El Franquismo en España: Características y Evolución Histórica

La Alegoría de la Victoria y el Fin de la Guerra Civil

Tenemos una imagen de un cuadro muy conocido, La Alegoría de la Victoria, de exaltación del caudillo, donde se presenta rejuvenecido y con la máxima condecoración del Ejército Español, la Laureada de San Fernando. En el fondo aparecen soldados de regulares, requetés carlistas, falangistas, etc., que ayudan a Franco a ganar la Guerra Civil (Bando Nacional) y, a la izquierda, el último parte de guerra (01/04/1939) con el nuevo escudo de España vigente hasta 1981.

Esta imagen hace referencia al final de la Guerra Civil Española, que tuvo lugar entre 1936 y 1939, un conflicto que estalló tras un intento de golpe de Estado contra la Segunda República. La guerra enfrentó a los republicanos, que defendían un sistema democrático, y a los sublevados, dirigidos por el general Franco, que buscaban imponer un régimen autoritario y nacionalista.

La imagen simboliza la glorificación del liderazgo de Franco, la unión de diferentes grupos bajo su mando (falangistas, carlistas, militares) y la exaltación del ejército como símbolo de la victoria. También transmite el inicio de una nueva era, con la aparición del escudo franquista y la presencia de elementos religiosos y patrióticos.

Tras la guerra, España quedó completamente devastada: miles de muertos, exiliados, represión política y una economía hundida. El franquismo se consolidó como un régimen autoritario basado en la figura de Franco, el nacionalcatolicismo, el rechazo al liberalismo y a los nacionalismos. Se impuso una autarquía económica que aisló al país hasta los años 50 y se limitaron las libertades civiles. La Iglesia tuvo un papel clave en la educación, la moral y la censura. Estas consecuencias marcaron profundamente la historia de España durante más de tres décadas.

El Discurso de Franco de 1943 y el Estado Orgánico

El texto corresponde a un discurso pronunciado por Franco en 1943, en plena consolidación de su régimen tras la Guerra Civil española. Esta etapa histórica, iniciada en 1939, surge después de un conflicto brutal que dejó al país destrozado, tanto económica como socialmente. Hubo miles de muertos, represión, hambre y exilio, además de un trauma emocional colectivo que aún no se ha cerrado.

En este contexto, Franco construye un nuevo Estado con una fuerte carga ideológica. En el discurso, se destacan las bases del “Estado orgánico” franquista, un modelo que se alejaba del liberalismo y del comunismo, y que se justificaba como surgido de la tradición cristiana, de la historia de España y de sus instituciones naturales: la familia, el municipio y el sindicato vertical. Franco defendía que este sistema eliminaba la lucha de clases y la explotación, y ofrecía una organización social armónica bajo la dirección del Estado.

Las características de este nuevo régimen incluían la concentración total del poder en la figura del Caudillo. Se prohibieron los partidos y sindicatos libres, quedando solo permitida la FET y de las JONS. La Iglesia católica tuvo un papel clave (nacionalcatolicismo), controlando la educación, la moral pública y muchas instituciones sociales. Además, fue un régimen fuertemente nacionalista, donde se impuso el castellano y se eliminaron las autonomías. Económicamente, se apostó por una autarquía que agravó los problemas del país. A pesar de que el régimen prometía orden y estabilidad, lo cierto es que los beneficios se concentraron en unas pocas “familias” del régimen y en las élites sociales, mientras que buena parte del pueblo vivía con muchas dificultades.

Normas Educativas en la Posguerra: El Control de la Iglesia

Fragmento de las normas que se establecieron en las escuelas españolas tras la Guerra Civil, donde se muestra cómo la Iglesia vuelve a tener el control de la educación (educación con matices religiosos). El texto pertenece a 1939, el llamado “Año de la Victoria”, y refleja el inicio de un nuevo sistema educativo controlado por el franquismo, donde la enseñanza estaba al servicio del régimen y de la religión católica.

Se establecían normas como la presencia del crucifijo en las aulas, el retrato de Franco, la imagen de la Virgen, el saludo religioso al entrar, y la obligatoriedad de cantar el himno nacional, lo cual muestra una educación totalmente ideologizada y nacionalcatólica.

