El Reinado de Isabel II en España: Liberalismo, Conflictos y Transformación (1833-1868)

El Reinado de Isabel II (1833-1868): Inestabilidad y Construcción del Estado Liberal

El reinado de Isabel II (1833-1868) fue un periodo de gran inestabilidad política y social en España. Las Guerras Carlistas enfrentaron a los españoles; moderados y progresistas pugnaron por imponer sus criterios, reflejados en diversos textos constitucionales; y los militares, mediante pronunciamientos, se convirtieron en figuras clave de la política española. No obstante, durante las Regencias de María Cristina y de Espartero (1833-1843), los gobiernos liberales desmantelaron el Antiguo Régimen; y durante la mayoría de edad de Isabel II (1843-1868), se procedió a la auténtica construcción del Estado liberal.

1. Antecedentes: El Reinado de Fernando VII (1814-1833)

Aunque el enunciado del tema no lo exige, es interesante remontarse a la etapa anterior al reinado de Isabel II para poder comprender y explicar ciertos acontecimientos históricos clave en el mismo:

  • El reinado de Fernando VII (1814-1833), padre de Isabel II, puede resumirse en un gobierno caracterizado por múltiples vaivenes ideológicos y políticos. Estos van desde un primer periodo donde se manifiesta una deseada vuelta al Antiguo Régimen, apoyada por la Santa Alianza (el Sexenio Absolutista, 1814-1820), hacia un periodo intermedio de avance hacia el liberalismo tras el levantamiento del General Riego (1820) a favor de la Constitución de 1812 (el Trienio Constitucional, 1820-1823), marcado por la imposición de políticas liberales desde el ejército. Finaliza con la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, volviendo a políticas absolutistas (la Década Ominosa, 1823-1833). Pero nada sería ya como antes: la semilla del liberalismo ya estaba plantada en España, y durante el reinado de Isabel II se consolidaría.
  • El reinado de Fernando VII fue un periodo convulso debido a la incapacidad del monarca para solucionar los problemas internos y externos del país (se perdieron definitivamente las colonias americanas continentales). Pero el asunto más importante fue el grave problema sucesorio, pues el rey no tenía heredero. Si la situación seguía así, la Corona pasaría a su hermano, Don Carlos María Isidro (de ideas absolutistas). El rey se casó con María Cristina de Borbón y tuvieron una hija, Isabel. Ante esto, Fernando anuló la Ley Sálica (que prohibía reinar a las mujeres) mediante la Pragmática Sanción. Según esto, Carlos ya no podía sucederle e Isabel fue proclamada heredera al trono. Fernando murió en 1833. Carlos María Isidro y sus partidarios (los carlistas) no aceptaron a Isabel (a quien apoyaban los liberales), y, por ello, se iniciaron las Guerras Carlistas.

2. La Oposición al Sistema Liberal: Carlismo y Guerra Civil

a) La Primera Guerra Carlista (1833-1840)

  • Significó un enfrentamiento ideológico entre los carlistas o absolutistas, foralistas, con fuertes apoyos en el mundo rural, en los sectores conservadores de la Iglesia y en regiones como el País Vasco, Navarra, el norte de Cataluña y el Maestrazgo; y los liberales o isabelinos, centralistas, apoyados por las grandes ciudades, la burguesía y la mayor parte del Ejército.
  • El General Zumalacárregui consolidó el poder de los carlistas en las zonas rurales del País Vasco y Navarra; y el General Cabrera, que se había hecho fuerte en el Maestrazgo, llegó en una expedición hasta las puertas de Madrid. Pero las victorias isabelinas llevaron al Convenio de Vergara (1839) entre el General carlista Maroto y el General isabelino Espartero, que garantizaba algunos derechos forales y los grados del ejército carlista. Don Carlos (Carlos V) no lo aceptó y se exilió en Francia.

b) La Segunda Guerra Carlista (1846-1849)

Tuvo su centro de operaciones en Cataluña, donde los partidarios de Carlos Luis (Carlos VI), hijo de Carlos María Isidro, quien había intentado sin éxito contraer matrimonio con su prima Isabel, llegaron hasta Barcelona, donde fueron derrotados en 1849.

c) La Tercera Guerra Carlista (1872-1876)

Surgió tras la Revolución de 1868 que derrocó a Isabel II. Sin embargo, la restauración de los Borbones supuso el declive del carlismo, y Alfonso XII logró la derrota militar de Carlos VII.

