Evolución Política en la Zona Sublevada (Nacional)
El 24 de julio de 1936 se creó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, integrada por militares clave como Mola y Franco. Sus primeras medidas incluyeron la prohibición de la actividad de todos los partidos políticos, la suspensión de la Constitución y la paralización de la reforma agraria. El 1 de octubre de 1936 se publicó el decreto que nombraba a Franco Jefe del Gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos españoles.
En abril de 1937, Franco dio a conocer el Decreto de Unificación, por el que se creaba un partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS, en el que se integrarían todas las fuerzas “nacionales”. Franco sería el Jefe Nacional de este partido. En enero de 1938 se formó el primer gobierno de Franco, quien pasó a ser llamado Caudillo de España. El nuevo Estado se inspiraba en el fascismo y defendía un modelo social basado en el conservadurismo y en la preeminencia del catolicismo.
Se suprimieron las libertades religiosas, políticas y de prensa, así como los estatutos de autonomía, y se restableció la pena de muerte. En marzo de 1938 se aprobó el Fuero del Trabajo, que establecía un único sindicato que agrupaba a empresarios y trabajadores, y se prohibieron las huelgas y las reivindicaciones obreras.
La construcción del Estado franquista fue acompañada de una violencia extrema. Personas relevantes, símbolos de la República como Federico García Lorca, fueron asesinadas. La represión tuvo un carácter sistemático y su intención era imponer un clima de “terror” para impedir cualquier contestación.
Evolución Política en la Zona Republicana
El gobierno republicano tomó la decisión de entregar armas a las milicias de los partidos y sindicatos. En el verano y otoño de 1936, el poder del Estado sufrió un desplome casi total y fue sustituido por organismos revolucionarios. Surgieron consejos, comités y juntas.
En el territorio que permaneció fiel a la República, los comités se hicieron con el control de los transportes, los servicios urbanos, los suministros militares, las fábricas y los talleres.
Una serie de decretos dieron cobertura legal a las incautaciones de industrias y tierras. En el campo, las expropiaciones de fincas se extendieron por Aragón, Valencia, La Mancha y Andalucía. En zonas de influencia anarquista y socialista, las tierras se colectivizaron en su totalidad. Políticos como José Antonio Primo de Rivera fueron asesinados.
El 5 de septiembre de 1936, Francisco Largo Caballero constituyó un nuevo gobierno formado por republicanos, socialistas y comunistas. Una serie de fracasos militares volvieron a abrir el enfrentamiento entre las fuerzas republicanas. Los problemas que debilitaron definitivamente el gobierno estallaron en Barcelona a principios de mayo de 1937. El conflicto se saldó con la derrota de los anarquistas y POUMistas y una fuerte crisis de gobierno. Esto fortaleció a los comunistas, que ya tenían gran influencia por la ayuda de la Unión Soviética. El Partido Socialista se mostró partidario de encontrar un acuerdo con estos. Largo Caballero dimitió y el Presidente de la República, Manuel Azaña, encargó la formación de un nuevo gobierno al socialista Juan Negrín. El gobierno intentó buscar una salida negociada a la guerra, pero el bando franquista no aceptó entrar en ningún tipo de negociación y Franco solo aceptaría una rendición sin condiciones.
Consecuencias de la Guerra Civil Española
La guerra comportó miseria y muerte para miles de personas de ambos bandos. Hubo carestía de alimentos, especialmente en la zona republicana. La desnutrición provocó enfermedades y, en ocasiones, la muerte.
También se produjo una fuerte reducción de la producción industrial, debido a la movilización de la población masculina para ir al frente, ya que la industria se especializó en armamento.
Además, la guerra significó la destrucción de gran parte de las infraestructuras y las comunicaciones debido a los bombardeos. El bando franquista tenía la ayuda de aviones y acorazados alemanes e italianos.
Desde los primeros días de la guerra, civiles de ambos bandos huían del territorio en el que se encontraban. Los refugiados republicanos se concentraron en la zona de Levante y en Cataluña. La población de la zona norte solo pudo huir por mar hacia otros países. Hacia el final de la guerra, la población de toda España y miles de soldados en retirada se concentraron en Cataluña para cruzar la frontera francesa. Entre el 27 de enero y el 3 de febrero de 1939, aproximadamente medio millón de españoles (incluyendo miles de soldados en retirada) entraron en Francia en pésimas condiciones.
En 1939, al entrar en Francia, fueron conducidos a campos de concentración improvisados en las playas. Muchos de ellos volvieron a España, y el resto se exilió.