Esta etapa forma parte del comienzo del régimen franquista tras la victoria en la Guerra Civil. España quedó destrozada, con una sociedad marcada por la muerte, el hambre, la represión y el exilio. Económicamente, se aplicó una política autárquica que empeoró la situación, mientras que socialmente se vivió una fuerte represión ideológica. Emocionalmente, el trauma fue enorme, con heridas que aún hoy no se han cerrado del todo.

El franquismo se organizó como una dictadura personalista. Todo giraba en torno a Franco, quien concentró el poder y eliminó el pluralismo político y sindical. Solo se permitió la FET y de las JONS. El Estado se basó en la familia, la patria y el catolicismo, y la Iglesia pasó a controlar la educación, la moral y la censura. Fue un régimen antinacionalista y militarista, con constantes exaltaciones a la guerra y a la unidad de España. Estas normas educativas son una muestra clara del tipo de sociedad que el franquismo quiso imponer durante casi 40 años.

La Visión Franquista de la Democracia en los Años 60

Tenemos un discurso de mediados de los años 60 donde Franco habla de las virtudes de una democracia bien entendida (desde el punto de vista del régimen franquista) y la crítica del pluripartidismo. Este texto se sitúa en la etapa del franquismo en la que se intentaba dar una imagen de modernización y apertura, aunque sin renunciar a los principios autoritarios del régimen.

Para Franco, una democracia auténtica no necesitaba partidos políticos, ya que estos, según él, eran responsables de dividir a la nación y fomentar la lucha de clases. En su lugar, defendía un Estado orgánico donde la representación se basara en instituciones tradicionales como la familia, el municipio y el sindicato vertical. Este pensamiento reflejaba perfectamente los fundamentos ideológicos del franquismo.

El régimen concentraba todo el poder en la figura de Franco, eliminando cualquier forma de pluralismo político o sindical. Solo se permitía la existencia del Movimiento Nacional (FET y de las JONS). Además, el Estado se apoyaba en la Iglesia católica (nacionalcatolicismo) como guía moral y cultural de la sociedad, y se mostraba claramente antinacionalista, prohibiendo otras lenguas y eliminando las autonomías.

La importancia de este discurso reside en que, aunque Franco hablaba de democracia, en realidad defendía una dictadura autoritaria enmascarada bajo un lenguaje político que pretendía ganar legitimidad internacional. Las consecuencias fueron graves: represión, falta de libertades y una sociedad controlada moral y políticamente. A pesar del crecimiento económico de los años 60, muchas clases sociales seguían marginadas y las heridas sociales de la guerra aún estaban muy presentes. Esta “democracia sin partidos” no era más que una forma de perpetuar el poder del régimen.

La Falange y sus Valores en el Régimen Franquista

La Falange fue fundada por José Antonio Primo de Rivera en 1933, en plena crisis de la Segunda República. El cartel que vemos representa claramente los valores que defendía este partido: la unidad de España, la exaltación de la patria, el militarismo y el trabajo colectivo como símbolo de fuerza. La imagen muestra a hombres vestidos con la camisa azul falangista, alzando banderas y marchando juntos, lo que refleja la disciplina, el nacionalismo y la idea de comunidad que el régimen franquista promovió durante décadas.

Este cartel se sitúa en el contexto de la dictadura franquista, una etapa marcada por la represión, el autoritarismo y la eliminación de cualquier forma de oposición. La Falange, que pasó a formar parte del partido único FET y de las JONS, tuvo un papel clave en el inicio del régimen, aportando muchos de sus dirigentes y símbolos ideológicos.

El franquismo impuso un modelo de Estado centralista, profundamente antinacionalista, que prohibía el uso de otras lenguas y eliminaba los estatutos de autonomía. Además, el régimen se apoyó en el nacionalcatolicismo, con la Iglesia controlando la educación, la moral y los medios de comunicación. Fue un Estado militarista, que exaltaba constantemente la bandera, el himno y la victoria en la Guerra Civil. Se prohibió el pluralismo político y sindical, dejando como única opción al Movimiento Nacional.

Este modelo generó grandes desigualdades sociales y provocó una fuerte represión contra los vencidos, a través de leyes como la de Responsabilidades Políticas. Aunque durante los años 60 comenzó un cierto desarrollo económico, las libertades seguían totalmente restringidas. La Falange fue clave en consolidar este sistema que, aunque fue evolucionando, mantuvo la esencia autoritaria hasta la muerte de Franco.

