La Segunda República Española: Un Periodo de Transformación y Conflicto (1931-1936)
La Segunda República Española, proclamada el 14 de abril de 1931, marcó un hito fundamental en la historia contemporánea de España, extendiéndose hasta el inicio de la Guerra Civil el 18 de julio de 1936. Este periodo se caracterizó por profundas reformas sociales, políticas y económicas, así como por una creciente polarización que culminaría en el conflicto armado.
El Fin de la Monarquía y la Proclamación de la República (1930-1931)
El 28 de enero de 1930, Primo de Rivera presentó su dimisión al rey Alfonso XIII. Este la aceptó y nombró presidente del Consejo de Ministros al general Dámaso Berenguer. El gobierno de Berenguer transmitía una debilidad que se ridiculizó con el nombre de «Dictablanda». Al principio de año pareció que este gobierno era la solución, pero desde el verano ya se consideraba un error. Tras el fracaso de un pronunciamiento, la idea de Berenguer era convocar elecciones legislativas para fines de enero de 1931, pero el proyecto se vino abajo cuando republicanos, socialistas y antiguos políticos dinásticos anunciaron su voluntad de no participar en ellas. El rey no tuvo más remedio que formar un gobierno de concentración con personalidades tan dispares como La Cierva o Romanones, presidido por el almirante Juan Bautista Aznar.
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, aunque no eran generales, se interpretaron como un plebiscito sobre la monarquía. La victoria republicana en las grandes ciudades llevó a la proclamación de la República y a la salida del rey del país.
El Gobierno Provisional (Abril-Diciembre 1931)
El 14 de abril de 1931 se formó un Gobierno Provisional, cuya misión principal era convocar elecciones a Cortes Constituyentes para que elaborasen una nueva Constitución. La presidencia del Gobierno Provisional de la República recayó en Niceto Alcalá Zamora. Este gobierno llevó a cabo reformas inmediatas en diversas áreas:
- Educación: Impulso a la escuela pública y laica.
- Campo: Establecimiento de la jornada laboral de ocho horas.
- Ejército: Promulgación de la Ley Azaña de 1931, que buscaba modernizar y democratizar las fuerzas armadas.
La Iglesia española mantuvo una postura de prudencia ante la proclamación de la República, pero a partir de los sucesos de mayo de 1931 (quema de conventos), empezó a oponerse de manera más abierta.
Las elecciones que convocó el Gobierno Provisional se celebraron el 28 de junio de 1931 con una amplia participación popular masculina. Los escaños quedaron repartidos de la siguiente forma:
- PSOE: 117 diputados
- Partido Radical: 93 diputados
- Partido Radical Socialista: 59 diputados
- Acción Republicana: 27 diputados
Tras la aprobación de la Constitución, Manuel Azaña presidió el nuevo gobierno. La derecha no asumía que los socialistas, como fuerza más votada, tuvieran un papel tan relevante en el poder. La Constitución de noviembre de 1931 reflejaría planteamientos absolutamente nuevos, modernos y revolucionarios. España es, según su artículo 1, una «República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de libertad y justicia».
El Bienio Reformista (1931-1933): La República de Izquierdas
El gobierno de Manuel Azaña se caracterizó por su marcado carácter reformista. Se elaboraron, votaron y aplicaron leyes de gran trascendencia:
- Ley de Bases de la Reforma Agraria: Buscaba la redistribución de la tierra.
- Ley del Divorcio y del Matrimonio Civil: Secularización de la vida familiar.
- Estatuto de Autonomía de Cataluña: Reconocimiento de la autonomía regional.
- Ley de Congregaciones Religiosas: Regulación de las órdenes religiosas.
- Ley de Orden Público: Reorganización de las fuerzas de seguridad.
La nueva ley agraria pretendía: tierra para quien no la tenía, fin del latifundio y castigo del absentismo. Se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA) para la ejecución de los proyectos. Finalmente, la ley se aprobó el 24 de agosto de 1932, y el IRA se encargó de hacer un registro de la propiedad inexpropiable.
