España en el Siglo XIX: Liberalismo, Absolutismo y Revoluciones (1812-1874)

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Las abdicaciones de Bayona dieron el trono a un monarca extranjero. Este vacío de poder estimuló la formación de Juntas locales. En 1810 se creó la Junta Suprema Central. La Junta Central convocó una reunión de Cortes en Cádiz con la finalidad de redactar una nueva Constitución. La Constitución, aprobada en 1812, establecía la soberanía nacional, la división de poderes, el sufragio universal masculino y reconocía amplias libertades individuales. Las Cortes también aprobaron una serie de reformas para abolir el Antiguo Régimen, poner fin a los privilegios de la sociedad estamental e implantar un régimen liberal en España.

El Sexenio Absolutista (1814-1820)

Tras recuperar el trono y con el apoyo de los absolutistas (Manifiesto de los Persas), Fernando VII derogó la Constitución de 1812. Su acción de gobierno fue acompañada de la represión de los liberales. Para forzar al rey a acatar la Constitución, los liberales llevaron a cabo diversos pronunciamientos en los años 1814, 1815 y 1817 que fracasaron. Muchos de sus participantes tuvieron que exiliarse y otros fueron ejecutados.

El Trienio Liberal (1820-1823)

En 1820, el pronunciamiento del coronel Rafael del Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla) encontró apoyos para triunfar y el rey se vio obligado a aceptar la Constitución de 1812. Para proteger la Constitución se organizó la Milicia Nacional. Fernando VII pidió ayuda a los monarcas absolutos de Europa para derrotar a los liberales. En 1823, la Santa Alianza envió a los Cien Mil Hijos de San Luis, unas tropas que instauraron de nuevo el absolutismo.

La Década Ominosa (1823-1833)

Los problemas políticos y económicos llevaron a la monarquía absoluta a su crisis definitiva. En el ámbito económico, la guerra contra los franceses había debilitado la economía y dejó la Hacienda en bancarrota. Para superar la crisis se propuso una reforma fiscal. El nacimiento de Isabel en 1830 provocó un conflicto dinástico porque la Ley Sálica impedía reinar a las mujeres. Para asegurarle el trono, Fernando VII dictó la Pragmática Sanción, que abolía esta prohibición y convertía en heredera a su hija. Los sectores más intransigentes del absolutismo se opusieron a la decisión y reclamaron el trono para Carlos.

Causas del Movimiento Independentista

  1. Difusión de los principios de libertad e igualdad de la Revolución Francesa, así como la proclamación de la independencia de Estados Unidos en 1776.
  2. Descontento de la burguesía criolla ante las fuertes cargas fiscales y el monopolio que España ejercía sobre el comercio.
  3. Ocupación de la mayoría de los cargos de la administración colonial por españoles peninsulares, que eran un grupo privilegiado.
  4. Debilidad de la monarquía española, que había perdido parte de su armada en la derrota de Trafalgar (1805) y sufrió la invasión napoleónica.

La Regencia de María Cristina (1833-1840)

Al iniciar la regencia, María Cristina se apoyó en los liberales moderados que iniciaron reformas. Una serie de levantamientos militares (1836) provocaron que entregara el poder a los liberales progresistas. El líder de los progresistas, Juan Álvarez Mendizábal, inició la abolición del Antiguo Régimen: reforma fiscal, disolución del régimen señorial, desvinculación de la propiedad y desamortización de los bienes de la Iglesia.

La Regencia de Espartero (1840-1843)

En 1837, un movimiento de oposición forzó la dimisión de María Cristina y el nombramiento como regente del progresista general Espartero en 1840. El talante autoritario del nuevo regente generó una fuerte oposición. Entonces, se decidió el adelanto de la mayoría de edad de Isabel II y su proclamación como reina.

La Década Moderada (1843-1854)

Su llegada al trono significó el predominio de los moderados, bajo la dirección del general Narváez. Las nuevas Cortes proclamaron una Constitución moderada (1845). Se reorganizó la administración estatal y municipal. Otras reformas fueron la de Hacienda, que centralizó los impuestos en el Estado; se elaboró un Código Penal (1848) y se creó un sistema de instrucción pública nacional. También se firmó un Concordato con la Santa Sede (1851). Para mantener la ley en el medio rural se creó la Guardia Civil (1844). La fuerte influencia de las camarillas y el falseamiento electoral (pucherazo) hicieron que los progresistas recurrieran de nuevo al pronunciamiento militar.