La Sección Femenina: Rol de la Mujer en la Dictadura

En esta imagen podemos observar a algunos de los miembros de la llamada Sección Femenina. Esta organización se dedicaba a obras de caridad, a mantener la moral católica y a reforzar las virtudes femeninas como la obediencia, la modestia o el servicio al hogar. Esta sección estaba presidida por Pilar Primo de Rivera, hija de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange Española. Esta rama femenina jugó un papel fundamental en la dictadura franquista, ya que fue una herramienta más del régimen para imponer su ideología a las mujeres.

Esta foto fue tomada en 1950, en plena dictadura de Franco, un régimen autoritario que, entre otras cosas, fue profundamente antinacionalista. Se prohibió el uso oficial de cualquier lengua que no fuera el castellano, se suspendieron los Estatutos de autonomía y se eliminaron todos los símbolos regionales. Fue además un sistema militarista, que exaltaba constantemente la bandera, el himno nacional y recordaba la Guerra Civil como una cruzada por la unidad de la patria.

Como ocurre en todos los regímenes dictatoriales, se prohibió el pluralismo político y sindical. Solo se permitía un único partido, la FET y de las JONS, al que pertenecía la Sección Femenina. Esta organización controlaba la vida de las mujeres desde la infancia, obligándolas a asistir a cursillos donde se les enseñaban labores del hogar y normas de comportamiento.

La dictadura fue apoyada por la Iglesia, la oligarquía, parte del ejército y falangistas enriquecidos por la guerra. Sin embargo, también provocó una gran represión, con cárceles, fusilamientos y trabajos forzados para quienes habían defendido la República. Frente a esto, surgieron formas de resistencia como el maquis y huelgas obreras.

Símbolos del Franquismo Temprano: Iglesia y Autoritarismo

Esta imagen muestra dos momentos clave del franquismo temprano: la unión del régimen con la Iglesia y su estética autoritaria. En la imagen de la izquierda, vemos a Franco arrodillado ante miembros de la Iglesia Católica, reflejando cómo el régimen franquista devolvió poder e influencia a la Iglesia, que había sido separada del Estado durante la Segunda República. La derecha muestra a Franco saludando con el brazo en alto frente a una catedral, representando la mezcla de poder militar y religioso en el nuevo régimen.

Todo comenzó con el golpe militar de 1936, en parte apoyado por la Iglesia Católica, que veía peligrar sus privilegios bajo la República. Tras la victoria franquista en la Guerra Civil, se instauró una dictadura autoritaria y centralista. Franco eliminó cualquier forma de diversidad cultural y política: se prohibió cualquier lengua que no fuese el castellano, se suspendieron los Estatutos de Autonomía y organismos regionales. Además, se exaltaban constantemente los símbolos nacionales, el recuerdo de los “caídos” del bando nacional y el papel del Ejército como garante de la unidad de España.

El régimen prohibió el pluralismo político y sindical, quedando solo permitido el “Movimiento Nacional” (FET y de las JONS). En lo social, la oligarquía recuperó el poder perdido con la República, uniéndose al régimen militares, falangistas y otros beneficiados por la guerra. También contaron con el apoyo de las clases medias rurales. Sin embargo, el proletariado y muchos urbanos no apoyaron el régimen, al menos hasta los años del desarrollismo económico en los 60. Por último, existían varias “familias” del régimen (falangistas, católicos, monárquicos…), que Franco usó para mantener el control sin dejar que nadie tuviera más poder que él.

La Ley de Responsabilidades Políticas de 1939

Fragmento de la ley de febrero de 1939, que va a ser una de las herramientas que los tribunales militares van a utilizar para juzgar y depurar a todos aquellos que consideren un peligro para el Régimen Franquista. Esta ley se refiere a la etapa que comienza tras el final de la Guerra Civil Española, un conflicto que estalló en 1936 tras años de tensiones políticas, sociales y económicas.

Antes de ese momento, la Segunda República había intentado aplicar reformas, pero la polarización política, la violencia y los enfrentamientos entre la izquierda y la derecha llevaron a un ambiente de fuerte inestabilidad.

