España en el Siglo XIX: Carlismo, Reinado de Isabel II y el Sexenio Democrático

El Carlismo: Ámbito Geográfico, Ideología y Apoyos Sociales

El final del reinado de Fernando VII estuvo marcado por una crisis sucesoria. El rey no había tenido descendencia en sus tres primeros matrimonios. En 1829, contrajo matrimonio con su sobrina, María Cristina de Borbón, quien a los pocos meses quedó embarazada, lo que planteó el problema sucesorio.

La Cuestión Sucesoria y el Origen del Carlismo

Las bases legales de la sucesión al final del reinado de Fernando VII serán la Ley Sálica (que impedía a las mujeres heredar el trono siempre y cuando el rey tuviera descendientes varones en línea directa o colateral), promulgada por Felipe V en 1713 y que quedaría derogada por la Pragmática Sanción, elaborada durante el reinado de Carlos IV y publicada en 1830.

Fernando VII decidió derogar la Ley Sálica para que, en caso de tener una hija, esta no quedara excluida del trono. Así, en marzo de 1830, publicó la Pragmática Sanción. Se restablecía así la línea sucesoria de las Partidas, favorable a la sucesión femenina. El resultado fue la oposición carlista a la monarquía isabelina y el comienzo de una guerra civil que supuso un conflicto dinástico y una confrontación entre dos grupos antagónicos:

  • Carlistas: partidarios de Carlos María Isidro como rey de España, cuyo programa ideológico se basaba en: inmovilismo (oposición radical a las reformas liberales); defensa del Antiguo Régimen (monarquía absoluta); tradicionalismo católico; y defensa del foralismo vasco-navarro.
  • Liberales: apoyaban a María Cristina y a la futura reina Isabel II. Defendían los principios liberales: Constitución, igualdad ante la ley, prácticas capitalistas…

Ideología y Apoyos del Carlismo

Los apoyos sociales del Carlismo fueron parte del clero rural, de la pequeña nobleza agraria, del pequeño campesinado y también sectores del ejército y el artesanado, que veían amenazada su situación económica y sus tradiciones. Las zonas geográficas que apoyaron al Carlismo fueron zonas rurales del País Vasco y parte de Cataluña, Aragón y Valencia.

El Carlismo desencadenó tres guerras a lo largo del siglo XIX: 1833-1840, 1846-1849 y 1873-1876.

El Reinado de Isabel II: Minoría de Edad (1833-1843) y el Papel Militar

El reinado de Isabel II (1833-1868) se divide en tres grandes etapas: la Regencia de María Cristina (1833-1840), la Regencia de Espartero (1840-1843) y el reinado efectivo de Isabel II o de la mayoría de edad (1843-1868). Durante su reinado se produjo en España la implantación del sistema liberal, aunque fue un proceso convulso que tuvo que luchar contra el Carlismo. Fue también un período de gran inestabilidad política y una fuerte presencia militar, especialmente de militares que habían adquirido gran prestigio en las guerras de Independencia, colonial y carlista. Los militares recurrían al pronunciamiento para cambiar el gobierno. Los generales más destacados del reinado fueron Espartero, Narváez, O’Donnell, Serrano y Prim. Durante la minoría de edad de la reina (1833-1843) se sucedieron dos regentes: María Cristina, su madre, y el general Espartero.

La Regencia de María Cristina (1833-1840)

Entre 1833 y 1840, María Cristina gobernó como regente. Aunque no era liberal, el estallido de la Guerra Carlista y la necesidad de apoyos hicieron que se acercase al liberalismo. En este período se produjo la escisión del liberalismo en moderados y progresistas:

María Cristina e Isabel II se mostraron partidarias de los moderados, a quienes favorecieron siempre. Solo ofrecieron el gobierno a los progresistas cuando la situación social o política amenazaba la estabilidad de la monarquía. Durante los gobiernos progresistas se establecieron medidas para desmantelar el Antiguo Régimen, como la Desamortización de Mendizábal (1836).

La Regencia del General Espartero (1840-1843)

La Regencia del general Espartero (1840-1843) supuso la presencia del partido progresista en el poder. La actitud autoritaria de Espartero y su aprobación del arancel librecambista con Inglaterra dieron lugar a los sucesos de Barcelona en 1842, con el bombardeo de la ciudad, el total desprestigio del regente y el pronunciamiento del general Narváez. Esto llevó al exilio de Espartero a Inglaterra y al adelanto de la mayoría de edad de Isabel II, proclamada reina con 13 años.

El Reinado de Isabel II: Mayoría de Edad (1843-1868) y la Influencia Militar

El fracaso de las regencias de María Cristina (1833-1840) y del general Espartero (1840-1843) provocó el adelantamiento de la mayoría de edad de Isabel II (1843-1868), quien mostró su preferencia por los liberales moderados. Se inició así el primer período de su reinado, conocido como Década Moderada (1844-1854). Estos primeros años estuvieron protagonizados por el general Narváez, líder de los moderados e inspirador de la Constitución de 1845 y de las leyes del período.

El Bienio Progresista (1854-1856)

En el año 1854, la actitud del gobierno, partidario de reformar la Constitución para fortalecer más los poderes del ejecutivo, provocó un levantamiento de los progresistas y de parte de los propios moderados, que desembocó en el pronunciamiento de O’Donnell en 1854. La reina llamó a formar gobierno al viejo militar progresista, el general Espartero, y nombró ministro de la Guerra a O’Donnell.

