Liberalismo, Nacionalismo y Movimiento Obrero: Claves del Siglo XIX (1789-1870)

Liberalismo y Nacionalismo (1789-1870)

1. La Revolución Francesa (1789-1799)

1.1. Las Causas de la Revolución

A lo largo del siglo XVIII se había producido una subida de precios y un auge de los negocios y la industria.

La burguesía conseguía elevados beneficios económicos, pero su progreso topaba con las reglamentaciones que interferían el libre comercio y la libre producción. Además, la ordenación estamental y los privilegiados de sangre les impedían acceder al poder político.

Animados por las nuevas ideas ilustradas, los burgueses reclamaban cambios políticos que acabaran con la intervención estatal, los privilegios aristocráticos y el absolutismo.

Frente a la burguesía, una poderosa aristocracia se aferraba al viejo modelo feudal.

En este contexto, una grave crisis económica acabó de complicar la situación. Por un lado, las condiciones del campesinado se vieron agravadas por la disminución de sus ingresos. Además, las malas cosechas de la época abocaron a la miseria a miles de familias y las protestas se multiplicaron.

En la ciudad, el alza de los precios agrarios comportó la carestía de los productos básicos, provocando el hambre y el malestar del pueblo. Por otro lado, una crisis industrial en 1786 trajo consigo el cierre de muchos talleres y fábricas y acentuó el paro entre los trabajadores.

Finalmente, las finanzas reales estaban en una situación de déficit crónico debido a que la aristocracia no pagaba impuestos.

1.2. La Convocatoria de los Estados Generales

Calonne propuso la contribución de la nobleza al pago de impuestos como única medida para aliviar la situación. La nobleza se opuso radicalmente a las diversas peticiones de pago. Esta rebelión nobiliaria provocó una grave crisis política y obligó al monarca a convocar los Estados Generales para el mes de mayo del año siguiente. La situación de descontento general en Francia explica la intensa agitación política que se produjo para elegir a los representantes de cada estamento y para elaborar los denominados cuadernos de quejas que recogían las peticiones al rey.

Todos los cuadernos mostraban un descontento con la monarquía, pero el Tercer Estado, además, incorporaba más aspiraciones.

Los sectores más ilustrados de la burguesía obtuvieron su primera reivindicación: contar en los Estados Generales con el mismo número de representantes que la nobleza y el clero juntos.

1.3. La Ruptura de Julio de 1789

Los Estados Generales se reunieron en Versalles el 5 de mayo de 1789. Las reuniones se hacían según la tradición, de forma separada por estamentos, y cada estamento tenía un único voto.

Pero inmediatamente los representantes del Tercer Estado reclamaron la reunión conjunta de los estamentos y el voto por persona.

El rey y los privilegiados se negaron a tal pretensión y las sesiones de los Estados Generales se suspendieron.

Los representantes del Tercer Estado, en desafío al monarca, se reunieron el 20 de julio en un Pabellón de París y juraron no abandonar el lugar sin haber dotado a la nación de una Constitución que garantizara sus derechos.

El 14 de julio surge el asalto a la prisión de la Bastilla. En París, los revolucionarios formaron la Guardia Nacional. Estas acciones suponían una ruptura con el absolutismo.

1.4. La Asamblea Nacional Constituyente

Los diputados de la Asamblea Nacional Constituyente tenían que legislar para abolir el Antiguo Régimen, pero también debían satisfacer a una población que, por primera vez, era protagonista de los cambios políticos.

En primer lugar, se procedió a la abolición jurídica del Feudalismo y, en segundo lugar, se aprobó la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Reconocía el derecho a la resistencia contra la opresión y estableció la soberanía de la nación como expresión de la voluntad general.

Igualmente, se inició la redacción de una Constitución que fue aprobada en septiembre de 1791. El texto constitucional definía una monarquía constitucional basada en la división de poderes:

  • Ejecutivo: A manos del rey
  • Legislativo: Desempeñado por la Asamblea
  • Judicial: Ejercido por jueces

1.5. La Caída de la Monarquía

La burguesía reclamaba una organización más democrática de la vida política y reformas de tipo económico que beneficiaran a los más desfavorecidos.