Las ideas principales del texto son la declaración de responsabilidad política de todas aquellas personas y organizaciones que, según el régimen, contribuyeron a la subversión antes y durante la guerra civil. Se ilegalizan los partidos del Frente Popular y todos los que se opusieran al “Movimiento Nacional”, y se confiscan sus bienes. Esta ley sirvió para justificar la represión contra los vencidos.

La importancia de esta ley fue enorme porque permitió legalizar la represión, facilitando juicios militares contra miles de personas. Los apoyos al nuevo régimen se concentraron en zonas rurales del norte y las dos Castillas, así como entre quienes se beneficiaron de la depuración de republicanos: maestros, militares o funcionarios. En cambio, el proletariado y las clases medias urbanas no apoyaron al régimen hasta el desarrollismo económico de los años 60. Dentro del franquismo también hubo “familias” o grupos de poder: falangistas, militares, católicos del Opus Dei y monárquicos. Todos colaboraron en mantener la dictadura, aunque Franco supo equilibrar sus influencias para que nadie tuviera demasiado poder. La represión, junto con propaganda y control social, fue clave en el mantenimiento de su régimen durante casi cuarenta años.

El Fuero de los Españoles de 1945: Derechos Teóricos

Fragmento del Fuero de los Españoles, publicado el 18 de julio de 1945, que forma parte del proceso de institucionalización del régimen franquista tras la Guerra Civil. Esta norma pertenece a la etapa conocida como la “etapa azul” (1939-1945), caracterizada por el predominio falangista, la represión brutal contra los derrotados y la consolidación del poder de Franco mediante leyes fundamentales que sustituyeron a una Constitución democrática.

Antes de este momento, España había vivido una guerra civil (1936-1939) y una dura posguerra marcada por el hambre, el aislamiento internacional y la represión política. El Fuero de los Españoles recoge en teoría derechos y deberes para los ciudadanos, como la libertad de expresión (art. 12) o la lealtad al Estado (art. 2), pero siempre dentro del marco de los principios del régimen. De hecho, se redacta el poder de suspender estos artículos según las circunstancias, lo que hace que los derechos sean más simbólicos que reales. Es decir, se trataba de aparentar legalidad y orden, pero el control seguía siendo total.

Esta ley tuvo importancia porque sirvió para reforzar la imagen de que España tenía un orden jurídico, aunque realmente el franquismo seguía siendo una dictadura. Los derechos no podían ir contra la “unidad espiritual, nacional y social” del país, y todo el poder estaba en manos de Franco. Mientras tanto, la represión seguía: los campos de concentración y tribunales militares juzgaban a republicanos, comunistas o masones; muchos fueron fusilados o condenados a trabajos forzados. Frente a esto, algunos grupos resistían, como el maquis o el Partido Comunista, pero con el tiempo, esa oposición fue desapareciendo, y la dictadura quedó más consolidada.

El Manifiesto de Lausana de Don Juan de Borbón (1945)

Este es un fragmento donde se pide la vuelta de la monarquía parlamentaria y democrática, y se critica la dictadura totalitaria franquista y una posible restauración de la república. El texto es el Manifiesto de Don Juan de Borbón desde Lausana, escrito en 1945, cuando España vivía bajo la dictadura de Franco.

Tras la Guerra Civil, el régimen franquista instauró una etapa conocida como la “etapa azul” (1939-1945), caracterizada por la represión a los derrotados y una fuerte influencia falangista. Durante este tiempo se aprobaron leyes fundamentales como el Fuero del Trabajo o el Fuero de los Españoles, que pretendían sustituir a una constitución democrática y consolidar el poder de Franco.

En el manifiesto, Don Juan critica el régimen franquista, que considera contrario a la tradición del pueblo español y que, además, amenaza con llevar al país a un nuevo conflicto civil. También rechaza la opción de volver a una república, pues piensa que terminaría enfrentando a los españoles de nuevo. Por eso, defiende que la única solución estable es la restauración de la monarquía tradicional y constitucional, como instrumento de paz y reconciliación nacional.

Este documento tuvo una gran importancia simbólica, ya que mostraba la oposición de los sectores monárquicos al franquismo. Sin embargo, Franco respondió con la Ley de Sucesión de 1947, en la que se autoproclamaba jefe vitalicio del Estado y se reservaba el derecho de nombrar sucesor. Mientras tanto, los republicanos en el exilio fueron perdiendo fuerza. Solo el Partido Comunista mantuvo la lucha desde la clandestinidad, hasta que con la entrada de España en la ONU en diciembre de 1955, se desvanecieron sus esperanzas de volver al poder.

