La Restauración Borbónica en España

1.1 El retorno de los borbones

Con el pronunciamiento militar del general Pavía en enero de 1874 se terminaba la experiencia de la Primera República democrática. Pavía, tras disolver las Cortes, dio el Gobierno al general Serrano, que mantuvo el régimen republicano, pero con un carácter autoritario (dictadura de Serrano).

El 1 de diciembre del 1874 el hijo de Isabel II, el príncipe Alfonso, con motivo de su decimoséptimo cumpleaños, realizó desde la academia militar británica de Sandhurst un manifiesto redactado por Cánovas del Castillo, donde afirmaba que la única solución para los problemas de España residía en el restablecimiento de la monarquía y se declaraba un buen liberal que aceptaba la monarquía constitucional. Gran parte de la alta oficialidad del Ejército, la alta burguesía y miembros de la Iglesia, veían en la restauración de la monarquía borbónica la mejor forma de defender sus intereses.


1.2 Las bases del régimen de la Restauración

Antonio Cánovas del Castillo fue el personaje clave de esta etapa histórica. Cánovas era un jurista, historiador y periodista, que orientó su actividad hacia la política. Para Cánovas cualquier modelo político tiene que tener una base en la historia, de ahí su defensa de la Monarquía y las Cortes como grandes instituciones permanentes a lo largo de la historia de España y sobre las que se asentará el régimen político de la Restauración.

Primeras medidas de Cánovas del Castillo: búsqueda de apoyos

Durante 1875 las primeras medidas del nuevo gobierno de Cánovas se orientaron a buscar el apoyo de la Iglesia, que se hallaba distante por los ataques recibidos durante el periodo revolucionario, y del Ejército, reincorporando a los mandos que habían perdido sus empleos en el Sexenio, al tiempo que se convertía al rey en jefe supremo del Ejército con el objetivo de asegurar la sumisión de los altos mandos militares y evitar futuros pronunciamientos. Se suspendían los periódicos de la oposición y se establecían tribunales especiales para los delitos de imprenta. También se renovaban los cargos de las Diputaciones provinciales y Ayuntamientos por hombres afines al nuevo régimen.


La Constitución de 1876

En enero de 1876 se celebraron elecciones a Cortes constituyentes elegidas por sufragio universal, aunque el Gobierno ya se había asegurado un sistema de captación de votos para que el 90% de los diputados pertenecieran al partido liberal-conservador, lo que determinaría el carácter conservador y oligárquico de la nueva Constitución que, en breve tiempo y sin apenas discusiones, se aprobó el 30 de junio de 1876. Sus características son:

La soberanía es compartida entre el rey y la nación, representada por los diputados del Parlamento. Sobre la Corona recaía el poder ejecutivo, y el poder legislativo es compartido entre el rey y el Parlamento: el monarca tiene la facultad de disolver el Parlamento, convocar elecciones, elegir a parte de los senadores y derecho de veto sobre propuestas legislativas; el Parlamento es bicameral, con un Senado, compuesto por senadores por derecho propio, vitalicios (elegidos por el monarca) y elegidos por sufragio censitario, y un Congreso elegido por sufragio censitario primero y universal a partir de 1890.


1.3 El funcionamiento del sistema

Los partidos dinásticos: Partido Conservador y Partido Liberal

Para Cánovas, admirador del modelo inglés, eran necesarios dos partidos que se turnasen en el Gobierno (turno pacífico) y que, aunque tuviesen alguna disparidad de criterios, fuesen respetuosos de la monarquía alfonsina y la Constitución. Cánovas, tras el regreso de Alfonso XII, transformó el Partido Alfonsino en el Partido Liberal-Conservador, que aglutinaba a los grupos políticos más conservadores. Como contraste, propuso a Sagasta la formación de otro partido que reuniese a la izquierda dinástica, nació así el Partido Liberal formado por progresistas, demócratas y algunos republicanos moderados. Cada partido tenía que aunar a sus diferentes facciones.

