Demografía y Economía en España y Cataluña Durante el Siglo XVIII
Demografía General en España
A principios del siglo XVIII, la demografía en España se caracterizaba por tasas de natalidad y mortalidad elevadas, lo que resultaba en un estancamiento demográfico; la población apenas crecía. A lo largo del siglo, aunque la natalidad seguía siendo alta, la disminución de la mortalidad (gracias a factores como la menor incidencia de epidemias graves) permitió un aumento de la población. Este crecimiento fue notablemente mayor en los territorios periféricos, impulsado por el comercio y una mejor evolución de la producción agrícola e industrial.
Demografía Específica en Cataluña
En Cataluña, la proporción de burgueses era mayor que en otras partes de España. Estos burgueses invertían más en la tierra, lo que se traducía en una mayor producción de alimentos. Consecuentemente, la población se alimentaba mejor, aumentaba su esperanza de vida y, aunque las tasas de natalidad se mantenían altas, el nivel de mortalidad descendía. Este cambio demográfico también estuvo intrínsecamente ligado al desarrollo de las manufacturas y al comercio exterior, del cual se beneficiaban especialmente las comarcas costeras. Esto provocó flujos migratorios hacia Cataluña desde otras regiones.
Economía en España: Características del Antiguo Régimen
La economía española de la época presentaba rasgos típicos del Antiguo Régimen:
- Escasa presencia de una burguesía emprendedora a nivel nacional.
- Predominio de una economía de subsistencia, con una agricultura poco productiva.
- Organización de la producción artesanal en gremios, estructuras heredadas de la Edad Media que regulaban estrictamente los oficios.
- La tierra, principal fuente de riqueza, estaba mayoritariamente bajo régimen señorial (en manos de la nobleza) y eclesiástico (en manos de la Iglesia), con grandes propiedades amortizadas (no se podían vender).
- El Tercer Estado (campesinos, artesanos, etc.) constituía la inmensa mayoría de la población y soportaba la mayor parte de la carga fiscal.
Economía en Cataluña: Dinamismo y Diferencias
La economía catalana mostraba un mayor dinamismo y particularidades respecto al resto de España:
- Una clase burguesa proporcionalmente más numerosa y activa, con mentalidad inversora.
- Un modelo de herencia influido por el Derecho Civil Catalán, donde la figura del hereu (heredero único) permitía la conservación e incluso la ampliación del patrimonio familiar, evitando la fragmentación de las propiedades.
- Existencia de contratos agrarios a largo plazo (como la enfiteusis o rabassa morta), que incentivaban la inversión y mejora de las tierras por parte de los campesinos.
- Desarrollo temprano de manufacturas, especialmente textiles, y un activo comercio.
La Burguesía: Motor de Cambio y Poder Emergente
La Burguesía Española: Entre la Renta y la Ilustración
La burguesía española, en términos generales, obtenía sus ingresos principalmente de las rentas de sus tierras, mostrando una limitada propensión a reinvertir en su mejora productiva. Paralelamente, mantenían un estilo de vida lujoso e invertían en espacios de ocio, como clubes exclusivos, que también servían como lugares para cerrar negocios. Este grupo social se enriqueció considerablemente, lo que contrastaba con la paulatina pérdida de poder adquisitivo de la nobleza, aunque esta última conservaba gran parte de su poder político. La burguesía defendía las ideas de la Ilustración y, con la irrupción del Liberalismo, se mostró inicialmente favorable, si bien más tarde se sintió amenazada por el ascenso de las clases obreras. Su espíritu emprendedor, en muchos casos, se orientó más hacia la explotación de la tierra que hacia la inversión industrial.
