La Asociación Internacional de Trabajadores
La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) fue creada en Londres. Posteriormente, incorporó sociedades obreras de distintos países y personalidades involucradas en la lucha social. Se organizó en secciones nacionales y tenían un consejo nacional dirigido por Marx. Los primeros congresos de la AIT se celebraron en Ginebra, Lausana y Bruselas. Se adoptaron acuerdos para impulsar las movilizaciones obreras en cada país y se definieron unas medidas que influyeron en las reivindicaciones obreras. Estos acuerdos no impedían la existencia de discrepancias internas que llevaron al enfrentamiento abierto, desde 1869, entre Marx y Bakunin. Marx controlaba la AIT a través del consejo general, Bakunin defendía la abolición del estado y no su conquista.
Crisis y disolución de la Internacional
El enfrentamiento entre Bakunin y Marx estaba incubando una crisis en la AIT, que la guerra franco-prusiana y la derrota de la Comuna precipitaron de forma irreversible. La ruptura entre los dos sectores se formalizó en el congreso de La Haya. Los bakuninistas organizaron la Internacional Antiautoritaria.
La AIT oficial, muy debilitada, se trasladó a Nueva York donde languideció hasta 1876, año en que se disolvió. Se había consolidado la primera gran escisión en el movimiento obrero entre marxistas y anarquistas.
Partidos y sindicatos socialistas
Recogiendo la experiencia de la Primera Internacional, se empezaron a crear partidos políticos obreros. El primero y más importante fue el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), fundado en 1875.
A largo plazo, el SPD pretendía conquistar el poder político. A corto plazo, definió lo que serían las líneas esenciales de la socialdemocracia del siglo XX, por medio de la lucha política y la acción parlamentaria.
El SPD potenció la creación de los sindicatos nacionales, con profesionalización de sus dirigentes. En Alemania, surgió la Unión General de Sindicatos Alemanes, y con similares características se creó la Unión General de Trabajadores (UGT, 1888), en España. En Inglaterra, el punto de partida no fue el partido político, sino los sindicatos, los cuales tras una larga experiencia de lucha, se habían consolidado a nivel nacional. De esta iniciativa surgió el Partido Laborista (1905), que se consolidó en 1906 al obtener casi 30 escaños en la Cámara de los Comunes y que, en 1918, optó por una clara orientación socialista.
Los caminos del socialismo
Del socialismo surgió, en el seno del Partido Socialdemócrata Alemán, una corriente que favoreció el predominio de la práctica parlamentaria en detrimento de la acción revolucionaria.
Esta situación alimentó el revisionismo de los postulados de Karl Marx, cuyo principal impulsor fue el alemán Eduard Bernstein. En primer lugar, cuestionó el análisis del capitalismo realizado por Marx. En segundo lugar, Bernstein sostenía que la participación política de la clase obrera había conllevado unas reformas sociales, y apostaba por la vía parlamentaria para llegar de manera gradual al socialismo. El sector mayoritario alemán, representado por Karl Kautsky, atendía de forma preferente las prácticas reformistas. Otros, como Rosa Luxemburg, defendían que solo se podía llegar al socialismo a través de la revolución proletaria. El ruso Vladimir Ilich Lenin fue la personalidad más relevante de esta tendencia izquierdista y encabezó la escisión bolchevique. Jules Guesde representaba la ortodoxia revolucionaria, contraria a toda alianza política con la burguesía. Jean Jaurès impulsó una radical síntesis entre democracia y socialismo. Estos dirigentes representaban los dos partidos socialistas que se unificaron en 1905, formando la Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO). En España, el Partido Socialista Obrero Español, fundado en 1879, mantuvo una radical posición de clase.
Las prácticas del anarquismo
En el anarquismo se perfilaron caminos diversos. En el congreso de Londres se aprobó el uso de la violencia individual para divulgar el ideario anarquista e inducir a las masas a la revolución. Cada vez más, la propaganda por la acción explicaría unos actos terroristas que comportaron el asesinato de la emperatriz de Austria y de los presidentes de la República Francesa, del Consejo de Ministros de España y de Estados Unidos. La corriente más radical del anarquismo, el anarcocomunismo, tuvo sus principales representantes en Piotr Kropotkin y Enrico Malatesta. Defendían la educación como factor decisivo para el cambio social, el antimilitarismo, el anticlericalismo y los ideales internacionalistas. En Francia se vinculó al sindicalismo revolucionario y dio origen al anarcosindicalismo. En la Carta de Amiens se definió el sindicalismo revolucionario. En esta línea cabe situar a la Confederación General del Trabajo (CGT) en Francia, que sirvió de referencia al sindicalismo italiano y a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT, 1910) en España.