Los Planes de Desarrollo y el Desarrollismo Económico

Tenemos un fragmento del Primer Plan de Desarrollo por los tecnócratas del Opus Dei (quienes, cuando lleguen el primer año en el 64, serían cuatrienales). Estos planes tenían como objetivo igualar los niveles de renta, desarrollar las provincias menos industrializadas, potenciar la industrialización y modernizar el sector primario.

El texto pertenece a la etapa del franquismo conocida como “desarrollismo”, que comenzó tras el Plan de Estabilización de 1959. Este plan marcó el fin de la autarquía y el inicio de una economía capitalista, gracias a los tecnócratas del Opus Dei. Durante los años 60, España vivió un crecimiento económico muy fuerte, conocido como la “Década Prodigiosa”.

Este crecimiento provocó grandes cambios sociales, como el éxodo rural, la emigración a Europa, el auge del turismo y la aparición de una clase media. Aumentó también el consumo, hubo un “baby boom” y empezó a cambiar la mentalidad de la población, más abierta a influencias extranjeras. A pesar de ello, el régimen no permitió libertades políticas reales.

Los Planes de Desarrollo, como el de 1964, buscaban repartir mejor la riqueza y fomentar industrias en zonas pobres, creando polos de desarrollo en lugares como Huelva. Aunque el crecimiento fue importante, no se corrigieron las desigualdades regionales. Además, la crisis del petróleo de 1973 frenó este crecimiento y mostró la fragilidad del sistema económico español.

Estos cambios no significaron una apertura del régimen. La represión seguía presente y aumentaron las protestas obreras, con la aparición de sindicatos como CCOO (1962) y la oposición política, como en el Contubernio de Múnich (1962). Aunque la economía mejoró, el franquismo seguía sin ofrecer libertades democráticas reales.

El Contubernio de Múnich y el Inicio de la Oposición Organizada

Esta imagen hace referencia a la etapa final del franquismo, especialmente al inicio de la oposición al régimen durante los años 60. Antes de llegar a ese momento, España había vivido una dura posguerra y una dictadura férrea desde el final de la Guerra Civil en 1939. En los años 50, la economía española estaba muy atrasada, pero con el Plan de Estabilización de 1959 empezó un crecimiento económico.

La portada del periódico ABC menciona la famosa reunión de Múnich de junio de 1962, también llamada “el contubernio de Múnich” por el franquismo. Fue un encuentro de políticos y opositores liberales al régimen franquista que pedían una transición hacia la democracia en España. Este evento fue duramente criticado por el régimen, que respondió con represión y censura.

La reunión de Múnich fue clave porque marcó uno de los primeros gestos organizados y visibles de oposición política al franquismo. Aunque Franco intentó controlar la situación, la realidad es que el país ya estaba cambiando. Gracias al crecimiento económico impulsado por el Plan de Estabilización y los Planes de Desarrollo, mejoró el nivel de vida. Muchos españoles emigraron a Europa por la transformación de la economía, y se consolidó una nueva clase media. Apareció la sociedad de consumo y se vivió el “baby boom”, pasando de 30 a 36 millones de habitantes entre 1960 y 1975.

Aumentó también la crítica al régimen, con huelgas, oposición obrera, la aparición de ETA, y cambios sociales como la incorporación de la mujer al trabajo y la pérdida de poder de la Iglesia. Aunque el régimen trató de aparentar aperturismo, la represión seguía siendo muy fuerte, lo que terminó por generar más oposición hasta la muerte de Franco.

La Ley Orgánica del Estado de 1967: Consolidación del Poder

Fragmento de la penúltima de las leyes fundamentales, la Ley Orgánica del Estado. Esta consolida los principios del régimen, da mayor poder a las Cortes del Reino, refuerza los poderes de la Jefatura del Estado y de la Jefatura de Gobierno. En el artículo 6 queda claro que Franco tenía el control absoluto del país: representaba a la Nación, dirigía el Ejército, la política y la justicia. Aunque parecía una ley moderna que institucionalizaba el régimen, en realidad consolidaba el poder personal del dictador.

