La Restauración Borbónica
Antonio Cánovas del Castillo, consciente de que el regreso de la monarquía en la persona de Isabel II provocaría dificultades, consiguió el acercamiento de la élite, la clase media y el ejército al lograr la abdicación de la reina en su hijo Alfonso de Borbón. En diciembre de 1874 firmó el Manifiesto de Sandhurst, en el que se anunciaba un nuevo programa político basado en el restablecimiento de una monarquía constitucional e integradora. En 1874, el general Martínez Campos efectuó un pronunciamiento en Sagunto que significó la proclamación de Alfonso de Borbón como rey de España.
Cánovas no pretendía el regreso a los tiempos de Isabel II, sino la vertebración de un nuevo modelo político que superase algunos de los problemas del liberalismo precedente: el carácter partidista y excluyente de los moderados, el intervencionismo de los militares en la política y la proliferación de enfrentamientos civiles. Se propuso pacificar el país poniendo fin a la guerra de Cuba y al conflicto carlista, y elaborar una constitución que vertebrase un sistema político basado en el bipartidismo.
Pacificación de París
La estabilidad del régimen se vio favorecida por el fin de las guerras carlistas y cubana. Algunos personajes del carlismo acabaron reconociendo a Alfonso XII. La intervención del ejército al mando de Martínez Campos forzó finalmente la rendición de los carlistas en Cataluña, Aragón y Valencia. El conflicto continuó unos meses más en el País Vasco y en Navarra hasta su rendición en 1876. En febrero de ese año, Carlos VII cruzó la frontera francesa hacia el exilio.
La consecuencia inmediata de la derrota carlista fue la abolición del régimen foral. Los territorios vascos quedaron sujetos al pago de los impuestos y el servicio militar comunes a todo el Estado. El final de la guerra carlista permitió acabar finalmente con la insurrección cubana (1868 a 1878). En 1878 se firmó la Paz de Zanjón. En ella se incluyó una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud y la promesa de reformas políticas y administrativas por las que Cuba tendría representantes en las Cortes españolas.
Pensamiento Político
Sus líneas fundamentales fueron un sistema de gobierno basado en el **bipartidismo** y en la alternancia en el poder del Partido Conservador y Liberal. Se aceptaba que había un **turno pacífico** de partidos que pondría fin a la intervención del ejército en la vida política. El ejército quedó subordinado al poder civil. Una Real Orden de 1875 estableció que la misión del ejército era defender la independencia nacional y no debía intervenir en las contiendas de los partidos. Como contrapartida, se otorgaba a los militares cierta autonomía para sus asuntos internos y se dotaba al ejército de un elevado presupuesto.
Se aceptaba un compromiso constructivo en la acción política. Lo conseguido por un partido no debía ser ignorado o suprimido por otro. Este compromiso implicaba un juego político de pactos. Existían más verdades básicas que todos debían admitir: la monarquía legítima encarnada en la dinastía borbónica, la libertad, la propiedad privada o la unidad de España. Cuestiones como el sufragio o la definición y ejercicio de los derechos individuales eran susceptibles de diversas modificaciones. Se establecía una política que admitía discrepancias en la política cotidiana. El carlismo y los partidos republicanos y de obreros quedaron excluidos.
Constitución de 1876
Esta Constitución fue un texto amplio y ecléctico para permitir gobernar a diferentes partidos. Ha sido la más duradera de España y en ella se mezclan elementos de la Constitución de 1845 con algunos aspectos de la del 1869. Tiene carácter conservador.
- Soberanía compartida: Cortes con el rey comparten el poder legislativo.
- Poder ejecutivo: Lo tiene el rey a través de sus ministros; el rey elige al presidente del gobierno.
- Amplia declaración de derechos y deberes: Recoge casi todos los de la Constitución de 1869.
- Cortes bicamerales: Senado y Congreso de los Diputados.
- No se fija el tipo de carácter confesional del Estado, aunque se reconoce la libertad religiosa.
Restauración Borbónica, Nacionalismos y Movimiento Obrero y Campesino
Evolución del sistema canovista durante la regencia de María Cristina
Alfonso XII falleció en 1885, sin dejar heredero varón. Sin embargo, la reina María Cristina de Habsburgo, su esposa, estaba embarazada. Esto generó un riesgo para la continuidad del régimen. Práxedes Mateo Sagasta, antiguo progresista, llegó a un acuerdo con Cánovas para garantizar la alternancia de partidos, que se plasmó en el **Pacto del Pardo**. Sagasta encabezó el Partido Liberal Fusionista. Comenzó así el periodo de la regencia de María Cristina, que duraría hasta que el nuevo rey ascendiera al trono. A lo largo de este periodo se sucederían los dos grandes partidos dinásticos: Conservador y Liberal.