Corrupción electoral y caciquismo

Cuando el partido en el Gobierno sufría un proceso de desgaste político, el monarca llamaba al jefe del partido de la oposición para formar un nuevo Gobierno y le otorgaba el decreto de disolución de las Cortes y convocatoria de elecciones. Asegurar la alternancia implicaba la corrupción electoral, ya que las elecciones estaban previamente adulteradas por el Ministerio de Gobernación, que ‘fabricaba’ los resultados electorales mediante la asignación previa de escaños en cada circunscripción electoral (‘encasillado’) y enviaba esa lista a los gobernadores civiles, asegurándose así el triunfo electoral previamente pactado.

La corrupción electoral tenía su cómplice en el caciquismo, una manifestación sociopolítica que era un residuo de las antiguas relaciones señoriales. Los caciques eran personas notables con gran influencia en la vida local, sobre todo del medio rural, a menudo ricos propietarios que daban trabajo a jornaleros. También podían ser profesionales de prestigio (médicos, abogados,) o autoridades y funcionarios de la Administración en todos los niveles (gobernadores civiles, jueces, alcaldes, Guardia Civil…), que podían otorgar favores a cambio de votos.

El conjunto de trampas que ayudaba a conseguir la adulteración de los resultados electorales se conoce como pucherazo. Los medios utilizados para que triunfara el candidato del gobierno eran múltiples: falsificación del censo mediante la inclusión de personas muertas o la eliminación de votantes vivos, manipulación de las actas electorales, compra de voto o amenazas al electorado con coacciones de todo tipo, incluida la violencia.

1.4 La labor de gobierno

A lo largo del reinado de Alfonso XII el Partido Conservador y el Partido Liberal se fueron alternando en el Gobierno realizando una gestión muy similar; además, existía un acuerdo de no promulgar nunca una ley que forzase al otro partido a derogarla cuando regresase al Gobierno. Aun así, se dieron algunas diferencias: El Partido de Conservador tuvo más relevancia en los primeros años y sus medidas estaban relacionadas con la defensa del sufragio censitario, del exclusivismo de la Iglesia católica y del orden social por medio de la restricción de libertades. Su líder Cánovas del Castillo fue asesinado en 1897 en Guipúzcoa por un anarquista.

  • Entre 1885 y 1890 el Gobierno del Partido Liberal liderado por Sagasta consiguió aprobar leyes que democratizaron algo el sistema: leyes de libertad de asociación y de expresión que legalizaban los sindicatos obreros y eliminaban la censura en la prensa, junto con la ley del sufragio universal masculino (1890).

Ambos partidos tuvieron que hacer frente a problemas que persistían durante este periodo. El problema del carlismo se solucionó en parte con la derrota militar de Carlos VII (1876). También persistía el problema colonial, especialmente el cubano que, aunque se pacificó momentáneamente con la paz de Zanjón (1878), y se tomaron medidas como abolir la esclavitud en 1886 o darle representación en las Cortes, volverá a estallar con el resultado de la independencia definitiva de Cuba, junto con Puerto Rico y Filipinas en 1898. También se fue configurando una oposición política al régimen donde, a los ya tradicionales carlistas y republicanos, aparecieron otros nuevos grupos políticos vinculados al anarquismo, el marxismo y al nacionalismo vasco y catalán.

En cuanto a la Corona, Alfonso XII, sufría la pérdida de su esposa María de las Mercedes de Orleans en 1878 y se volvía a casar con María Cristina de Habsburgo. Durante su reinado sufrió dos atentados anarquistas de los que salió ileso. En 1885 Alfonso XII moría afectado por el cólera. Para no desestabilizar el sistema de la Restauración Cánovas y Sagasta llegaron al acuerdo de apoyar a María Cristina como reina regente hasta que su hijo, el futuro Alfonso XIII, alcanzase la mayoría de edad, hecho que se produjo en 1902 a la edad de 16 años.

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