Introducción al Reinado de Isabel II (1843-1868)
Con la rebelión encabezada por el general Narváez en 1843, se puso fin a la regencia de Espartero y se inauguró la Década Moderada (1844-1854). Durante este periodo, la figura más destacada como presidente del gobierno fue el propio general Narváez. Así mismo, se inició la etapa de la mayoría de edad de Isabel II, que se extendería hasta 1868, año en que la monarca sería depuesta y expulsada de España tras una Revolución.
La Década Moderada (1844-1854)
La Constitución de 1845: Pilares del Liberalismo Doctrinario
La norma fundamental que rigió esta etapa hasta 1869 fue la Constitución de 1845, que recogía los principios del liberalismo doctrinario (conservador). Sus principios más relevantes fueron los siguientes:
- Soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.
- Confesionalidad del Estado: exclusividad de la religión católica.
- Cortes Bicamerales: compuestas por el Congreso y el Senado. El Senado era de designación real y con funciones judiciales, mientras que el Congreso era elegido por sufragio censitario y podía ser disuelto por la Corona.
- Sometimiento de Ayuntamientos y Diputaciones a la administración central.
- Supresión de la Milicia Nacional.
Reformas Legislativas y Centralización del Estado
Respecto a las decisiones políticas y legislativas tomadas durante la Década Moderada, algunas de ellas fueron particularmente trascendentes para la estructura territorial del país y tuvieron consecuencias duraderas:
- Se aprobaron las leyes de administración local y provincial, que denotaban el carácter centralista del Estado. Estas modificaron el funcionamiento de los ayuntamientos y las diputaciones provinciales. En cuanto a los primeros, los alcaldes de las capitales de provincia y las grandes ciudades fueron nombrados directamente por el gobierno, otorgándole el control de los municipios.
- La nueva Ley de Hacienda simplificó el sistema tributario y buscó sanear la deuda mediante la reducción de intereses.
- La Ley Reguladora de la Educación, también conocida como Ley Moyano (denominada así en honor a su impulsor, Claudio Moyano), que establecía la enseñanza primaria pública, gratuita y obligatoria.
El Bienio Progresista (1854-1856): El Retorno de los Progresistas
La inestabilidad política y las disputas entre los políticos moderados llevaron a un grupo de generales, cuya figura más destacada era el general O’Donnell, de la Unión Liberal (partido de centro, formado por progresistas y moderados), a protagonizar un pronunciamiento. Este, conocido como el Manifiesto del Manzanares (redactado por Cánovas del Castillo), devolvió a los liberales progresistas y al general Espartero al poder, inaugurando lo que se conoce como el Bienio Progresista (1854-1856).
La Ley Madoz y sus Consecuencias Sociales
El proyecto legal más importante del Bienio fue la Ley Madoz (denominada así en honor a su autor, el ministro de Hacienda Pascual Madoz). Este fue el segundo gran proceso desamortizador de tierras del siglo XIX, afectando a las tierras que aún no habían sido desamortizadas de la Iglesia y, sobre todo, a los bienes municipales, cuya venta dejó sin tierras a muchos campesinos, generando frustración y enfado. Este descontento popular, sumado al aumento del coste de la vida y a la cuantiosa deuda pública que dejó sin pagar a funcionarios y militares, forzó la dimisión de Espartero y la llamada de la reina a O’Donnell para formar gobierno.
La Última Etapa del Reinado (1856-1868) y el Fin de la Monarquía
Con la llegada de O’Donnell al poder, comenzaba la última etapa del reinado de Isabel II (1856-1868). En la misma se dio una alternancia de gobiernos del primero (Unión Liberal) y del general Narváez (Partido Liberal Moderado). Estos gobiernos provocaron una oposición cada vez más fuerte debido a la crisis económica (crisis industrial y financiera, a la que se sumó la de subsistencias) y a la fuerte represión y autoritarismo de los gobiernos de este periodo, particularmente los presididos por Narváez (como la ejecución de los 66 sargentos del cuartel de San Gil).
El Pacto de Ostende y la Revolución Gloriosa
Esta oposición llevó a las fuerzas contrarias a la monarquía de Isabel II (el Partido Liberal Progresista, el Partido Demócrata —una escisión del progresista— y la Unión Liberal —que estaba enfrentada a los últimos ejecutivos moderados—) a firmar el Pacto de Ostende (agosto de 1866) para desalojar del trono a la monarca. Esta alianza desencadenaría en septiembre de 1868 una revolución (conocida como «La Gloriosa») que puso fin al reinado de Isabel II.