En junio de 1791, la familia real intentó fugarse de Francia para reunirse con las tropas austriacas e iniciar la invasión del país, pero fue descubierta en Varennes y enviada de vuelta a París. En octubre de 1791 se eligió a los diputados de la Asamblea Legislativa.

El 20 de abril de 1792, la Asamblea decidió declarar la Guerra a Austria, considerada el foco de la contrarrevolución. Las primeras acciones bélicas fueron desastrosas para los franceses, cuya oficialidad se pasó al enemigo. La amenaza de las tropas austriacas sobre París y la complicidad del monarca con el enemigo exasperaron los ánimos. Los Sans-culottes de París y los batallones de ciudadanos armados, que desde las provincias acudieron a defender la capital, exigieron la abolición de la monarquía. La insurrección llegó el 10 de agosto de 1792 con el Asalto a las Tullerías, donde estaba refugiada la familia real.

1.6. La Convención Nacional: Una República Democrática

La nueva asamblea, ahora llamada Convención Nacional, se formó el 20 de septiembre de 1792, el día de la batalla de Valmy, que supuso la primera victoria del nuevo ejército republicano contra los absolutistas europeos. Su primera medida fue la abolición de la monarquía y la proclamación de la República.

Convención Girondina

Los girondinos adoptaron posiciones moderadas que disgustaron a las masas populares. En la Convención, una serie de problemas enfrentaron a los girondinos con los montañeses, convertidos en la voz de los más radicales.

En medio de los numerosos diputados, la Llanura apoyaba una u otra opción.

Convención Jacobina

En los últimos días de mayo y primeros de junio de 1793, con el apoyo de los Sans-culottes en las calles, los jacobinos arrestaron y ejecutaron a algunos de los principales dirigentes girondinos e inauguraron la etapa de la Convención Jacobina, la más radical de la Revolución. Aprobaron una nueva Constitución (1793) que establecía la soberanía popular y el sufragio universal masculino.

1.7. La República Burguesa (1795-1799)

Tras la caída de los jacobinos se inició la tercera etapa de la Convención, que supuso el desmantelamiento de la legislación jacobina y el inicio de un lento proceso que situó a la burguesía conservadora como la gran beneficiaria de la Revolución. Se aprobó una nueva Constitución (1795) que restableció el sufragio censitario y definió un nuevo poder ejecutivo, el Directorio, que reprimió con dureza las revueltas populares dirigidas por los sectores más izquierdistas que defendían la continuidad de la Revolución. También tuvo que enfrentarse a la reorganización del movimiento realista.

El mayor éxito de esta etapa fue la política exterior. La burguesía empezó a pensar en el ejército como única posibilidad de mantener el orden social, consolidar las conquistas en el exterior y defender al mismo tiempo los principios revolucionarios de 1791. El 18 Brumario, un joven general, Napoleón Bonaparte, protagonizó un golpe de Estado y accedió al poder, clausurando definitivamente la Revolución e iniciando el Consulado.

4. Las Revoluciones Liberales (1820-1848)

4.1. Las Revoluciones de 1820 y 1830

Durante la Restauración, los liberales pasaron a la clandestinidad y se organizaron en sociedades secretas. Los masones eran el grupo más importante, aunque existieron otros como los carbonarios italianos o los decembristas rusos. Estas sociedades, formadas por comerciantes, estudiantes, intelectuales y profesionales liberales, se consideraban herederas de la Ilustración y la Revolución Francesa.

Esta estrategia caracterizó la oleada revolucionaria que se produjo entre 1820 y 1824 y que provocó una primera quiebra, aunque temporal, del sistema de la Restauración. El triunfo en España, y poco después en Portugal, Nápoles y el Piamonte, abrió un corto periodo liberal que fue sofocado por las fuerzas absolutistas. En el caso de España y los Estados Italianos, se produjo la intervención directa de la Santa Alianza (1823). Muchos liberales fueron detenidos o ejecutados y otros marcharon al exilio.

