Revoluciones en Europa y el nacionalismo en el siglo XIX

La revolución de 1820: nace en España y Grecia

La revolución de 1820 nace en España y solo en Grecia, que se sublevó contra el Imperio Turco. Triunfó el movimiento apoyado por Gran Bretaña. En 1829, tras una guerra de casi 10 años, se reconoció la independencia griega. Gran parte de las insurrecciones liberales fueron promovidas por minorías muy selectas agrupadas en hermandades secretas que, entre sus miembros, destacaron los masones y los carbonarios. Esta causa liberal no era un movimiento de masas. Se produce una influencia de la Constitución española de 1812. Se instaura en España el trienio liberal contra el absolutismo de Fernando VII. Nápoles, Piamonte y Portugal imponen sus constituciones. Hay una influencia en el proceso revolucionario hispanoamericano. Los levantamientos no surgen del pueblo (excepto en Grecia) sino que son preparados por asociaciones secretas.

La revolución de 1830: mayor éxito e impacto

Estas revoluciones tienen mayor éxito e impacto que la del 20, ya que afectó a toda Europa (menos Rusia). Se establecen monarquías liberales en Francia, Bélgica, Portugal y España. Esta revolución tuvo una causa política esencial: la revocación por parte de Carlos X de la carta constitucional otorgada en 1814. Bélgica se independiza en 1831 y Grecia en 1829. Fue una revolución liberal y nacionalista y el antiguo régimen desaparece en gran parte de la zona occidental de Europa. En España y Portugal se inició un periodo de guerras civiles entre absolutistas y liberales.

La revolución de 1848: revolución urbana de carácter radical

Nace en Francia y desde allí llega al resto de Europa. Es una revolución urbana de carácter radical y con un importante respaldo popular. Tuvo un gran éxito, que fue simultáneo en varios países llegando hasta España, Gran Bretaña e Iberoamérica. Pero aunque la difusión de la revolución fue muy rápida, fracasó de forma fulgurante. Estas revoluciones tienen carácter democrático y social: Europa sufrió una crisis agraria e industrial que generó una crisis económica debido a las malas cosechas y, por tanto, a la subida de precios y al hambre. Esto provoca una crisis industrial y se produce un descontento social y los políticos exigen cambios políticos y económicos. Otra causa es la política social: los burgueses tienen el poder económico y político y las masas populares tienen una ideología liberal y nacionalista. A esto aparece el socialismo. Después, la burguesía se hizo conservadora.

El nacionalismo: la formación de estados nacionales

Los individuos tenían que pertenecer a una comunidad y compartir con otros una cultura, una lengua y unas costumbres para poder ejercer los derechos políticos propios de todo ciudadano. Los liberales del siglo XIX fueron generalmente nacionalistas y trataron de sustituir los antiguos estados feudales (formados por siervos) por estados nacionales (formados por personas libres). El acontecimiento que permitió la difusión en Europa fue la expansión del ejército de Napoleón y la creación de monarquías nuevas. Distintos países buscaron instituciones políticas propias. Se desarrolló la investigación histórica, lingüística, folclórica y cultural, consagrada a redescubrir el pasado nacional de los estados que se iban consolidando. También colaboró el romanticismo. Tuvo dos vertientes: la vertiente progresiva del nacionalismo, donde la revolución liberaba a los pueblos oprimidos por tiranías extranjeras y la vertiente tradicionalista del nacionalismo, donde las naciones se basaban en características culturales, geográficas, lingüísticas y étnicas. Otra clasificación es: los nacionalismos integradores pretendían atraer a los ciudadanos hacia símbolos comunes con la finalidad de unificarse y los nacionalismos desintegradores trataban de desestabilizar a grandes estados tradicionales desde áreas más reducidas.

Gran Bretaña durante la era Victoriana

Esta época de prosperidad y estabilidad fue presidida por la reina Victoria (1837-1901). Sus rasgos fueron:

  • Prosperidad económica: Gran Bretaña fue la mayor potencia económica y naval del siglo. Fue la dueña de los océanos y del comercio y pionera de la industrialización, además de principal exportadora. En 1890 comenzaron a oírse voces a favor de una mayor protección de la producción nacional.
  • Gran estabilidad política: fue posible gracias al parlamentarismo y al bipartidismo. El parlamento bicameral (cámara alta y baja) representaba a los ciudadanos y controlaba al gobierno. En el gobierno se alternaban dos partidos: el Conservador, liderado por Disraeli, y el Liberal, liderado por Gladstone.

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