El Bienio Progresista (1854-1856)

En 1854, el general O’Donnell encabezó una revuelta popular contra los moderados, conocida como el pronunciamiento de Vicálvaro. Isabel II dio el poder a los progresistas. Las Cortes redactaron una nueva Constitución (1856), que no llegó a aprobarse, y el gobierno profundizó en las reformas económicas con tres leyes fundamentales:

  1. Una nueva desamortización que afectó a los bienes comunales y de los Ayuntamientos (Desamortización de Madoz, 1855).
  2. Una Ley de Ferrocarriles y una Ley de Minas para impulsar la red ferroviaria y la explotación minera, que fueron puestas en manos del capital extranjero.

La Descomposición del Sistema (1856-1868)

Una nueva crisis del gobierno de Espartero impulsó a la reina a confiar el gobierno a O’Donnell, que había creado la Unión Liberal, un nuevo partido de carácter centrista. La actuación del gobierno fue muy autoritaria. En estos años se impulsó una política exterior colonialista. La oposición al régimen moderado se amplió y nacieron nuevos grupos entre los excluidos, como los demócratas y los republicanos, partidarios de derrocar la monarquía y proclamar la república. En 1866, hubo una grave crisis económica que convirtió en imparable la degradación del régimen isabelino, hizo aumentar el descontento social y sentó las bases de un nuevo pronunciamiento militar.

El Sexenio Democrático (1868-1874)

La Revolución y el Gobierno Provisional (1868-1869)

La Revolución de 1868, impulsada por progresistas y demócratas, fue dirigida por Topete, Prim y Serrano. Las tropas leales a la reina fueron vencidas en la Batalla de Alcolea. La reina Isabel II y su heredero Alfonso partieron al exilio. Ese mismo año se creó un Gobierno provisional con la misión de democratizar el sistema político. Las Cortes redactaron una nueva Constitución de carácter democrático, que fue aprobada en 1869. Se incorporó el sufragio universal masculino y se otorgaban amplios derechos y libertades. La Constitución establecía la monarquía constitucional como forma de Estado.

La Monarquía de Amadeo I (1870-1873)

La opción elegida fue Amadeo de Saboya, representante de una monarquía liberal que contribuyó a la unión de Italia. Unos días antes de la llegada del nuevo rey, su principal valedor, el general Prim, fue asesinado. Amadeo I tuvo que hacer frente a una fuerte oposición. Los carlistas aprovecharon la oportunidad para proclamar rey a Carlos VII, dando inicio a una nueva guerra. Ante la gran cantidad de problemas, a los que se unió una insurrección independentista en la isla de Cuba (1869), Amadeo I renunció a la Corona y abandonó el país.

La Primera República (1873-1874)

Ante la abdicación del rey, en febrero de 1873, las Cortes votaron la proclamación de la República. La república tuvo cuatro presidentes (Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar), pero una serie de problemas imposibilitaron su consolidación. En 1874, un golpe de Estado liderado por el general Pavía disolvió las Cortes y entregó la presidencia del gobierno al general Serrano, que intentó estabilizar una república conservadora y presidencialista.

El Cambio Social y sus Límites

Del Privilegio a la Clase

Durante el siglo XIX, se produjo el paso de una sociedad estamental a una sociedad de clases. A lo largo de la reforma agraria liberal, se produjo la decadencia de algunas de las grandes familias terratenientes. La burguesía aumentó durante el siglo XIX, pero el retraso industrial hizo que fuera más escasa y con menos poder político. La alta burguesía estaba compuesta por empresarios industriales, banqueros y grandes comerciantes. La mediana y pequeña burguesía incluía a los pequeños empresarios, comerciantes y profesionales liberales, a los funcionarios y empleados del Estado y a los profesores universitarios.

Las Clases Populares

La mayoría de la población eran campesinos; en la mitad norte predominaba la pequeña y mediana propiedad y en el sur los grandes latifundios trabajados por jornaleros. Algunas explotaciones eran tan pequeñas que no garantizaban casi la subsistencia familiar; los bajos jornales abocaban a la miseria a las familias campesinas. La industrialización comportó el surgimiento del proletariado industrial. En las ciudades pervivió un gran número de artesanos que subsistían en sus pequeños talleres hasta que la competencia de las fábricas les fue obligando a cerrar sus negocios.

Contrariamente a la mujer burguesa, que se dedicaba al cuidado del hogar y la familia, las mujeres de las clases populares trabajaban fuera del hogar porque su salario era imprescindible para la supervivencia familiar. En el campo, participaban en las labores agrícolas y en las ciudades trabajaban en fábricas o se empleaban en el servicio doméstico.

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