La Transformación de Europa en el Siglo XVIII: Del Absolutismo a la Ilustración y el Liberalismo

Europa en el Siglo XVIII: El Final del Antiguo Régimen

El fortalecimiento del poder real iniciado en el siglo XV culminó en el siglo XVIII con el establecimiento de monarquías absolutas en toda Europa. La excepción en este proceso fueron Inglaterra y los Países Bajos, donde habían triunfado anteriormente sendos regímenes parlamentarios.

Las guerras por la hegemonía europea continuaron en este siglo, y a ellas se sumaron nuevos enfrentamientos por las colonias y por el control de las rutas comerciales. Los países más poderosos de Europa –Inglaterra, Holanda y Francia– ampliaron sus posesiones coloniales, mientras los imperios atlánticos –Portugal y España– quedaban relegados a un segundo plano.

Europa era la mayor potencia económica del mundo e incrementó su radio de acción comercial a China, Japón, América y los territorios del océano Índico. Los puertos de Londres, Hamburgo y Marsella cobraron gran importancia; desde ellos se exportaban manufacturas y se importaban materias primas de las colonias, transportadas luego por los ríos Elba, Rin y Danubio a las principales ciudades.

La población europea creció mucho gracias a un ciclo climático favorable para la agricultura y al consumo de nuevos alimentos procedentes de América, como la patata y el maíz. Europa pasó así de 120 millones de habitantes en 1710, a 187 millones en 1789. Las clases populares urbanas crecieron al ritmo en que lo hacían las ciudades, adaptadas a la economía comercial. La burguesía, ligada a estas actividades, continuó acumulando riqueza y elevando su estatus social.

La Ilustración: El Siglo de las Luces

A pesar del progreso económico de Europa y de la evolución social que este avance provocó, los pilares del Antiguo Régimen –el absolutismo y la sociedad estamental– obstaculizaban cualquier cambio sociopolítico. Contra este inmovilismo, los intelectuales de la época comenzaron a cuestionar el orden establecido y surgió así una nueva corriente de pensamiento: la Ilustración.

La Ilustración fue un fenómeno europeo, especialmente francés, que abarcó casi todo el siglo XVIII y se extendió a América. Se caracterizó por su racionalismo y por su espíritu crítico frente al absolutismo político y a la ortodoxia religiosa. Reflejaba la influencia de pensadores del siglo XVII, como Descartes, quienes propugnaban el papel central de la razón en la adquisición de conocimientos.

Esta época fue conocida como el Siglo de las Luces, el siglo en el que se cerraba la larga etapa de oscuridad heredada de la Edad Media. Hasta entonces, las fuerzas del Antiguo Régimen se habían opuesto al progreso y habían limitado el desarrollo intelectual y científico, para que el principio de autoridad, en el que se asentaba el orden establecido desde el medievo, no fuera criticado. De este modo, se pretendía salvaguardar las creencias tradicionales, el poder incuestionable de los monarcas y los dogmas religiosos.

Las propuestas intelectuales de los pensadores ilustrados rompieron con ese pasado. Europa, y América en menor medida, entraron en una nueva época en la que, de la mano de la burguesía en ascenso, predominaría una nueva mentalidad. La Iglesia y el absolutismo monárquico perdieron progresivamente su influencia y se fue extendiendo una cultura laica, no basada en la religión.

El racionalismo y el espíritu crítico impregnaron las ideas filosóficas, religiosas, económicas, científicas y culturales de este periodo, y sus efectos se dejarían sentir en la sociedad occidental en épocas posteriores.

Los ilustrados fueron intelectuales procedentes de diversos entornos sociales y culturales; eran tanto nobles y burgueses laicos como clérigos, todos ellos interesados en que se reorganizara la sociedad conforme a nuevos valores éticos.

Los Principios Fundamentales de la Ilustración

Los principios de ese nuevo modelo de convivencia fueron:

  • La Razón: La capacidad que permite a cada individuo dudar y ser crítico para evitar que otros le impongan sus criterios políticos o religiosos.
  • La Felicidad: Las relaciones gratificantes entre el individuo y la colectividad, basadas en el conocimiento y en la búsqueda del bien individual, pero sin perjudicar el progreso social.
  • La Libertad: La dependencia exclusiva de los derechos individuales, y no de poderes absolutistas.
  • La Tolerancia: La convivencia de ideas políticas y religiosas distintas en una misma sociedad, lo que conduce al respeto de los derechos naturales, fundamentados en la naturaleza humana, para todos los seres humanos.
  • El Progreso: El avance hacia mejoras materiales y espirituales. Los ilustrados pusieron de relieve la importancia de extender el progreso a todos los lugares, y algunos intelectuales, como Diderot, criticaron las acciones de los europeos en los continentes descubiertos.

Para los ilustrados, esta nueva sociedad llegaría gracias a la difusión de los valores ilustrados mediante la educación. Con este objetivo, proponían que la Iglesia no monopolizara la educación, como había sucedido en el pasado. Defendían por ello que el Estado se hiciera cargo de la dirección de las escuelas y que la escolarización fuera obligatoria y gratuita. Los efectos iniciales de estas propuestas no fueron muy significativos, ya que la mayor parte de la población vivía en el medio rural. En las ciudades, en cambio, provocó el descenso del analfabetismo.

Liberalismo Político y Despotismo Ilustrado

El desarrollo de teorías políticas fue uno de los campos más importantes de la Ilustración. Las propuestas ilustradas dieron lugar a dos corrientes políticas divergentes: el liberalismo y el despotismo ilustrado.

El Liberalismo Político: Fundamentos y Pensadores Clave

La teoría política del filósofo británico John Locke (1632-1704) ejerció una influencia fundamental en los ilustrados, que criticaron el marco agrario y estamental en que vivían la mayoría de los europeos y propusieron una nueva organización de la sociedad y del Estado para lograr el progreso. Los principales ideólogos ilustrados fueron franceses y, entre ellos, destacaron:

Montesquieu (1689-1755)

Magistrado en Burdeos, barón de Montesquieu, criticó la monarquía absoluta por la que el rey concentraba todos los poderes. Propuso una monarquía moderada en la que existiera separación entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Este fue el punto de partida del liberalismo político, en oposición al absolutismo.

Voltaire (1694-1778)

Burgués y rico propietario, criticó el fanatismo religioso y la estructura de la Iglesia, y propuso una religión individual. Aunque fue partidario del despotismo ilustrado, defendió los derechos civiles y la necesidad de justicia.

Rousseau (1712-1778)

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