La dictadura de Primo de Rivera y la caída de Alfono XIII las adhesiones y los opositores al golpe mi


4 – LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA DE Alfonso XIII a-la “dictablanda” del general Berenguer y el pacto de san Sebastián (1930)
tras dimitir el dictador, Alfonso XIII eligió, como presidente del Consejo de Ministros, al general Berenguer que se había opuesto a la dictadura. Viendo su trono en peligro trató de volver al bipartidismo anterior al Golpe de Estado de 1923 como si aquí no hubiese pasado nada. Otros políticos pensaban que aquí había pasado mucho y empezaron a especular con un cambio de régimen. La situación económica, de bonanza durante la Dictadura, comenzó a deteriorarse pues comenzaron a notarse en España los primeros síntomas de la crisis internacional. Las huelgas aumentaron vertiginosamente, crecieron los atentados y la paz social se deterioró. La clase trabajadora comenzó a radicalizarse y a solicitar cambios. La clase media al igual que los intelectuales veían también que el rey y el nuevo gobierno eran incapaces de sacar al país del callejón sin salida y comenzaron a pensar en otra forma de gobierno: la República. Mucha repercusión tuvo el artículo publicado por Ortega y Gasset, en el diario el Sol y titulado “el error Berenguer” propónía derrocar la monarquía por pretender volver al pasado. Opiniones tan claras y demoledoras como ésta hicieron crecer espectacularmente un republicanismo. En esta marea creciente entraban los republicanos de siempre, intelectuales represaliados, clases medias deseosas de tranquilidad y estabilidad, nacionalista catalanes esperanzados, militares desairados, partidos y sindicatos siempre opuestos al régimen y un PSOE y UGT que querían hacer olvidar su colaboración con el dictador. Los grupos y partidos citados anteriormente se reunieron en Agosto de 1930, suscribiendo el llamado Pacto de San Sebastián, en el que llegaron a acuerdos para formar un consejo revolucionario que derribase al régimen e instaurase una república. El gobierno se encerró en si mismo y ante su pasividad y debilidad sería llamado humorísticamente la “Dictablanda del general Berenguer”. Los acontecimientos se precipitaban y algunos militares republicanos se sublevan en Jaca y Cuatro Vientos proclamando la República. Tras el fracaso de la revuelta los capitanes fueron fusilados y otros terminan en la cárcel. El general Berenguer trató de convocar unas elecciones generales que diesen el triunfo al gobierno. Tanto monárquicos como republicanos y socialistas se negaron a participar en ellas. Ante esto Berenguer dimitíó.  Resaltamos como fundamental que, en estos momentos, se produce un cambio sustancial en la que a principios de siglo se había denominado “masa neutra”: el interés por los asuntos políticos se va a generalizar  y la afiliación a partidos y sindicatos de izquierda  aumentará. La “rebelión de las masas” será una movilización general orientada hacia un cambio de régimen que será decisiva para entender el comportamiento electoral al año siguiente. B-la “rebelión de las masas” y la caída de Alfonso XIII (1931) un nuevo gobierno de concentración, presidido por el almirante Aznar, convocó elecciones municipales. En realidad era un plebiscito encubierto para votar por el rey o contra el rey, o lo que es lo mismo, por la monarquía o por la república. El voto libre de las grandes ciudades española estaba ya en manos de los candidatos republicanos, no tanto por ser de esta opción política todos sino por estar en contra de Alfonso XIII. En el mundo rural, bajo influencia caciquil, triunfaron concejales monárquicos. La abstención fue de un 33%, pero en las ciudades votaron el 90%. El 14 de Abril de 1931, el rey abandonaba España, pero sin renunciar a la corona y surgía un nuevo régimen, recibido con expectación y entusiasmo por buena parte de la población: la Segunda República Española.


TEMA 12 – LA DICTADURA DE Primo de Rivera Y LA CAÍDA DE Alfonso XIII (1923-1931)

