El Régimen Franquista en España: Institucionalización, Evolución y Oposición (1939-1975)

Institucionalización política del régimen franquista

Se constituyeron diversas políticas conocidas como las Leyes Fundamentales del Reino, que no deben confundirse con una Constitución, al carecer el franquismo de cualquier legitimación democrática. Las principales fueron:

  • Fuero del Trabajo (9 de marzo de 1938): Aprobado en plena Guerra Civil, establecía una economía capitalista pero libre de la presión de los trabajadores. Los sindicatos de clase estaban prohibidos.
  • Ley Constitutiva de las Cortes (1942): Establecía unas Cortes con más de quinientos miembros (denominados “procuradores”), designados de oficio en su mayoría; cincuenta de ellos, directamente por Franco.
  • Fuero de los Españoles (1945): Una especie de declaración de derechos y deberes, publicada después de terminada la Segunda Guerra Mundial.
  • Ley de Referéndum Nacional (1945): Pretendía dar un aire democrático al régimen en un momento en que las potencias fascistas habían perdido la guerra y la situación internacional de España era complicada.
  • Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947): Fue aprobada en referéndum con el 93% de votos favorables. Franco quedaba como jefe vitalicio del Estado y se le reconocía el derecho a nombrar sucesor.
  • Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958): Aprobada sin deliberación previa de las Cortes, sirvió para consolidar la posición de la Falange como partido único.

Evolución política, económica y social. La situación de Andalucía

La posguerra: los años cuarenta

Desde el final de la guerra y hasta 1945, hubo entre 50.000 y 60.000 ejecutados. Al exilio habían marchado más de 400.000 personas. El número de presos políticos en 1939 sobrepasaba los doscientos mil. Su política represiva afectó de manera especial al sector cultural. Universidades, institutos y, en particular, el cuerpo de maestros, sufrieron una depuración muy extensa. Se trataba de que el sistema educativo no estuviera “contaminado” por las ideas vencidas en la Guerra Civil.

Meses después de que acabara la Guerra Civil, estalló la Segunda Guerra Mundial. España se declaró inmediatamente neutral, a pesar de su compromiso ideológico y moral con alemanes e italianos. La participación de España en la guerra se limitó al envío de un ejército voluntario, la División Azul, a luchar contra la Unión Soviética. Desde 1943, cuando la situación de la guerra comenzaba a ser desfavorable para Alemania, España trató de suavizar su relación con los Aliados, de quienes recibía alimentos y petróleo. Tras la victoria aliada, España no fue admitida en la ONU y los vencedores declararon en la Conferencia de Potsdam que el régimen autoritario de España debía ser sustituido por uno democrático.

Entre 1945 y 1946, el franquismo quedó aislado, mientras la actividad de la oposición crecía en el exterior y la lucha de guerrillas (el maquis) se extendía por el interior. Solo la Argentina de Perón y el Portugal de Salazar mantuvieron relaciones con España. El régimen contestó con una actitud de desprecio hacia los regímenes democráticos.

En 1947, comienza la llamada Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. El comunismo se convierte en el gran enemigo de las potencias occidentales, y la España de Franco verá cómo la nueva coyuntura internacional le es favorable.

En cuanto a la economía, los tres años de guerra tuvieron consecuencias muy negativas: disminuyó la producción y las reservas de oro y divisas, y se destruyeron infraestructuras y vías de comunicación. La política autárquica tuvo dos ejes de actuación: la reglamentación de las exportaciones y las importaciones, y el fomento de la industria, sobre todo en aquellos sectores estratégicos que debían permitir la supervivencia militar y política del nuevo Estado. El Estado controlaba directamente el mercado y los productores estaban obligados a vender toda la producción a precios previamente fijados. Ello hizo que muchos productores prefirieran esconder su producción y venderla en el mercado negro, a precios más altos. El resultado fue una escasez de los productos, un aumento de los precios y el mantenimiento de las cartillas de racionamiento hasta 1951, provocando situaciones de hambre.