3. La Minoría de Edad de Isabel II (1833-1843): La Ruptura con el Antiguo Régimen

Durante toda la minoría de edad de Isabel se sucedieron dos periodos de regencia: la Regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840) y la Regencia de Espartero (1840-1843).

  • María Cristina fue «liberal a la fuerza» y se apoyó en los liberales moderados, como Martínez de la Rosa, quien redactó el Estatuto Real, una carta otorgada que representaba una «tercera vía» entre el absolutismo y el liberalismo. Este supuso el inicio de las libertades políticas, con la aparición de los partidos Moderado y Progresista. En 1836, el Motín de los Sargentos de La Granja obligó a la regente a aceptar la Constitución de 1812, lo que consolidó a los liberales progresistas en el gobierno e impulsó la ruptura con el Antiguo Régimen.
  • Los hechos más destacados de este periodo son: la creación de las provincias (1833, por Javier de Burgos), una nueva división territorial del país cuya autoridad recaía en el gobernador civil; la Constitución de 1837, con amplios derechos; y la desamortización llevada a cabo por el ministro Mendizábal.
  • La Regencia de Espartero fue inestable y se ganó el rechazo de todos: gobernó de manera dictatorial, desplazando a los moderados del gobierno; también fue rechazado por sectores progresistas debido a sus maneras autoritarias de gobernar. Los vascos lo rechazaron al ver recortados sus fueros, y los catalanes, porque la política librecambista ponía en peligro su incipiente industria. Para sofocar un motín, bombardeó Barcelona desde Montjuic, hecho que lo desacreditó y provocó el pronunciamiento del General Narváez (1843), lo que adelantó la mayoría de edad de Isabel, quien comenzó a reinar con 13 años.

4. La Mayoría de Edad de Isabel II (1843-1868): Construcción del Estado Liberal

El reinado de Isabel II se divide en varias etapas según gobernaron los liberales moderados o progresistas: la Década Moderada, el Bienio Progresista, los gobiernos de la Unión Liberal y la Crisis Final del Reinado.

a) La Década Moderada (1844-1854)

  • Espartero huyó y se exilió a Londres. Isabel II encargó la formación del gobierno a Narváez, líder del partido moderado, quien con el apoyo de los sectores burgueses más conservadores inició una etapa política donde primaba el orden sobre la libertad (liberalismo doctrinario).
  • Se aprobó la Constitución de 1845, que reforzó los elementos conservadores de la Constitución de 1837: soberanía compartida entre las Cortes y el rey, que veía aumentado su poder legislativo y político; Cortes bicamerales (Congreso elegido mediante un sufragio censitario muy restringido y el Senado de designación real); limitación de las libertades y catolicismo como religión oficial del Estado. El Concordato de 1851 con la Santa Sede produjo el acercamiento del régimen liberal a la Iglesia.
  • Se hicieron reformas para crear un Estado nacional centralizado: se creó el cargo de Gobernador Civil; se suprimió la Milicia Nacional, considerada nido de revoluciones, y en su lugar se creó la Guardia Civil. Se creó el Plan Pidal sobre la educación pública, un nuevo Código Penal y se elaboró un proyecto de Código Civil. Se establecieron normas para elaborar los presupuestos generales del Estado y un solo sistema de pesos y medidas.
  • Pero el autoritarismo de los gobiernos moderados aumentó la oposición: por la derecha, los carlistas (Segunda Guerra Carlista); y, por la izquierda, los progresistas y el nuevo Partido Demócrata; lo que precipitó su caída.

b) El Bienio Progresista (1854-1856)

