El Reinado de Felipe II: Consolidación y Desafíos de la Monarquía Hispánica
La coyuntura de expansión demográfica y económica del siglo XVI propició la consolidación de la Monarquía Hispánica, configurando un vasto imperio administrado por los Austrias Mayores: Carlos V y Felipe II.
Mientras Carlos V fue un rey europeo, cosmopolita y abierto, Felipe II se caracterizó por su sedentarismo, burocratismo y una marcada tendencia al autoritarismo. No obstante, los aspectos comunes en el gobierno de ambos Austrias Mayores residieron en la subordinación de los intereses de Castilla y Aragón a una perspectiva europea de su política, así como en la defensa a ultranza del catolicismo.
Ejes de la Política Exterior de Felipe II
La política exterior de Felipe II estuvo inspirada, en lo esencial, en los mismos principios que la de Carlos I: la hegemonía en Europa, la lucha contra el Imperio Otomano en el Mediterráneo y la defensa de la ortodoxia católica. Estos tres ejes marcaron toda su política exterior, que resumiremos a continuación.
Francia dejó de ser una amenaza significativa para España en los inicios del reinado de Felipe II, tras la célebre Batalla de San Quintín en 1557. El país vecino se vería inmerso en prolongadas guerras de religión internas. Huelga decir que Felipe II apoyó en todo momento la causa católica en Francia.
La Sublevación de los Países Bajos
Los Países Bajos estaban formados por 17 provincias federadas que abarcaban los territorios actuales de Bélgica, Holanda, Luxemburgo y parte del norte de Francia (Artois). Poseían una importante burguesía que las convertía en zonas ricas y prósperas, siendo por ello un objeto predilecto de la presión fiscal de la Corona.
En las provincias del norte, el protestantismo calvinista ganó numerosos adeptos. Felipe II, al perseguir lo que consideraba una herejía, desencadenó una rebelión abierta que aglutinó a amplios sectores descontentos con la dominación española. En 1568 se produjo la sublevación. Los nobles se oponían a la política centralizadora, mientras que el descontento de las clases populares obedecía a motivos económicos y religiosos. La quema de la catedral de Amberes fue un detonante, y el Duque de Alba acudió investido de plenos poderes para sofocar la rebelión. El descontento, sin embargo, iría en aumento no solo por la dura represión, sino también por la creación de nuevos impuestos en una sociedad poco acostumbrada a ellos. De momento, la sublevación quedó aplacada, pero el problema persistía.
La Ofensiva contra el Imperio Otomano (1570-1571)
Los dominios en Italia obligaban a España a estar vigilante ante la amenaza de expansión turca en el Mediterráneo, cuyos ataques en la zona eran constantes. Con la Batalla de Lepanto se reanudaba el espíritu de cruzada que tanto gustaba al rey. La Liga Santa estaba integrada por Génova, Venecia, los Estados Pontificios y la Monarquía Hispánica. Esta última fue la que aportó el mayor esfuerzo en buques, soldados y dinero. En 1571, las dos escuadras chocaron a la entrada del golfo de Lepanto. La victoria española fue rotunda y el poderío otomano en el Mediterráneo quedó muy debilitado, aunque ello no supuso su derrota definitiva ni el fin de la piratería musulmana en la región. En esta batalla participó un ilustre soldado que, con el tiempo, llegaría a disfrutar de fama universal: Miguel de Cervantes.
El Intento de Invasión de Inglaterra
Hasta 1558, las relaciones con Inglaterra habían sido cordiales; de hecho, Felipe II estuvo casado con María Tudor, llegando a ser rey consorte de Inglaterra. Pero al ascender al trono Isabel I en 1558 –María Tudor había muerto sin descendencia–, la amistad dio paso a la rivalidad. Las relaciones con Inglaterra se deterioraron a medida que aumentaban las incursiones de los corsarios ingleses en la costa americana y crecía la ayuda a los rebeldes flamencos.
Para entender este giro, es necesario explicar que Inglaterra, durante el reinado de Isabel I, experimentó un importante crecimiento demográfico y económico que la impulsaba al comercio colonial, en el cual España era su máximo rival. Por consiguiente, Inglaterra apoyaba a los sublevados holandeses para debilitar a España y hostigaba, mediante la piratería, el comercio español en el Atlántico. Ante estos hechos, Felipe II se preparó para invadir Inglaterra.
En 1588, partía de La Coruña una escuadra con 130 navíos. El plan consistía en embarcar a los tercios de Alejandro Farnesio, que esperaban en Ostende, para desembarcar en las costas inglesas. Sin embargo, esto nunca se pudo llevar a cabo debido a las hostilidades de la armada inglesa y al mal tiempo, que dispersó los navíos. El regreso se hizo rodeando las islas británicas, y muchos navíos se perdieron por el temporal. Tal fue el famoso desastre de la Armada Invencible. La paz con Inglaterra se firmaría ya en el siguiente reinado, con Felipe III.
Otros Hechos Relevantes del Reinado de Felipe II
Otros hechos importantes de su reinado fueron la incorporación de Portugal en 1580, lo que supuso la unión de la Península Ibérica bajo una misma corona, y la tarea de reanudar las sesiones del Concilio de Trento, donde brillaron destacados jesuitas españoles. La doctrina católica quedó claramente definida gracias, en parte, al pensamiento español.
Consecuencias Económicas de la Política Exterior
Toda esta política exterior supuso un esfuerzo económico ingente que, a la larga, no benefició a sus súbditos. Al final del reinado, Castilla, el reino más poderoso, ya daba síntomas de decaimiento:
- Campos despoblados.
- Ruina de la artesanía textil.
- Alza de precios.
- Decadencia de las ciudades.