicio de una nueva era en la historia de España.