  • Se inició con el pronunciamiento del General O’Donnell, quien se enfrentó a las tropas gubernamentales cerca de Vicálvaro (Madrid), en lo que se conoció como «la Vicalvarada». El resultado fue incierto, retirándose hacia el sur esperando el apoyo popular y de otras unidades militares. En Manzanares se reunió con el General Serrano y, para atraerse a los progresistas y al pueblo, firmó el «Manifiesto de Manzanares», redactado por un joven Cánovas del Castillo, donde se prometía la «regeneración liberal». La sublevación se extendió por las grandes ciudades, donde se formaron juntas revolucionarias, y las clases populares levantaron barricadas en Madrid.
  • Tras estos sucesos, Isabel II encargó el Gobierno a Espartero, quien acometió una serie de reformas progresistas: las contenidas en el Manifiesto de Manzanares; el proyecto de Constitución de 1856 (la «non nata»); la desamortización general promovida por Pascual Madoz; y la aprobación de la Ley General de Ferrocarriles de 1855 y de las leyes bancarias de 1856, que dieron lugar a la creación del Banco de España para consolidar un mercado nacional y estimular la economía.
  • El Bienio Progresista fue una época de bonanza económica y el gobierno logró detener las reivindicaciones democráticas y populares. Sin embargo, las presiones de la Corona y la reacción de los moderados, que contaron con el apoyo de los terratenientes, los militares conservadores y la Iglesia, provocaron su caída.

c) La Alternancia entre los Moderados y la Unión Liberal (1856-1868)

  • En esta nueva etapa conservadora se sucedieron los gobiernos de los moderados de Narváez y la Unión Liberal de O’Donnell (un partido nuevo de centro), destacando el «gobierno largo» de O’Donnell (1858-1863), que fue la etapa de mayor estabilidad del reinado de Isabel II, caracterizada por un liberalismo pragmático y práctico que presentaba los siguientes rasgos:
    • La insistencia en el progreso económico, incrementando las inversiones públicas y concluyendo importantes obras como el tendido ferroviario (más de 5000 kilómetros) y el Canal de Isabel II, que abastecía agua a Madrid.
    • Una política exterior de prestigio, dirigida a restaurar el papel de España como potencia internacional. Sin embargo, esta política estuvo siempre supeditada a los intereses de Francia y Gran Bretaña y no reportó ninguna ventaja a España. España obtuvo el territorio de Ifni, en Marruecos, que disponía de bancos pesqueros. Intervino también en la Guerra de México junto a Francia.
    • Una política interior basada en los principios moderados de la Constitución de 1845, que, sin embargo, volvió a fracasar en el intento de lograr la alternancia pacífica en el poder. Los equipos ministeriales eran nombrados o destituidos según el favor y la confianza de la Reina y sus camarillas. Además, se dio la corrupción del sistema político mediante la compra de votos, los pucherazos y el caciquismo.
  • Mientras, crecían las aspiraciones a mayor libertad, con el desarrollo del Partido Demócrata de Emilio Castelar y la aparición del republicanismo y de las primeras organizaciones obreras. Las conspiraciones alentadas por los progresistas y demócratas no se dirigían solo contra el gobierno, sino contra la Reina misma: Castelar y Sanz del Río fueron destituidos de sus cátedras universitarias, provocando protestas estudiantiles, violentamente reprimidas por el ejército (11 muertos en la «Noche de San Daniel», 1865); y un fallido pronunciamiento progresista llevó al fusilamiento de los sargentos del cuartel de San Gil (1866).
  • La recesión económica de 1866-1868 aumentó el descontento no solo del pueblo, sino también, y muy especialmente, en el ámbito empresarial y de negocios.

5. Balance Final del Reinado de Isabel II

  • En la construcción del Estado liberal durante el reinado de Isabel II, la monarquía cedió poder político a las Cortes, pero puso continuas trabas a la participación de los ciudadanos (sufragio censitario). Además, la corrupción electoral hacía que siempre ganara las elecciones el partido en el poder, por lo que los cambios en el gobierno venían marcados por un pronunciamiento, que daba un gran protagonismo político a la casta militar.
  • Paralelamente a la implantación del liberalismo político, España se modernizó: se dio cierta industrialización (Cataluña), se realizaron muchas líneas de ferrocarril y se construyeron importantes obras hidráulicas (Canal de Isabel II). Se reabrieron las universidades, cerradas por Fernando VII, y se aprobó la «Ley Moyano» para la mejora de la educación del país.
  • El desprestigio del gobierno por su política dictatorial y represiva; las críticas a la Reina por interferir en la política, por su azarosa vida amorosa y por los negocios sucios de sus familiares; y el malestar social; llevaron a progresistas y demócratas a firmar el Pacto de Ostende (1866) para poner fin al reinado de Isabel II, «la de los tristes destinos» (como la calificó Pérez Galdós). Tras la Revolución Gloriosa de 1868, se exilió en Francia, acogida por Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III.

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