La Guerra de la Independencia Española

La Guerra de la Independencia

A partir de los sucesos del 2 de mayo de 1808, (con el levantamiento de Madrid y el enfrentamiento en las calles y en el cuartel de Monteleón, la resistencia de los capitanes Daoíz y Velarde y el teniente Ruiz) el país se levantó en armas contra el invasor, (Se produce la declaración de guerra por el alcalde de Móstoles), creándose Juntas de defensa provinciales que más tarde, unirían sus fuerzas y darían lugar a la Junta Central. Dicha Junta se reunió en Aranjuez y su presidente, Floridablanca, se opuso desde el principio a reconocer la autoridad del rey invasor, lo mismo que la mayor parte del ejército español.

En julio de ese mismo año, se produjo la batalla de Bailén, el general Castaños derrotó al general Dupont, lo que causó la huida de José I del país. Un mes más tarde, Wellesley hizo capitular a Junot en Cintra, liberando Lisboa y Coimbra.

En diciembre de ese año, se produce la llegada de Napoleón a España, y su ejército barre de norte a sur la Península. La Junta Central, después de la batalla de Somosierra, decide refugiarse en Sevilla, pero a finales de año tiene que abandonarla y dirigirse a Cádiz, ciudad bien defendida y puerto de América que posibilita la huida a los reinos americanos. José Bonaparte volvió a instalarse en Madrid mientras la ciudad de Cádiz era asediada. Para 1810 parecía que la situación beneficiaba a Napoleón, el ejército inglés arrinconado en Portugal, el ejército español en plena retirada.

Las Guerrillas

Se organizan por todo el territorio partidas guerrilleras, pequeños ejércitos más que partidas, que hostigan al ejército francés con acciones rápidas. Espoz y Mina, El Cura Merino, Juan Martín son algunos de los guerrilleros más famosos.

La Junta Central de Cádiz procuró coordinar las acciones del ejército regular con las de las partidas guerrilleras, al tiempo que contaba con el ejército inglés. En relación a las guerrillas, la Junta se vio en la necesidad de nombrar a sus dirigentes cargos militares para así poder controlarlas, terminando con el privilegio de la nobleza de dirigir los ejércitos.

La Contraofensiva Anglo-Española

La contraofensiva anglo-española comenzó en 1812, cuando Wellington (duque de Wellington, antiguo Wellesley) fue nombrado por la Junta Generalísimo del ejército español, por lo que este tenía el mando supremo del ejército español e inglés en la península. Desde Portugal se fue rechazando a los franceses, con la toma de Ciudad Rodrigo y de Badajoz, entraron las tropas de nuevo en la península. La batalla de Arapiles fue una victoria decisiva de Wellington, que siguió empujando desde el oeste mientras los guerrilleros seguían presionando. En 1813, se produce la evacuación de Madrid por los franceses y José I se dirige a Francia pasando por Vitoria. Es aquí donde se produce la última gran batalla de la guerra, el ejército anglo-español de Wellington derrotó a los franceses ya en retirada. José I cruzó la frontera, y en diciembre de ese mismo año Napoleón accedía a la vuelta de Fernando VII a España después de firmar con él el Tratado de Valençay.

En 1814, Wellington negoció la evacuación de las últimas posiciones francesas en la Península.

Cambios Ideológicos y Políticos

Paralelamente al desarrollo del conflicto, también se producen en España cambios de tipo ideológico y político. Durante el siglo XVIII se había desarrollado un movimiento ilustrado que no alcanzó las ideas políticas. El desarrollo de la Ilustración en España fue más bien de tipo económico y cultural pero escasamente político.

La Revolución francesa contó con pocas simpatías, pero no fue lo mismo con Napoleón. No dejaba de tratarse de un Liberalismo moderado que introducía unas reformas que podían ser aceptables sin llegar a ser revolucionarias.

Los Afrancesados

Los partidarios de las ideas francesas liberales, simpatizantes de Napoleón, fueron los afrancesados, que consideraban una vía posible llegar al liberalismo a través de los franceses. No deja de ser una corriente reformista pero dentro de la ley. Fernández de Moratín, Cabarrus o Urquijo son ejemplos de estos afrancesados. Apoyaron a José I y se mantuvieron en la corte con él hasta su marcha. La mayor parte de ellos también tuvieron que abandonar el país.

Los Liberales

No todos los liberales españoles pensaban que la vía francesa era la más acertada, al contrario muchos liberales decidieron apoyar la guerra junto al ejército español y a la Junta de Cádiz. Apoyaron a Fernando VII como rey de España, pensando que cuando el rey volviera aceptaría los cambios que se estaban produciendo y con ellos la Constitución de 1812.

Los Absolutistas

El último grupo es el de los absolutistas, estos, por supuesto no eran partidarios ni de los liberales ni de Napoleón, defendían a Fernando VII como rey pero no querían ninguna constitución, al contrario, defendían el absolutismo como forma de gobierno y esperaban que cuando el rey volviera, la situación sería favorable a ellos.

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