La Burguesía Catalana: Inversión e Industrialización
En contraste, la burguesía catalana se caracterizó por poseer capitales, ser propietaria de fábricas y vivir de los beneficios generados por sus empresas. Invirtió decididamente en la industrialización, la creación de nuevas factorías (como las fábricas de indianas) y la mejora del rendimiento agrícola. Sus orígenes sociales eran diversos. Al igual que otros grupos burgueses, frecuentaban espacios de sociabilidad y negocios, como el Liceo de Barcelona. Fueron pioneros en el aprovechamiento de la energía hidráulica, estableciendo fábricas cerca de los ríos (colonias industriales). Su mentalidad económica era marcadamente más capitalista, emprendedora e innovadora.
Transformaciones Políticas y Sociales Clave (Finales del Siglo XVIII – Primer Tercio del Siglo XIX)
Los Decretos de Nueva Planta (1707-1716): Hacia la Centralización
Los Decretos de Nueva Planta, promulgados por Felipe V entre 1707 y 1716 tras la Guerra de Sucesión Española, impusieron una política fuertemente centralista. Significaron la abolición de las leyes e instituciones propias (fueros, cortes, diputaciones) de los territorios de la Corona de Aragón (Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca) y la implantación del modelo administrativo y jurídico castellano. Esto consolidó la centralización administrativa y política del Estado borbónico con sede en Madrid.
La Revolución Industrial: Un Nuevo Paradigma
La Revolución Industrial, iniciada en Inglaterra a finales del siglo XVIII, fue un proceso de profundas transformaciones económicas, sociales y tecnológicas que sentó las bases del sistema económico liberal-capitalista. Se caracterizó por varias transformaciones interconectadas:
- Revolución tecnológica: Desarrollo e implementación de nueva maquinaria (como la máquina de vapor y el telar mecánico) que multiplicó la capacidad de producción.
- Revolución de los transportes: Invención y mejora de medios de transporte más eficientes y rápidos, como el ferrocarril y el barco de vapor, que facilitaron el comercio y el movimiento de personas.
- Revolución demográfica: Crecimiento sostenido de la población debido a la mejora de las condiciones de vida (alimentación, higiene) y la consiguiente disminución de la mortalidad.
- Revolución agraria: Innovaciones en las técnicas de cultivo (superación de los sistemas de rotación bienal o trienal, introducción de nuevos cultivos, cercamientos de tierras o enclosures) que aumentaron la producción de alimentos y liberaron mano de obra para la industria.
Nota sobre Conceptos Económicos: Beneficio y Riqueza
Es útil distinguir entre:
- Beneficio: Ganancia particular obtenida, a menudo a corto plazo, que puede provenir de la especulación (búsqueda de ingresos mediante la fluctuación de precios) o de la actividad comercial y productiva.
- Riqueza: Acumulación de capital y activos que, cuando se invierte productivamente a través del emprendimiento, puede generar un impacto económico y social más amplio, contribuyendo al desarrollo de un territorio.
La Guerra de la Independencia Española (1808-1813) y las Cortes de Cádiz
La invasión napoleónica de España en 1808 marcó el inicio de la Guerra de la Independencia (1808-1813), conocida popularmente como la ‘Guerra del Francés’. Ante el vacío de poder creado por la abdicación de los monarcas españoles (Carlos IV y Fernando VII) en Bayona, se formaron Juntas Provinciales de Gobierno que asumieron la soberanía en nombre de Fernando VII, reconocido como rey legítimo, y organizaron la resistencia contra el ejército francés. Estas juntas confluyeron en la Junta Suprema Central, que posteriormente convocó las Cortes de Cádiz en 1810. En este contexto revolucionario, las Cortes proclamaron la primera constitución española, la Constitución de 1812, conocida popularmente como ‘La Pepa‘, que establecía principios liberales como la soberanía nacional, la división de poderes y derechos individuales. La alianza con Inglaterra, que desembarcó tropas en Portugal, fue decisiva para la derrota final de Francia en 1813 y la retirada de las tropas napoleónicas.