Los años cincuenta: apertura y reconocimiento exterior

Lo que había sido una alianza entre los países occidentales y la Unión Soviética se convirtió en un conflicto entre regímenes democráticos y regímenes comunistas, conocido como la Guerra Fría. A partir de 1948, Francia abre su frontera con España. Los principales apoyos para que España fuera reconocida en el exterior vinieron de Estados Unidos y del Vaticano. Estados Unidos pasó por alto el régimen autoritario de España y se fijó en su valor como país anticomunista.

Los acuerdos con Estados Unidos se firmaron en septiembre de 1953, tras un largo proceso de negociaciones. Estados Unidos obtenía permiso para instalar bases militares en Rota, Zaragoza, Morón y Torrejón. A cambio, España recibió ayuda económica y alimentos que le permitieron equilibrar el mercado interior e ir desmontando el mercado negro. También en 1953, España firmó con el Vaticano un Concordato que consagraba la confesionalidad del Estado, establecía un presupuesto para el culto y el clero, y reconocía a la Iglesia amplios derechos en la enseñanza.

A comienzos de los cincuenta, se vio que la autarquía era insostenible. Se suprimieron las cartillas de racionamiento y se aprobó un decreto que liberalizaba los precios de los alimentos, lo que supuso una normalización de la vida cotidiana. Sin embargo, los salarios seguían bloqueados por el Ministerio de Trabajo. También se desarrolla el turismo.

Hacia 1957, el Estado español estaba al borde de la bancarrota. Su política económica le mantenía al margen de la evolución de los países occidentales. Franco comprendió la necesidad de estos cambios y encargó los ministerios económicos a personas con formación específica en la materia, que pasarían a ser conocidos como los tecnócratas. Se estableció un Plan de Estabilización, puesto en marcha en julio de 1959, con las siguientes medidas:

  • Recorte del gasto público.
  • Restricción del crédito.
  • Congelación de salarios.
  • Limitación de las horas extraordinarias.
  • Devaluación de la peseta.
  • Eliminación de buena parte de la intervención estatal en la economía.
  • Reforma fiscal y medidas contra el fraude.

La España del desarrollo (los años sesenta)

España inició un periodo marcado por la ideología desarrollista, cuyo objetivo era aumentar la renta nacional. Entre 1962 y 1975, tres Planes de Desarrollo llevaron a España a convertirse en la décima potencia industrial del mundo. El cerebro de estos planes fue Laureano López Rodó, quien desde 1962 estuvo al frente de la Comisaría del Plan de Desarrollo. Desde diversos ministerios y organismos, figuras como Ullastres, Navarro Rubio o López Bravo buscaron el pleno empleo, el crecimiento del producto nacional y una mejor distribución de la riqueza. Establecieron siete polos de desarrollo en siete ciudades.

Aunque no se cumplieron todos los objetivos, España tuvo en los años sesenta una de las tasas de crecimiento más altas del mundo. Entre 1960 y 1973, la producción industrial aumentó a un ritmo del 10% anual. Aumentaron notablemente las importaciones, que pudieron realizarse gracias a los ingresos por el turismo y al dinero que enviaban los emigrantes en el exterior. Otros elementos que destacar fueron:

  • El éxodo rural: Cuatro millones de personas abandonaron sus pueblos de origen para instalarse en Europa o en las regiones más ricas de España.
  • El urbanismo incontrolado: Crecimiento desordenado de las ciudades.
  • Cambio de mentalidad: La emigración y los turistas favorecieron el cambio de hábitos y mentalidad entre los españoles.
  • Seguridad Social: Se aprobó la Ley de Bases de la Seguridad Social.

Desde el punto de vista político, el régimen de Franco siguió siendo una dictadura, que no solo no aflojó la represión, sino que se lanzó a descaradas campañas de manipulación a través de los medios de comunicación. Desde 1962, funcionaba el Tribunal de Orden Público (TOP), encargado de los delitos de reunión y pertenencia a organizaciones ilegales. En 1966, fue aprobada una nueva Ley de Prensa.

Los últimos años del franquismo (1969-1975)

La oposición al régimen había crecido de tal manera que los sectores más duros del franquismo consiguieron que Franco declarara el estado de excepción en toda España. Hubo levantamientos en el País Vasco. Ese mismo año, en 1969, Franco hizo que las Cortes nombrasen a Juan Carlos de Borbón su sucesor en la Jefatura del Estado.

