La Constitución de 1931
La primera constitución republicana de España fue democrática y progresista, definiendo al país como “una república democrática de trabajadores de toda clase”. Estableció un Estado integral con posibilidad de gobiernos autónomos, división de poderes y un Congreso de los Diputados con amplias funciones. El presidente era jefe del Estado, con poder para nombrar y destituir al presidente del gobierno y disolver las Cortes hasta dos veces. Se introdujo el jurado y un Tribunal de Garantías Constitucionales.
La soberanía residía en el pueblo, con una extensa declaración de derechos: voto femenino, matrimonio civil, divorcio y educación primaria gratuita. Se separó Iglesia y Estado, eliminando su financiación pública, proclamando la aconfesionalidad del Estado, la libertad de cultos y una enseñanza laica. Estas medidas generaron rechazo en la derecha católica y la Iglesia.
El Bienio Reformista (1931-1933)
Este periodo comenzó con un gobierno presidido por Manuel Azaña, apoyado por republicanos de izquierda y socialistas, y con Niceto Alcalá Zamora como Presidente de la República. El objetivo era modernizar política y socialmente España mediante reformas que respondían a las demandas de clases medias y obreras, aunque limitaban privilegios de las élites. Se impulsaron seis grandes reformas:
Seis Grandes Reformas del Bienio Reformista
- 1. Reforma religiosa: Se buscó una clara separación Iglesia-Estado. Se aprobaron leyes como la del divorcio (1932) y la de Confesiones y Congregaciones Religiosas (1933), que eliminaron la financiación estatal a la Iglesia y cerraron centros religiosos. Se disolvió la Compañía de Jesús y se nacionalizaron sus bienes. Esto generó fuerte oposición e incidentes como la quema de conventos en mayo de 1931. Algunos obispos fueron expulsados.
- 2. Reforma militar: Azaña quiso modernizar un Ejército sobredimensionado y mal equipado. Promulgó la Ley del Retiro de la Oficialidad (1931), que ofrecía jubilación anticipada con sueldo íntegro, aceptada por la mitad de los oficiales. También cerró instituciones militares y creó la Guardia de Asalto. Fue acusado de “triturar” al Ejército.
- 3. Reforma agraria: Buscó acabar con el latifundismo y redistribuir tierras, pero enfrentó oposición de latifundistas y partidos de derecha. Se aprobó la Ley de Bases de la Reforma Agraria (1932), aunque tuvo escaso éxito por su complejidad, bajo presupuesto y resistencias. La frustración campesina derivó en insurrecciones y duros enfrentamientos.
- 4. Reforma del Estado centralista: Se reconoció el derecho a la autonomía regional. Cataluña obtuvo su Estatuto y autogobierno con la Generalitat y competencias propias. En el País Vasco y Galicia los procesos se retrasaron o no se completaron por falta de acuerdos o por el estallido de la guerra.
- 5. Reforma educativa: Se promovió una educación laica, gratuita y universal. Se construyeron 13.000 escuelas, aumentó el número de maestros e institutos, y se impulsó la coeducación y nuevas metodologías. Las Misiones Pedagógicas llevaron cultura a zonas rurales.
- 6. Reforma laboral: Desde el Ministerio de Trabajo, Largo Caballero promovió leyes como la de Contratos de Trabajo, que regulaban convenios colectivos, jornada laboral y trabajo infantil, beneficiando a trabajadores y sindicatos, aunque enfrentaron oposición empresarial.
Conflictividad Social y Desgaste
La crisis económica, la radicalización de la CNT y la resistencia de los empresarios a las reformas generaron tensiones sociales y frecuentes enfrentamientos. El debate sobre el Estatuto catalán y la reforma agraria polarizó aún más el país. En 1932, el general Sanjurjo fracasó en un golpe de Estado. El desgaste del gobierno se evidenció en los sangrientos sucesos de Casas Viejas, lo que llevó a convocar elecciones en noviembre de 1933, con una derecha ya reorganizada.
El Bienio Conservador (1933-1935)
Las elecciones del 18 de noviembre de 1933 fueron las primeras en que votaron las mujeres en España. La izquierda se presentó dividida, mientras que el centro-derecha, unido, obtuvo la victoria. Alejandro Lerroux formó gobierno con apoyo de la CEDA, iniciando la paralización de las reformas del bienio anterior: se frenó la reforma agraria, se devolvieron tierras a la nobleza, se nombraron militares antirrepublicanos (como Franco) en cargos clave, se concedió amnistía a golpistas de 1932, se reconciliaron relaciones con la Iglesia (presupuesto para Culto y Clero y negociaciones para un Concordato) y se paralizaron las reformas educativas.
También se frenó el Estatuto vasco y surgieron tensiones con Cataluña, gobernada por Lluís Companys (ERC). El PSOE se radicalizó: mientras Prieto era moderado, Largo Caballero, con apoyo de anarquistas, optó por la vía revolucionaria. En octubre de 1934, al entrar la CEDA en el gobierno con tres ministros, la izquierda lo interpretó como avance del fascismo y convocó una huelga general.
La Revolución de 1934
La huelga general fracasó en casi todo el país salvo en Asturias, donde degeneró en una insurrección organizada por la UGT y la CNT. Se ocuparon pueblos y cuarteles, se sitiaron ciudades y se enfrentaron al Ejército. El gobierno respondió con una brutal represión liderada por Franco, con más de 1.000 muertos, 2.000 heridos y 5.000 detenidos.
En Cataluña, el 6 de octubre, Companys proclamó la República Catalana dentro de la República Federal Española. El Ejército, bajo el mando del general Batet, sofocó la revuelta, deteniendo a más de 3.500 personas, incluidos Companys y Azaña. La respuesta del gobierno fue endurecer su política: se suspendió el Estatuto catalán y se impulsó una nueva Ley de Reforma Agraria que revertía la anterior.
Crisis Política
La CEDA ganó poder y su líder, Gil Robles, fue nombrado ministro de Defensa, situando a militares antirrepublicanos como Franco en altos cargos. La crisis final llegó con el escándalo del Estraperlo, que afectó al Partido Radical y desacreditó a Lerroux. Nuevos escándalos llevaron a convocar elecciones en febrero de 1936.
El Frente Popular (Febrero-Julio 1936)
En febrero de 1936, con un clima de creciente radicalización, se celebraron elecciones. El Frente Popular, formado por Izquierda Republicana, PSOE, PCE, POUM y ERC, obtuvo el apoyo tácito de la CNT. La derecha se agrupó en torno a la CEDA y Renovación Española, mientras que Falange y PNV fueron por separado. Ganó el Frente Popular y Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República.
El nuevo gobierno, presidido por Casares Quiroga y compuesto solo por republicanos de izquierda (sin el PSOE), comenzó débil. Puso en marcha reformas urgentes: amnistía para los represaliados de octubre de 1934, restauración del Estatuto catalán, alejó a los generales sospechosos de golpismo (Franco a Canarias, Mola a Navarra y Goded a Baleares) y reanudó la reforma agraria, que fue desbordada por ocupaciones campesinas.
También impulsó estatutos autonómicos: el de Galicia fue aprobado en plebiscito en junio y el del País Vasco estaba casi finalizado en julio. La tensión culminó con dos asesinatos: el 12 de julio fue asesinado el teniente Castillo, y la madrugada siguiente, el dirigente de derechas José Calvo Sotelo, a manos de miembros de las fuerzas de seguridad.