1 – EL Golpe de Estado DEL GENERAL Primo de Rivera a-la gestación del pronunciamiento militar durante la segunda década del siglo veinte habían corrido rumores de un golpe de Estado desencadenado por el ejército. Estos intentos o quedaron en proyecto, o fueron abortados hasta que triunfó el realizado por el Capitán General Primo de Rivera.
Miguel Primo de Rivera era un militar de prestigio que ingresó en el ejército a los 14 años. A los 42 años ya era general.
En 1922, ante los graves disturbios de terrorismo y pistolerismo que seguían producíéndose en Barcelona, la burguésía catalana solicitó al gobierno central el envío de un militar que pusiese fin al desorden social. El gobierno accedíó enviando a la ciudad a Primo de Rivera que fue nombrado Capitán General de Cataluña y se dedicó con energía a reprimir y cortar esta guerra social con lo que su popularidad aumentó en Cataluña y el resto del país. A partir de entonces comenzó a buscar apoyos entre otros militares para protagonizar un pronunciamiento. Inicialmente no contó con demasiados partidarios entre el estamento militar, solamente algunos generales. La situación se agravó en Agosto de 1923, cuando se amotinaron, negándose a embarcar, las tropas que iban a ser enviadas a Melilla y Ceuta. El rey Alfonso XIII tenía noticias del golpe que se estaba preparando e informó al presidente del gobierno que no hizo nada por tratar de parar la conspiración. Tendría pues que, u oponerse algo ple militar y arriesgar el trono con su negativa, o por el contrario dar su aprobación al dictador y ligar el destino del trono al éxito del nuevo régimen. Alfonso XIII optó por la segunda opción. Sería un error que le costaría el trono ocho años después. Por otro lado también hemos de recordar que, desde el comienzo de su reinado, el monarca había sido propenso a inmiscuirse en la vida pública con actuaciones no siempre afortunadas que le valieron las críticas no sólo de los partidos que participaban en el turno político sino también de los de la oposición.  Por otro lado, el Golpe de Estado de Primo de Rivera permitiría al monarca escapar de sus posibles implicaciones en el desastre de Annual, pues una comisión investigadora debía de informar a las Cortes de sus conclusiones. Tras el golpe militar el informe fue silenciado. Iniciado el pronunciamiento militar el 13 de Septiembre de 1923, solo las capitánías militares de Sevilla y Valencia se opusieron a él. Por su parte el presidente del gobierno, el liberal García Prieto, pidió al rey la destitución de los militares golpistas. El rey se negó y el gobierno dimitíó. Ante el vacío de poder, el monarca llamó al jefe de los generales golpistas para que se hiciese cargo del gobierno.
B-las adhesiones y los opositores al golpe militar entre las adhesiones, hay que destacar la actitud favorable del monarca hacia el Dictador. El reconocimiento era recíproco, sus relaciones con el rey se fueron enfriando, llegando a afirmar “ a mi no me borbonea nadie”. Alfonso XIII había cometido el error de colocar su corona en las manos de Primo de Rivera, es decir de ligar la Monarquía a la Dictadura.
El gobierno liberal ante el golpe militar dimitíó con evidente alivio ya que la situación política española era de franca descomposición. Buena parte de la opinión pública acogíó favorablemente al dictador, ya que deseaba que restableciese el orden, la paz y la autoridad. La población estaba cansada de un sistema político en constante crisis, que no resolvía los problemas reales del país y era incapaz de controlar el orden público, como por ejemplo en la cuestión del terrorismo y del pistolerismo. La prensa había sentado aireando la posibilidad de un Golpe de Estado y especulaba con el establecimiento de una dictadura militar y salvo la de tendencia republicana, que mostró ciertas reticencias hacia el dictador, le dio la bienvenida. El estamento militar apoyó al dictador, pues estaba deseoso de recuperar el protagonismo y el prestigio que había resultado empañado tras la desastrosa guerra de Marruecos. El dictador recompensó prudentemente a los militares que podían ser futuros rivales. Los conservadores, la iglesia, la aristocracia también aplaudieron el golpe; igualmente lo hizo la burguésía, en especial la más activa del país, la catalana que veía en Primo de Rivera un restaurador del orden en las calles, de la paz social y también un defensor de la tradicional política proteccionista para aplicar a sus productos, frente a la competencia exterior. El partido Socialista Obrero Español y su sindicato, la UGT, colaboraron en muchas ocasiones con el dictador y el líder de la UGT sería nombrado asesor del régimen: miembro del Consejo de Estado. Los opositores a la Dictadura no fueron demasiados: en el movimiento obrero, el Partido Comunista se opuso desde el principio, era una fuerza política muy poco numerosa. La CNT, aún seguía siendo poderosa, pero su desatada campaña de violencia terrorista le había hecho perder numerosos adeptos. Ambas organizaciones convocaron una huelga general en el momento del nombramiento de Primo de Rivera, pero ésta tuvo escasa repercusión. Sus dirigentes fueron detenidos y ambas organizaciones fueron ilegalizadas. Los intelectuales que se opusieron al nuevo régimen serían escasos. Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca que llegó a definir a Primo de Rivera como “el ganso real” y al rey como “un monstruo de perversidad”. Sus críticas le ocasionarían la pérdida de su cátedra y el destierro a la isla de Fuerteventura. Por el contrario Ortega y Gasset se ofrecería, desde las páginas del diario el Sol, a ser el mentor ideológico del dictador

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