La Guerra Colonial y la Crisis de 1898
1. Introducción
En el último tercio del siglo XIX, el antiguo imperio colonial español había quedado reducido a algunos territorios en el norte de África y a una serie de pequeñas posesiones insulares: Cuba y Puerto Rico en el Caribe, y los archipiélagos de Filipinas, Carolinas y Palaos en el Pacífico. En 1898 se produjo la pérdida de todos estos territorios.
2. Causas de la Independencia y el Conflicto
Las principales causas que llevaron a la independencia de las colonias y al conflicto fueron:
- Ideas Liberales: Las ideas liberales se habían extendido a lo largo de todo el siglo XIX, y las colonias españolas en América Central y en Filipinas no fueron ajenas a estas ideas basadas en la libertad y en los derechos individuales.
- Factores Socioeconómicos: A nivel social y económico, las políticas españolas perjudicaban a la clase burguesa cubana en beneficio de la población llegada de la Península. Además, España tenía el monopolio de productos como el tabaco, café o caña de azúcar, por lo que Cuba no podía comerciar libremente con otros países.
- Intereses Internacionales: A nivel internacional, hay que tener en cuenta los intereses económicos de grandes potencias como Inglaterra y Francia, y de otras potencias emergentes como Estados Unidos.
- Falta de Reformas: Desde la Paz de Zanjón en 1878, los gobiernos españoles tuvieron 17 años para introducir en la colonia algunas de las reformas defendidas por los autonomistas isleños. Muy pocas medidas se llevaron a cabo en las colonias españolas en América. La única medida de relativa importancia que se aprobó fue la abolición definitiva de la esclavitud y que los cubanos tuvieran representación en las Cortes; las restantes propuestas habían sido rechazadas.
- Política Proteccionista: Las tensiones aumentaron a causa de la oposición cubana a los fuertes aranceles proteccionistas que España imponía para dificultar el comercio con EE. UU., lo que provocó un gran malestar. El presidente norteamericano McKinley amenazó con cerrar las puertas del mercado estadounidense a los principales productos cubanos si el gobierno no modificaba la política arancelaria de la isla (en 1894, EE. UU. adquiría el 88,1 % de las exportaciones cubanas).
3. Las Guerras Coloniales y el Levantamiento
En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, que tres años más tarde iniciaría la revuelta independentista con el llamado Grito de Baire.
El presidente español, Cánovas del Castillo, intentó solucionar la situación enviando un ejército dirigido por el General Martínez Campos, quien intentó combinar la represión militar con la flexibilidad necesaria para llegar a acuerdos. Martínez Campos, que se negaba a actuar contra la población civil que apoyaba la insurrección, fue sustituido por el General Valeriano Weyler. Weyler construyó una serie de líneas fortificadas que dividieron la isla en sectores aislados y concentró a la población campesina en los poblados para impedir que prestaran apoyo a los insurgentes. La medida produjo graves dificultades de abastecimiento alimentario y sanitario, lo que provocó una gran mortalidad entre la población civil, pero no consiguió derrotar a las tropas insurrectas.
En 1897, tras la muerte de Cánovas del Castillo, se decidió probar la estrategia de conciliación y acuerdo: se retiró a Weyler, se concedió autonomía, sufragio universal, la igualdad de derechos entre españoles y cubanos, y la autonomía arancelaria. Pero las reformas llegaron tarde, ya que los independentistas, que contaban con el apoyo de los EE. UU., se negaron a acabar con la guerra.
En Filipinas, la presencia española era más débil y se limitaba a algunas órdenes religiosas, la explotación de algunos recursos naturales y su utilización como punto comercial y estratégico para la zona del Pacífico (China). Coincidiendo con el levantamiento cubano, se produjo también un levantamiento en Filipinas, que en un principio fue duramente reprimido y su principal dirigente ejecutado. El último episodio antes de la guerra fue el intento de compra de la isla por parte de Washington por 300 millones de dólares, a lo que España se negó.
4. La Intervención de Estados Unidos
Tanto en España como en EE. UU. se era consciente de que la guerra independentista cubana desembocaría en un enfrentamiento directo entre ambos países. Desde los inicios del levantamiento cubano, la ayuda de EE. UU. a los sublevados fue importante, proporcionándoles material, armamento y municiones, hasta que, en 1898, decidieron intervenir directamente, dando a España un ultimátum. Las razones esgrimidas fueron:
- Tipo Humanitario: Se criticaba la represión contra la población civil realizada en época de Weyler, que había herido la sensibilidad de la población estadounidense.
- Político: Se declaró el derecho de Cuba a su libertad e independencia, siguiendo las ideas formuladas por la Doctrina Monroe (‘América para los americanos’). En la cuarta resolución del ultimátum, se afirmó la voluntad de no ejercer soberanía, jurisdicción o autoridad sobre la isla por parte de EE. UU.
- Militar: En febrero de 1898 se produjo la explosión del acorazado norteamericano Maine, fondeado en el puerto de La Habana. EE. UU. culpó a España, y aunque el gobierno de Sagasta propuso una investigación, el incidente fue la excusa anhelada por los norteamericanos para declarar la guerra a España. Tras estas excusas se escondía un poderoso interés económico y estratégico.
La prensa y buena parte de la opinión pública española se mostró a favor del conflicto, con la vocación de demostrar la grandeza española contra EE. UU., una menospreciada nación joven. Tan solo el Partido Socialista Obrero Español se manifestó en contra de la guerra.
Concluido el plazo dado en el ultimátum (mediodía del 23 de abril), se inició la guerra. El desarrollo de las operaciones militares fue rápido y contundente. Los norteamericanos, con navíos acorazados y superioridad en armamento, destruyeron fácilmente la escuadra española en Santiago de Cuba y en Cavite (Filipinas), siendo rápida la victoria estadounidense.
A finales de 1898 se firmó la Paz de París, por la que España perdió sus últimas posesiones ultramarinas en América y el Pacífico. Cuba se convirtió en un país independiente, tutelado por EE. UU., que recibió Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam en las Marianas. Poco después, se vendieron a Alemania los archipiélagos de Carolinas y las Marianas.
5. La Crisis del 98 y sus Consecuencias
La derrota de 1898 sumió a la sociedad y a la clase política española en un estado de desencanto, que significó la destrucción del mito del imperio español en un momento en que las potencias europeas estaban formando grandes imperios coloniales en África y Asia, quedando España relegada a un papel muy secundario en la política internacional.
Las repercusiones políticas y económicas inmediatas fueron menores de lo que se esperaban. A nivel económico, muchas familias que dependían del comercio con las colonias se vieron afectadas. Sin embargo, la Crisis del 98 fue sobre todo una crisis moral e ideológica, que causó un enorme impacto sobre la población. El impacto que produjo este acontecimiento sumió a los españoles en una honda crisis de conciencia que afectó a todo el tejido social de la nación, y que tuvo su mejor expresión en una importante reacción intelectual y cultural que centró sus esfuerzos en la necesidad de recuperar el pulso perdido y modernizar y regenerar España.
Se trata de la llamada Generación del 98, un grupo de intelectuales que criticó el atraso español y planteó una reflexión en torno al problema de España y su definición como nación, la búsqueda de sus señas de identidad nacional, las causas de su atraso con relación a Europa y su papel en la historia. Entre sus miembros destacaron Machado, Unamuno, Azorín, Pío Baroja, Valle-Inclán, Maeztu, etc. En esa línea, hemos de mencionar a Joaquín Costa o al general Polavieja, que reclamaban una regeneración profunda de la política y de la sociedad española a través del movimiento llamado Regeneracionismo.
6. Conclusión
Con el Tratado de París, España perdió los últimos territorios de su imperio ultramarino. Este acontecimiento sumió a los españoles en una honda crisis de conciencia que afectó a todo el tejido social de la nación, marcando un punto de inflexión en la historia contemporánea de España y dando paso a un profundo debate sobre su identidad y futuro.