Una segunda oleada revolucionaria se produjo entre 1829 y 1839. La revolución se inició en Francia en 1830 y significó el derrocamiento de los Borbones y la implantación de una monarquía constitucional, con Luis Felipe de Orleans. Esto comportó la independencia de Bélgica (alterando por primera vez el mapa establecido en 1815).

A finales de la década de 1830, el absolutismo fue desapareciendo de Europa Occidental y se impuso un liberalismo moderado cuyo referente era la Constitución Francesa de 1791.

Los liberales moderados defendían el sufragio censitario y limitaron el ejercicio de las libertades.

4.2. La Experiencia Democrática y Social: 1848

Una nueva revolución, en 1848, puso definitivamente fin al sistema de la Restauración; esta nueva oleada revolucionaria adquirió una gran diversidad de formas y contenidos:

  • En Europa Oriental: (excepto en Rusia) comportó la abolición del feudalismo.
  • En Europa Occidental: abrió las puertas a los nuevos ideales democráticos, que defendían la soberanía popular y el sufragio universal masculino.

La revolución se inició en París, cuando en febrero de 1848 el gobierno de Luis Felipe de Orleans restringió las libertades.

El movimiento insurreccional culminó con el asalto al Palacio Real, la huida del rey y la proclamación de la República.

Se formó un gobierno provisional con la participación de republicanos, socialistas y radicales, que impulsó un programa de reformas políticas y sociales.

Se celebraron elecciones con sufragio universal masculino cuyo resultado dio lugar a la formación de un gobierno republicano moderado, que procedió al cierre de los Talleres Nacionales y a la liquidación de las reformas sociales que se habían iniciado.

La respuesta se produjo en forma de una insurrección popular en junio de 1848 que se convirtió en un enfrentamiento entre la burguesía y el proletariado. Napoleón III, al tener acceso al poder, respondió a estas necesidades con la proclamación del Segundo Imperio (1851).

El impacto de la revolución de París fue inmediato y se extendió por Europa:

  • El Imperio Austriaco se transformó en una monarquía constitucional y la servidumbre fue abolida. Solo en Rusia permanecieron las estructuras señoriales.

Todo ello planteó nuevos horizontes políticos y anunció la evolución del liberalismo hacia la democracia.

5. Las Unificaciones Nacionales

5.4. La Unificación de Italia

En 1817, Italia estaba dividida en Estados desiguales en tamaño e importancia. En la década de 1830 se formó un movimiento de afirmación nacional, el Risorgimento, que tuvo una primera expresión política en la estrategia de unificación propugnada por Mazzini y su organización, la Joven Italia.

Esta planteaba la creación de una República Democrática, unitaria y laica.

El fracaso de los intentos revolucionarios significó la continuidad del dominio de Austria, de la fragmentación política y de los regímenes absolutistas. Solo en Piamonte se consolidó un Estado constitucional, bajo la monarquía de los Saboya. Su jefe de Gobierno, Cavour, fue el impulsor de una estrategia moderada para la unificación.

La unidad italiana resultaría de la complementariedad de ambas estrategias, aunque la monarquía de Víctor Manuel II de Saboya fue la principal beneficiaria.

  1. Por un lado, Cavour consiguió, con ayuda francesa, derrotar a los austriacos, anexionar la Lombardía y, tiempo después, los Estados centrales.
  2. Por otro lado, un republicano mazziniano, Garibaldi, emprendió la conquista del sur con un ejército muy reducido que consiguió el apoyo popular para liquidar el régimen borbónico.

La unidad se completó con la anexión del Véneto (1866) tras derrotar a los austriacos y la conquista de los Estados Pontificios (1870).

5.5. La Unificación de Alemania

La afirmación de la existencia de un ser propio del pueblo alemán convivió con la presencia de núcleos liberales y democráticos que reclamaban la construcción de una nación basada en la voluntad de los ciudadanos. Con estas bases ideológicas se inició un proceso que conduciría a la formación del Estado-nación alemán.