En 1969 estalló el caso Matesa. Matesa era una empresa de exportación de maquinaria textil que se había beneficiado de créditos y subvenciones del Estado. El asunto fue utilizado por los ministros falangistas e independientes para reducir el poder de los tecnócratas, y la reacción de Franco fue formar un nuevo gobierno con mayoría de ministros del Opus Dei. Luis Carrero Blanco se volcó en defender las esencias del régimen, reprimiendo con dureza todas las manifestaciones de la oposición. Esta política represiva tuvo un momento estelar con motivo del Proceso 1001 contra diez miembros de Comisiones Obreras. En 1973, Carrero Blanco fue asesinado en Madrid por ETA.

Otra complicación grave vino de la economía. En España comenzaron a notarse los efectos de la crisis económica mundial provocada por la subida de los precios del petróleo. Tras la muerte de Carrero Blanco, el nuevo Presidente del Gobierno fue Carlos Arias Navarro. Otro acontecimiento complicó la situación: varios cientos de miles de marroquíes marcharon hacia la frontera con el Sáhara (la “Marcha Verde”), la última colonia española. España abandonó precipitadamente el territorio saharaui. Finalmente, el 20 de noviembre de 1975, murió Francisco Franco.

La oposición al Régimen

Tras la Guerra Civil, la oposición política estaba completamente desarticulada. Los distintos grupos intentaron recomponerse en el exilio, pero la tarea era imposible. El Partido Comunista de España (PCE) optó por trabajar desde el interior y, poco a poco, fue creciendo su influencia en el movimiento obrero y popular. Desde 1951, el movimiento obrero comenzó con su estrategia de movilizaciones. Las primeras fueron las huelgas en los tranvías de Barcelona, los cafés de Bilbao y los periódicos de Madrid.

Joaquín Ruiz-Jiménez, desde el Ministerio de Educación, trató de realizar una reforma de la universidad y de la enseñanza secundaria que fue abortada por los falangistas. En Cataluña y el País Vasco renació el nacionalismo. Un grupo de estudiantes se separó del PNV, fundando en 1959 Euskadi Ta Askatasuna (ETA). Su origen estaba en la reivindicación de la identidad vasca, reprimida por la política franquista.

En 1962, un centenar de delegados de la oposición democrática se reunieron en Múnich y elaboraron un documento en el que denunciaban el carácter antidemocrático del régimen, un evento que la propaganda franquista denominó despectivamente el “Contubernio de Múnich”.

En los años sesenta, la conflictividad se centró en cuatro sectores de la sociedad española: el laboral, el estudiantil, el regional y el eclesiástico.

  • Conflictividad laboral: Los conflictos en el mundo del trabajo aumentaban de año en año por razones fundamentalmente laborales, aunque desde 1967 se observa una politización de los mismos con reivindicaciones como la libertad de huelga o el derecho a crear sindicatos.
  • Movimiento estudiantil: El gobierno perdió poco a poco el control de la Universidad, al incorporarse profesorado por méritos más académicos que políticos. El Sindicato Español Universitario (SEU) fue sustituido en la práctica por asambleas de estudiantes, que convirtieron escuelas y facultades en centros de agitación contra el régimen.
  • Nacionalismos periféricos: Los movimientos nacionalistas también se reavivaron. La izquierda los apoyó como una forma más de lucha contra el franquismo.
  • Sector eclesiástico: Los curas más jóvenes y los católicos progresistas se enfrentaron a la jerarquía, a la que acusaban, con razón, de apoyar la dictadura. Las desavenencias con el Vaticano fueron frecuentes. A pesar del Concordato, Franco no pudo evitar que en 1971 fuera nombrado para la archidiócesis de Madrid el cardenal Enrique Tarancón, hombre poco vinculado al régimen.

Surgieron muchas revistas que debatían sobre el futuro político de España. En julio de 1974, se constituyó la Junta Democrática, compuesta por un amplio abanico de fuerzas que iban desde algunos monárquicos hasta el Partido Comunista. En junio de 1975, nació la Plataforma de Convergencia Democrática (PSOE, UGT, PNV y otros).

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