Este texto pertenece a la etapa final del franquismo, concretamente a 1967, cuando el régimen trataba de parecer más moderno y legal, pero en realidad seguía siendo una dictadura. Antes de llegar a ese momento, en los años 60, España experimentó un gran crecimiento económico gracias al Plan de Estabilización de 1959 y la expansión económica mundial. A partir de 1963 se intentó organizar este crecimiento con los Planes de Desarrollo, que buscaban potenciar sectores clave como la industria y corregir desequilibrios entre regiones. Aunque hubo avances, los resultados no fueron tan buenos como se esperaba, y en 1973 la crisis del petróleo frenó este progreso. Esto provocó una fuerte crisis económica en España que duró hasta mediados de los 80.

A pesar del crecimiento, el régimen no se abrió realmente. La represión continuaba, y surgieron problemas con la Iglesia, el nacionalismo vasco (con el nacimiento de ETA) y el mundo obrero. Las huelgas se multiplicaron y también los movimientos clandestinos como las Comisiones Obreras. La Ley Orgánica del Estado fue un intento de asegurar la continuidad del régimen, pero la oposición social y política seguía creciendo, y al final acabó derrumbándolo tras la muerte de Franco.

La Ley de Sucesión y la Designación de Juan Carlos I

Fragmento de la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, donde, como quedaba recogido en la Ley de Sucesión de 1947, Franco designaría a su sucesor a título de rey, nombra a Juan Carlos como rey. Este momento, ocurrido en 1969, fue clave porque se intentaba asegurar la continuidad del régimen franquista después de la muerte del dictador.

El texto muestra cómo se justificaba esta elección diciendo que Juan Carlos estaba preparado, era patriota y respetaba los Principios del Movimiento y las Leyes Fundamentales. Este documento pertenece a la última etapa del franquismo, cuando el régimen intentaba institucionalizarse y dar una apariencia de estabilidad.

Antes de esto, España vivió muchas tensiones internas. Durante los años 60, a pesar del crecimiento económico y de algunos intentos de apertura, la oposición fue aumentando. El nacionalismo vasco resurgió con fuerza tras la creación de ETA en 1959, que comenzó su lucha armada con su primer asesinato en 1968. En el mundo laboral, las huelgas se multiplicaban gracias a la actividad clandestina del Partido Comunista y las Comisiones Obreras, fundadas en 1962. Además, la oposición política se organizaba en el exilio, como se vio en el “Contubernio de Múnich” de 1962.

A pesar de todo esto, el régimen seguía reprimiendo cualquier disidencia, como demuestra la ejecución del comunista Julián Grimau en 1963. Con esta ley, Franco intentaba que, aunque él muriera, el franquismo continuara con Juan Carlos al frente. Sin embargo, su proclamación como rey en 1975 acabaría llevando a la democracia.

El Discurso de Arias Navarro en 1974 y el Final del Régimen

Fragmento de un discurso de Arias Navarro como nuevo presidente de Gobierno tras la muerte de Carrero Blanco, en el que intenta dar una imagen de renovación del régimen y adaptar el gobierno a una sociedad que ya no es la de los años 40. En su intervención, Arias reconoce que la España de 1974 ha cambiado, que ha superado la guerra civil y el aislamiento internacional, y sugiere que el régimen también debe adaptarse a esos cambios.

Este momento se sitúa en los últimos años del franquismo. Después de la ejecución del líder comunista Julián Grimau (1963) y la fundación de ETA (1959), el régimen intentó aparentar cierta apertura con leyes como la de Prensa (1966) o la Ley Orgánica del Estado (1967). Sin embargo, la represión seguía presente, y la oposición aumentaba, sobre todo desde el “Contubernio de Múnich” (1962), donde políticos españoles pidieron que España no entrara en la C.E.E. sin libertades.

Además, la lucha obrera crecía con las Comisiones Obreras (CC.OO., 1962) y el trabajo clandestino del PCE. Carrero Blanco, que lideraba el llamado “gobierno monocolor”, fue asesinado por ETA en 1973, lo que provocó una fuerte crisis en el régimen. Arias Navarro lo sustituyó, pero no trajo los cambios reales que muchos esperaban. La oposición política se unía mientras Franco enfermaba, y en 1975 España vivió sus últimas ejecuciones del franquismo. Todo esto desembocaría en el final de la dictadura poco después, con la muerte de Franco el 20 de noviembre de ese año.

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