El sistema del **turno pacífico** pudo mantenerse gracias a la corrupción electoral y la utilización de la influencia y poder económico de individuos sobre la sociedad (caciques). El conjunto de trampas electorales que ayudaba a conseguir la sistemática adulteración de los resultados electorales se conoce como **pucherazo**. No se dudaba en falsificar el censo (incluyendo personas muertas o impidiendo el voto a las vivas) o comprar votos. El **caciquismo** constituyó el instrumento esencial de las manipulaciones electorales. El cacique controlaba su distrito y se encargaba de preparar las listas de los candidatos gubernamentales que ganaban las elecciones.
Bajo la regencia, el Partido Liberal gobernó más tiempo que el Conservador. Durante el llamado **Gobierno Largo de Sagasta** (1885-1890), los liberales impulsaron una obra reformista para incorporar al sistema derechos asociados a los ideales de la Revolución de 1868. Se aprobó la Ley de Asociaciones, que permitió la entrada en el juego político a las fuerzas opositoras; se abolió la esclavitud; se introdujo la celebración de juicios por jurados; se impulsó un nuevo Código Civil; se llevaron a cabo reformas hacendísticas y militares y leyes de libertad de cátedra, de prensa y de asociación. Pero la reforma de mayor trascendencia fue la implantación del **sufragio universal masculino**.
Oposición al sistema canovista
La oposición vino del movimiento republicano, del movimiento obrero (Socialista y Anarquista) y de los movimientos regionalistas y nacionalistas.
Nacionalismo Catalán
El nacionalismo catalán comenzó como un movimiento cultural de recuperación de la lengua catalana, que daría lugar a un movimiento político que reivindicaba la autonomía de Cataluña. La idea fue siempre establecer una federación con el resto del Estado, manteniendo para Cataluña el autogobierno, la lengua catalana, funcionarios catalanes, Parlamento y gobierno autónomos. El nacionalismo catalán cuajó en un partido, la **Lliga Regionalista**, liderada por Prat de la Riba y Cambó. Consiguieron en 1912 una especie de gobierno autónomo que llegó hasta la dictadura de Primo de Rivera.
Nacionalismo Vasco
El nacionalismo vasco tiene su antecedente en la pérdida definitiva del *foralismo* en 1876 y el propio carlismo. En 1895, **Sabino Arana** fundó el **PNV**. Es el verdadero creador del nacionalismo. El nacionalismo vasco tiene un carácter separatista, independentista, más radical y xenófobo. Creó el término despectivo ‘maqueto’ para designar a los emigrantes españoles. Carácter conservador y cristiano.
Regionalismo Gallego
El regionalismo gallego, movimiento intelectual y cultural nacido para la defensa de la cultura y los valores de Galicia. Destacamos a escritores como **Rosalía de Castro** y a **Manuel Martínez Murguía**, el más destacado impulsor, creador de la Real Academia Gallega. Vinculada al galleguismo, la acción política tuvo que esperar a principios del siglo XX, con **Castelao** y **Vicente Risco** como referentes más notables.
Movimiento Obrero
El movimiento obrero fue declarado ilegal en 1874, obligado a organizarse en la clandestinidad. Su recuperación gracias a la legalización de las organizaciones obreras por la Ley de Asociaciones de Mateo Sagasta en el año 1887. Estuvo dividido en dos tendencias: marxista y anarquista.
Tendencia Marxista
Pequeños núcleos marxistas fundaron en 1879 el **PSOE** bajo el liderazgo de **Pablo Iglesias**. En 1888 los socialistas impulsaron la creación del sindicato **UGT**, cuyo objetivo era mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. La implantación fue lenta debido a su radicalismo. Obtuvieron su primer diputado en 1910, cuando cambiaron su estrategia y decidieron participar en las elecciones aliados a los republicanos.
Tendencia Anarquista
Estuvo dividido en torno a dos tipos de organizaciones. Grupos de acción directa: pequeños núcleos clandestinos (como la ‘Mano Negra’) que proponían el uso de la violencia como vía de cambio político. Sus objetivos fueron los miembros de las élites económicas y políticas (terratenientes, políticos, etc.). Y la **Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE)**, se fundó en 1881, de tendencia anarcosindicalista. Era partidaria de la vía pacífica y proponía como instrumento de transformación social la huelga general revolucionaria. Tuvo que disolverse por la persecución a la que fue sometida tras los atentados terroristas (atribuidos a la ‘Mano Negra’). En 1910 se creó el gran sindicato anarquista de masas, la **CNT**.