El Reinado de Fernando VII (1814-1833): Absolutismo vs. Liberalismo
Tras la derrota de Napoleón, Fernando VII regresó a España en 1814. Aunque en un primer momento pareció dispuesto a aceptar el nuevo orden constitucional, pronto manifestó sus intenciones absolutistas y, con el apoyo de sectores conservadores (expresado en el ‘Manifiesto de los Persas’), derogó la Constitución de 1812 y restauró el absolutismo. Su reinado se divide en tres etapas principales:
El Sexenio Absolutista (1814-1820) y la Santa Alianza
Durante este período, se restauró plenamente el absolutismo monárquico. A nivel internacional, el Congreso de Viena (1814-1815) reconfiguró el mapa de Europa y sentó las bases de la Restauración absolutista, impulsando la creación de la Santa Alianza (firmada inicialmente por los monarcas de Rusia, Prusia y Austria), un pacto entre soberanos para defender el legitimismo monárquico y el orden tradicional, y sofocar cualquier intento de revolución liberal. En España, se desató una dura represión contra los liberales, muchos de los cuales fueron encarcelados, exiliados o ejecutados. Sin embargo, la oposición liberal persistió a través de conspiraciones y pronunciamientos militares. En 1820, el pronunciamiento del comandante Rafael del Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla), al frente de las tropas que iban a embarcar hacia América para sofocar las revueltas independentistas, logró el apoyo suficiente para obligar a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, dando inicio al Trienio Liberal.
El Trienio Liberal (1820-1823)
Durante estos tres años, se restableció la vigencia de la Constitución de 1812 y se intentaron implementar diversas medidas de carácter liberal (desamortizaciones, supresión de la Inquisición, etc.). Sin embargo, el período estuvo marcado por la inestabilidad política, la división entre los propios liberales (moderados y exaltados) y la constante oposición del rey y de los absolutistas, que organizaron guerrillas realistas. Las potencias absolutistas europeas, reunidas en el Congreso de Verona (1822) y actuando bajo los principios de la Santa Alianza (o más bien de la Cuádruple y posterior Quíntuple Alianza), decidieron intervenir. Francia fue la encargada de enviar un ejército, conocido como los ‘Cien Mil Hijos de San Luis‘ (al mando del Duque de Angulema), que invadió España en 1823 sin apenas encontrar resistencia organizada. Esta intervención militar restauró el poder absoluto de Fernando VII y puso fin a la experiencia liberal.
La Década Ominosa (1823-1833) y la Cuestión Sucesoria
Esta última etapa del reinado de Fernando VII, denominada ‘ominosa’ por los liberales debido a su dureza, se caracterizó por una feroz represión contra los liberales y la anulación de toda la legislación del Trienio Liberal. Se intentaron algunas reformas administrativas y económicas, pero sin alterar las bases del absolutismo. Fue un período de graves dificultades económicas, con una Hacienda en bancarrota debido a la enorme deuda acumulada por las guerras anteriores y la pérdida definitiva de la mayor parte de las colonias americanas, que consolidaron su independencia (España solo conservó Cuba, Puerto Rico y Filipinas en Asia). El principal problema al final del reinado fue el conflicto sucesorio. Fernando VII solo tuvo descendencia femenina de su matrimonio con María Cristina de Borbón-Dos Sicilias: su hija Isabel. La Ley Sálica, implantada por Felipe V al inicio de la dinastía borbónica en España, impedía reinar a las mujeres si existían varones en la línea sucesoria (como el hermano del rey, Carlos María Isidro). Para asegurar el trono a su hija, Fernando VII promulgó en 1830 la Pragmática Sanción, que derogaba la Ley Sálica y restablecía el derecho sucesorio tradicional castellano. Esta decisión no fue aceptada por los partidarios de Carlos María Isidro, los llamados carlistas (compuestos por los absolutistas más intransigentes, defensores del Antiguo Régimen y los fueros), dando origen a las Guerras Carlistas tras la muerte del rey en 1833.