El Congreso de Viena había establecido la Confederación Germánica, que aglutinaba 39 Estados, con la presencia de dos poderosas potencias: Prusia y el Imperio Austriaco. El primer paso hacia la unificación fue la creación de la Unión Aduanera (Zollverein, 1834) que estableció un mercado de libre circulación comercial. En la Unión Aduanera se integró Prusia, pero no Austria, y empezó a evidenciarse que sería Prusia el Estado que dirigiría el proceso unificador.

Durante la Revolución de 1848, los sectores liberales y democráticos consiguieron formar su Parlamento en Fráncfort, con representantes de los distintos estados elegidos por sufragio universal.

Pero la monarquía prusiana rechazó la oferta y cualquier vía democrática hacia la unificación e impuso la estrategia del canciller Otto von Bismarck (1862):

  • Prusia: dirigiría la unificación a partir de la supremacía económica y militar. Esta estrategia comportó la primera guerra con Dinamarca (1864), y otra contra Austria a la que derrotó. Por último, la guerra contra Francia permitió cohesionar los estados germánicos contra un enemigo común.

La victoria militar culminó con la proclamación del Segundo Reich y de Guillermo I como emperador (1871).

El Movimiento Obrero (1789-1848)

1. El Movimiento Obrero: De los Inicios hasta 1848

1.1. De Artesanos a Proletarios

Desde mediados del siglo XVIII fueron cambiando, sobre todo en Inglaterra, las condiciones de trabajo. Al implantarse la libertad de producción, los antiguos artesanos perdieron todos sus privilegios. Los propietarios fijaban las condiciones de la producción y de contratación laboral.

Los trabajadores de las nuevas manufacturas eran campesinos que habían emigrado a la ciudad para conseguir trabajo y también población urbana, en especial artesanos arruinados porque no podían competir con la introducción de las nuevas máquinas. Se transformaron en proletarios que, carentes de toda propiedad salvo de su prole, necesitaban trabajo y eran contratados por el propietario del taller o la fábrica para cumplir la jornada laboral a cambio de un salario.

El trabajo asalariado fue configurando una nueva clase obrera que se consolidaría sobre todo a partir de 1820, al iniciarse la era de la fábrica.

Además, en un primer momento, el proceso de mecanización condujo al paro a amplios sectores de trabajadores manuales, como los tejedores ingleses.

El desempleo, los bajos salarios, las jornadas agotadoras y la dura disciplina laboral generaron una creciente conflictividad.

Los trabajadores y trabajadoras se hicieron pronto conscientes de la explotación a la que eran sometidos.

1.2. Los Primeros Conflictos y el Ludismo

En un primer momento, los cambios en el mundo del trabajo provocaron conflictos aislados e incluso motines. Empezaron a surgir asociaciones de trabajadores formadas sobre todo por oficiales artesanos en vía de proletarización.

Ante la formación de sociedades obreras y las acciones colectivas, la intervención gubernamental adquirió un carácter represivo.

Las asociaciones obreras acabaron siendo prohibidas tanto en Francia como en Inglaterra.

En paralelo, se desarrollaron movimientos radicales, heredados de la Revolución Francesa, que propugnaban reformas democráticas y que reclamaban derechos y deberes.

En las ciudades inglesas se impulsaron movilizaciones, marchas y concentraciones en las que participaron los trabajadores a favor de la reforma política y la abolición de leyes antiasociativas.

Cerca de Nottingham, el ejército reprimió en 1811 con violencia una manifestación de trabajadores que se quejaban porque les obligaban a trabajar más por el mismo salario.

Por la noche, y como protesta, fueron incendiados más de 60 telares.

Los luditas consideraban que las máquinas agredían los intereses de los trabajadores porque provocaban el paro y la disminución de los salarios. Con sus acciones pretendían negociar las condiciones de trabajo.

Se extendió a las regiones industrializadas de Inglaterra y, en el continente europeo hasta Alcoy y Barcelona, entró en declive a partir de 1817.

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