La Guerra de Cuba entre España y USA, la Crisis de 1898 y Consecuencias
Guerra colonial y crisis de 1898
La primera guerra de Cuba concluyó con la firma de la **Paz de Zanjón** en 1878, pero la insurrección siguió latente por las aspiraciones de la población criolla y los intereses de los Estados Unidos, que controlaban casi la mitad de las exportaciones de la isla. En 1893, Antonio Maura, ministro de Ultramar, propuso la autonomía de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, pero fue criticado por la minoría española y por políticos y medios de comunicación de la metrópoli.
En 1895, tras el **Grito de Baire**, estalló de nuevo la insurrección de Cuba, dirigida por **José Martí**, **Máximo Gómez** y **Antonio Maceo**. Al año se inició la lucha por la independencia de Filipinas, encabezada por **José Rizal** y **Emilio Aguinaldo**. Rizal fue prisionero y ejecutado en 1896.
Al principio, la guerra de Cuba se limitó al enfrentamiento entre las tropas españolas y la guerrilla independentista, pero la injerencia estadounidense fue en aumento y su prensa creó un estado de opinión que, bajo la excusa de traer la libertad a la isla, escondía intereses imperialistas. El gobierno español quiso acabar con el problema cubano enviando a la isla al negociador general Martínez Campos, que fracasó. Después, al general Weyler, que practicó una fuerte represión que tampoco logró apaciguar el conflicto. Tras el asesinato de Cánovas, Sagasta modificó la política seguida: destituyó al general Weyler y volvió a ofrecer la autonomía, pero los cubanos reclamaban la independencia.
Antes de producirse una guerra inevitable con Estados Unidos, el gobierno de Washington ofreció comprar Cuba por 300 millones de dólares. El gobierno español rechazó la propuesta y en 1898 se produjo la explosión del **Maine**, acorazado norteamericano, que culpó a España y se convirtió en la excusa para declarar la guerra a España. Los norteamericanos destruyeron a los españoles en Cavite y en Santiago de Cuba. A finales de 1898 se firmó la **Paz de París**, por la que España perdió sus colonias en América y el Pacífico. Cuba se convirtió en una nación independiente.
La crisis de 1898 y sus consecuencias
La guerra, como consecuencia, tuvo notables pérdidas materiales en las colonias, pero no fue así en la metrópoli, donde la crisis económica fue mucho menor. La pérdida de las colonias supuso la desaparición del mayor mercado de las manufacturas españolas y de las importaciones que desde allí llegaban (azúcar, etc.). Se dio una inflación baja, una reducción de la deuda pública y una considerable inversión proveniente de los capitales repatriados. Por otra parte, la necesidad de hacer frente a las deudas contraídas con la guerra cubana promovió una reforma de la Hacienda con la finalidad de incrementar la recaudación a partir de un aumento de la presión fiscal.
En el aspecto militar, se puso de manifiesto la incapacidad del ejército, volcado hacia los problemas internos pero inadecuado para sostener una política exterior digna, con un excesivo número de oficiales y una tropa reclutada por el injusto sistema de quintas. Frente al antimilitarismo creciente en determinados sectores sociales, una parte de los militares se inclinó hacia posturas más autoritarias e intransigentes, atribuyendo la derrota a la ineficacia y corrupción de los políticos y llegando al convencimiento de la necesidad de un mayor protagonismo en la vida política del país.
Desde el punto de vista político, supuso la pérdida de peso internacional de España. El **desastre de 1898** supuso el fin del sistema de la Restauración tal como lo había diseñado Cánovas y la aparición de una nueva generación de políticos, intelectuales y científicos que empezaron a actuar en el nuevo reinado de Alfonso XIII. Se puso más énfasis en el colonialismo en el norte de África como compensación a la pérdida del Imperio ultramarino.
Un grupo de intelectuales formados en la Institución Libre de Enseñanza consideraron la necesidad de la **regeneración** de España. El **Regeneracionismo** tiene su mayor exponente en el aragonés **Joaquín Costa**, que era un escritor y el creador de instituciones sociales y económicas como la Liga Nacional de Productores e inspirador de un partido político, la Unión Nacional, de carácter popular y muy crítico con la Restauración. Joaquín Costa defendió la necesidad de mejorar la situación del campo español y elevar el nivel educativo y cultural del país, sin mantenerse aferrado al pasado.
Un grupo de literatos y pensadores conocidos como la **Generación del 98** intentaron reflexionar sobre la realidad española en un sentido crítico y en tono pesimista. Lo integraron **Miguel de Unamuno**, **Pío Baroja**, **Azorín** y el poeta **Antonio Machado**.