Azaña proclamó la Ley de Defensa de la República y creó la Guardia de Asalto para mantener el orden público. El 10 de agosto de 1932, el general José Sanjurjo intentó un golpe de Estado contra el gobierno de Azaña, pero el prestigio de este se consolidó; la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto de Autonomía de Cataluña salían adelante en el Parlamento. Durante estos dos años, hubo numerosos levantamientos campesinos. Especialmente grave fue lo que ocurrió en Casas Viejas (Cádiz). En este lugar, el 11 de enero de 1933, campesinos anarquistas de la CNT se apoderaron del pueblo y acabaron con la vida de dos guardias civiles del puesto. El gobierno envió refuerzos para que recuperaran el lugar. Uno de los cabecillas anarquistas se atrincheró en su casa con sus hijos y nietos. Las fuerzas de orden prendieron fuego a la vivienda y acribillaron a tiros a sus seis ocupantes; después dieron una batida por el pueblo. La opinión pública y el Parlamento se conmovieron. Los cenetistas y comunistas atacaron al gobierno, y la derecha aprovechó para empañar la imagen del gobierno.
El Bienio Conservador (1934-1936): La República de Derechas
En las elecciones de 1933, la derecha llegó al poder en la República, tras dos años de gobierno de Azaña. La abstención fue grande en las regiones donde los anarquistas predominaban y muy pequeña donde la derecha tenía más peso. Las derechas se presentaron unidas y las izquierdas no supieron hacer un frente común. Fue importante el voto femenino, de signo mayoritariamente conservador.
Los votos se repartieron de la siguiente forma:
- Derecha: 204 escaños en el Parlamento
- Centro: 168 diputados
- Izquierda: 94 diputados
Los dos años de gobierno derechista serían un periodo estéril y plagado de constantes crisis de gobierno, con continuos cambios de ministros. El movimiento obrero se radicalizó tras el triunfo de la derecha, produciéndose graves enfrentamientos.
El nuevo gobierno, presidido por el líder radical Alejandro Lerroux, solo podía gobernar con el apoyo de la CEDA y su líder, José María Gil Robles, quien dejó claro que apoyaría al gobierno mientras este desmontase lo hecho por el anterior de izquierdas. Una de las cuestiones más relevantes fue la contrarreforma de la Ley de Reforma Agraria, que se aprobó en 1935. Se expulsó a los campesinos ya asentados, se derogó la ley de términos municipales y se devolvieron a la aristocracia latifundista parte de las tierras expropiadas en 1932 o se les ofreció por ellas una crecida indemnización.
Los sindicatos agrarios convocaron una huelga general en el mes de junio de 1934, con el objetivo principal de la toma del poder por los socialistas. La revolución sería dirigida por los líderes socialistas Indalecio Prieto y Largo Caballero. El gobierno reaccionó con desmesurada energía: miles de muertos, heridos y encarcelados. Muchas casas del pueblo y periódicos de izquierdas fueron cerrados.
Gil Robles, ministro de Guerra, se rodeó de generales de prestigio que más tarde se levantarían contra la República.
Fin del Gobierno de Alejandro Lerroux y el Triunfo del Frente Popular (1935-1936)
Tras la Revolución de Octubre de 1934, la CEDA salió fortalecida. Se aceleraron las medidas contrarreformistas en agricultura y se frenaron las aspiraciones nacionalistas de catalanes, vascos y gallegos. Un escándalo conocido como el Estraperlo obligó al presidente del gobierno, Lerroux, a dimitir. Se nombró presidente provisional a Manuel Portela Valladares, quien convocó elecciones y disolvió las Cortes.
Las elecciones del 16 de febrero de 1936 se desarrollaron en calma y democráticamente, acudiendo unidas, teóricamente, las izquierdas (Frente Popular) y las derechas (Bloque Nacional). España se había polarizado en dos bandos rivales e irreconciliables. El nuevo Parlamento de la República destituyó al presidente Niceto Alcalá Zamora y nombró a Manuel Azaña.
De febrero a julio de 1936, España se vio convulsionada por una escalada espectacular de desórdenes de todo tipo que el gobierno se vio incapaz de atajar ante las constantes críticas de la derecha. El general Emilio Mola y Francisco Franco planearon sublevarse, pero algo falló. Muchos mandos militares no se sumaron a la rebelión y las masas populares se lanzaron a las armas para defender los logros de la República.
Había comenzado una Guerra Civil de tres años que costaría miles de muertos, desencadenaría una brutal represión por parte de los vencedores y cuarenta años de dictadura franquista.