Durante dos años, conocidos como Bienio Progresista (1854-1856), el nuevo gobierno intentó restaurar los principios del régimen constitucional de 1837 e inició la elaboración de una nueva Constitución (1856) que no llegó a ser promulgada. También emprendió un ambicioso plan de reformas económicas, reanudando el proceso desamortizador. La Desamortización de Madoz (1855) afectó a los bienes del Estado, de la Iglesia, de las órdenes militares, de las cofradías, de las instituciones benéficas y, sobre todo, de los ayuntamientos. Se elaboró la Ley General de Ferrocarriles, que regulaba su construcción y ofrecía incentivos a las empresas que participaran en ella.

Pero las medidas reformistas del Bienio no mejoraron las condiciones de vida de las clases populares ni tuvieron en cuenta sus demandas, lo que generó un clima de grave conflictividad social. En 1856, Espartero dimitió y la reina confió el gobierno a O’Donnell, quien reprimió duramente las protestas.

La Etapa Final del Reinado (1856-1868) y la Caída de la Monarquía

En la etapa final del reinado de Isabel II (1856-1868) se alternaron los gobiernos moderados presididos por O’Donnell (Unión Liberal) y Narváez. Entre 1856 y 1863 se produjo una etapa de cierta estabilidad política, dominada por la vuelta al conservadurismo (Constitución de 1845 y anulación de la legislación más progresista del Bienio). A partir de 1863 (dimisión de O’Donnell tras su «gobierno largo»), se sucedieron una serie de gobiernos débiles y autoritarios presididos alternativamente por O’Donnell y Narváez. Los progresistas se retiraron de la vida política (retraimiento) ante la imposibilidad de ser llamados a gobernar. En la larga crisis de la monarquía isabelina confluyeron otras causas, como una grave crisis económica y una serie de graves acontecimientos políticos (los sucesos de la Noche de San Daniel y la sublevación del Cuartel de San Gil), a los que los gobiernos isabelinos solo supieron responder con la represión.

En agosto de 1866, representantes progresistas, demócratas y republicanos llegaron a un acuerdo, el Pacto de Ostende, con dos objetivos: el destronamiento de Isabel II y la convocatoria de Cortes Constituyentes.

La Revolución de 1868 (conocida como La Gloriosa) puso fin al reinado de Isabel II.

El Sexenio Democrático (1868-1874): Conflictos y Consecuencias Políticas

La experiencia democrática del Sexenio Democrático (1868-1874) se enmarca entre los reinados de Isabel II y Alfonso XII, períodos de liberalismo moderado.

La Revolución Gloriosa y la Constitución de 1869

Tras el triunfo de la Revolución Gloriosa (1868), se estableció un gobierno provisional dirigido por Serrano que convocó elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino. Estas elaboraron la Constitución de 1869, que establecía la soberanía nacional, la división de poderes, el sufragio universal masculino y una amplia declaración de derechos. Además, establecía la monarquía como forma de gobierno.

La adopción de la monarquía como forma de gobierno obligó a nombrar a Serrano regente, mientras Prim ocupó la jefatura de gobierno. El ejecutivo tuvo que hacer frente a numerosos problemas (Guerra de Cuba, oposición de los carlistas, acoso republicano, descontento de las clases populares…), además de la elección de un nuevo rey de una dinastía que no fuera la de los Borbones.

De entre todos los candidatos, las Cortes eligieron a Amadeo de Saboya.

La Monarquía Democrática de Amadeo de Saboya (1871-1873)

La Monarquía democrática de Amadeo de Saboya (1871-1873) se caracterizó por la debilidad de los apoyos políticos y sociales, la desintegración de la coalición gubernamental (unionistas y demócratas) y los conflictos a partir de 1872, como la Tercera Guerra Carlista, el conflicto de Cuba, las insurrecciones federalistas y la consolidación de las asociaciones obreras. Como consecuencia, Amadeo de Saboya abdicó y se proclamó la República.

La Primera República (1873-1874) y sus Desafíos

La Primera República (1873-1874) supuso la división entre los republicanos federales, partidarios de un Estado federal, y los unitarios, que defendían un Estado de tipo centralista. Otros problemas fueron los conflictos sociales:

  • 1. Reclamaciones de las clases populares (obreros, campesinos y jornaleros): abolición de los consumos y de las quintas, ocupación de tierras, mejora de las condiciones laborales, asociaciones obreras e influencia de la AIT.
  • 2. Problemas políticos persistentes: se aceleró y agravó el conflicto carlista y continuó la Guerra de Cuba.
  • 3. El problema cantonal: cuya represión provocó una profunda crisis en el gobierno republicano: Salmerón dio plenos poderes al ejército, que fue sofocando uno a uno los focos de sublevación, pero prefirió dimitir antes de tener que firmar dos sentencias de muerte. Emilio Castelar acentuó el giro autoritario y, en enero de 1874, fue derrotado en una moción de confianza. La caída de Castelar precipitó el golpe de Estado del general Pavía para evitar la formación de un gobierno de centro-izquierda.

Se estableció un gobierno provisional (dictadura militar del general Serrano). En este contexto, crecía el apoyo a la causa alfonsina entre las clases medias, los hombres de negocios y en el seno del Ejército. El 29 de diciembre de 1874, el pronunciamiento militar de Martínez Campos, en Sagunto, proclamó rey de España a Alfonso XII. Todos estos conflictos impidieron que cuajaran los modelos de gobierno democráticos establecidos durante este período (monarquía parlamentaria y republicanismo).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *