Historia de España: Reinos Cristianos, Expansión Americana y Reformas Borbónicas

La Reconquista y la Formación de los Reinos Cristianos

Ante la conquista musulmana (711), surgieron los primeros núcleos de resistencia cristiana. El primer núcleo, en la zona cantábrica, tras la Batalla de Covadonga (722), fue liderado por Don Pelayo, quien comenzó a consolidar un reino cristiano: el Reino Astur. Alfonso I extendió la frontera hasta el Duero y estableció la capital en León, dando origen al Reino Astur-Leonés. Sin embargo, el avance de la Reconquista se vio frenado por las aceifas de Almanzor. Dentro de este reino, Castilla era un condado dependiente de León, y no se unificaron hasta 1230 con Fernando III, creándose así la Corona de Castilla. En la zona pirenaica, resistieron Navarra, el Condado de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. En la zona nororiental, se estableció la Marca Hispánica, un territorio dependiente de los francos, compuesto principalmente por el Condado de Barcelona.

La Reconquista, que se extendió desde 722 hasta 1492, se desarrolló en varias etapas clave:

  • Primera fase (siglos VIII-X): Los primeros núcleos de resistencia realizaron pequeños avances.
  • Segunda fase (siglos XI-XII): Se produjo un avance significativo, destacando la toma de Toledo (1085).
  • Tercera fase (siglo XII): La Reconquista se vio frenada por la irrupción de los almohades (Batalla de Alarcos).
  • Cuarta fase (siglo XIII): Gran avance cristiano, culminando con la decisiva victoria sobre los almohades en la Batalla de las Navas de Tolosa.
  • Quinta fase (siglos XIV y XV): Finalizó con la conquista del Reino Nazarí de Granada.

A medida que la Reconquista avanzaba, surgieron distintos modelos de repoblación: la repoblación por presura, la repoblación concejil, la repoblación de las órdenes militares y la repoblación por repartimiento. Estos procesos culminaron con la feudalización del territorio, un sistema de gobierno y organización económica, social y política basado en lazos y obligaciones que vinculaban a vasallos y señores a través de la posesión de tierras o feudos.

Sociedad y Economía en los Reinos Cristianos Medievales

De los primeros núcleos de resistencia nacieron los reinos cristianos en la Alta Edad Media. En esta época, el monarca encarnaba el Estado, aunque su poder efectivo era limitado. Durante los primeros siglos, los monarcas intentaron unificar sus territorios inspirándose en el Derecho Romano para delimitar el poder de la nobleza, el clero y el tercer estado. Por ejemplo, en Castilla, destacaron las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio. Lo mismo ocurría en Aragón y Navarra con sus fueros. Para fortalecer su poder, los monarcas ampliaron su Corte y Consejo privado (conocido como Curia Regia). Sin embargo, la institución más importante fueron las Cortes, convocadas por el rey para reunir a los tres estamentos. Eran itinerantes y se convocaban en la ciudad donde residía el rey.

La sociedad era predominantemente rural, con una economía de subsistencia, escaso comercio, poca circulación monetaria y pocas grandes ciudades. La inmigración de mozárabes y los procesos de repoblación contribuyeron al crecimiento de las ciudades. La tierra era la principal fuente de poder y riqueza. En la sociedad estamental, los nobles poseían importantes patrimonios familiares y compartían el poder y la riqueza con la Iglesia. Junto a estos estamentos privilegiados, los campesinos acabaron dependiendo de señores laicos (nobles) y eclesiásticos, estableciéndose relaciones de vasallaje. Así, en los reinos existían muchas diferencias en las condiciones de la población, según viviesen en tierras bajo régimen señorial o de realengo.

A partir del siglo XI, se produjo un crecimiento demográfico, agrícola y ganadero, y aparecieron instituciones como la Mesta, así como grandes ferias y mercados. Las ciudades se dinamizaron, y aparecieron numerosos artesanos y burgueses. Además, con el avance de la Reconquista y la repoblación, culminó el proceso de feudalización con los repartimientos de tierras entre los conquistadores, lo que permitió a la Iglesia y la nobleza alcanzar un inmenso poder a costa de un campesinado cada vez menos libre. Fue necesario realizar capitulaciones para integrar a los musulmanes (mudéjares) en la sociedad cristiana.

Estructura Política de las Coronas Medievales: Castilla, Aragón y Navarra

La Corona de Castilla se refiere al territorio que abarcaba los reinos de Castilla y León, unificados en 1230 por Fernando III. Su estructura política se basaba en la Monarquía, las Cortes y los Municipios. A partir del siglo XIII, la monarquía inició un proceso para unificar su autoridad frente a la nobleza. Inspirada en el Liber Iudiciorum y en el código de las Siete Partidas de Alfonso X, se creó el Ordenamiento de Alcalá en 1348. El rey se convirtió en Juez Supremo al crear la Chancillería Real e institucionalizó el Consejo Real para asesorarle. Las Cortes fueron creadas como una ampliación de la Curia Regia, con carácter únicamente consultivo para los tres estamentos, y para jurar lealtad al rey. Por último, los municipios gozaban de cierta autonomía y jurisdicción propia.

La Corona de Aragón surgió en 1137 al unirse dinásticamente el Reino de Aragón con el Condado de Barcelona. Se estructuraba como una federación de tres estados (Aragón, Cataluña y Valencia), cada uno con Cortes independientes, pero bajo la misma monarquía y con la existencia de municipios que respetaban sus fueros. Era una corona de carácter pactista, lo que se reflejó claramente en el Compromiso de Caspe (1412) en relación con la sucesión del rey Martín I.

El Reino de Navarra surgió como uno de los primeros núcleos de resistencia. Históricamente ligado a Francia, no se unificó con la Corona de Castilla hasta 1512, cuando Fernando el Católico lo anexionó, aunque conservó sus fueros y leyes.

La Expansión Ultramarina: Conquista y Explotación de América

Una vez establecidas las zonas de influencia de Portugal y España, se inició un intenso proceso de exploración y conquista a partir de 1493. Entre las principales conquistas destacan:

  • México: Conquistado por Hernán Cortés, quien logró la victoria sobre el Imperio Azteca.
  • Perú: Sometido por Francisco Pizarro, quien consiguió la sumisión del Imperio Inca.
  • América Central y del Sur: Se exploraron y conquistaron vastos territorios, incluyendo Venezuela, Chile y el Río de la Plata.
  • Océano Pacífico: Descubierto por Núñez de Balboa.
  • Circunnavegación de la Tierra: Realizada por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, lo que llevó a la incorporación de Filipinas a la Corona española.

Los recursos económicos americanos se convirtieron en una fuente de ingresos esencial para la monarquía hispánica. Las actividades más importantes fueron la minería, el comercio y las actividades agropecuarias. Las explotaciones mineras eran propiedad del rey y trabajadas por indígenas mediante el sistema de la mita. Sin embargo, la creciente necesidad de mano de obra, unida a la drástica disminución de la población nativa provocada por las epidemias, endureció las condiciones de la mita, cuyo impacto sobre los indígenas fue terrible. Por ello, se tuvo que recurrir a esclavos africanos.

La explotación agropecuaria se basó en la plantación y la hacienda, destinadas al consumo americano, y en el sistema de encomienda como forma de organización de la mano de obra indígena. El comercio con América registró un desarrollo espectacular: las Indias suministraban metales preciosos y demandaban todo tipo de productos (vino, aceite, tejidos). Sin embargo, la creciente demanda fue a menudo atendida por países europeos que utilizaban a España como intermediario.

La economía castellana se dinamizó como consecuencia de este proceso, aunque se produjo la «revolución de los precios». El crecimiento de la demanda y la afluencia de metales preciosos hicieron que los precios se incrementaran, y como consecuencia de esta subida y del aumento de la presión fiscal, la población se vio perjudicada. El descubrimiento y la conquista de América transformaron la concepción del mundo y muchos valores culturales en España.

Los Austrias Menores: Gobierno de Validos y Crisis Internas

Al finalizar el reinado de Felipe II (1556-1598), le sucedió su hijo Felipe III. Con él comenzó la etapa de los Austrias Menores: Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700). Fue una España distinta a la del siglo XVI, caracterizada por el gobierno de los validos o favoritos del rey (un sistema de clientelismo). El valido de Felipe III fue el Duque de Lerma, un personaje mediocre y ambicioso. Con Felipe IV, gobernó el Conde-Duque de Olivares, más culto que el anterior, quien, aunque fracasó en sus proyectos, demostró un gran interés en la política.

Durante la época del Duque de Lerma, los conflictos estuvieron relacionados con crisis económicas, empobrecimiento social y pérdida de hegemonía. El proceso de unificación religiosa iniciado por los Reyes Católicos culminó con la expulsión de los moriscos en 1609, lo que provocó la salida de unos 300.000 moriscos y una grave crisis demográfica.

Pero la crisis más importante fue la de 1640, relacionada con la Guerra de los Treinta Años, durante el reinado de Felipe IV y bajo la dirección de su valido, el Conde-Duque de Olivares. Este último, a través de su Gran Memorial (1624), impulsó una serie de medidas como la Unión de Armas, con la que intentaba crear un ejército de 140.000 personas para afrontar la guerra. Los reinos periféricos se negaron, y se sucedieron revueltas que llegaron a su punto crítico en la década de 1640, con levantamientos en Cataluña y Portugal. En Cataluña, se asesinó al virrey (el Corpus de Sangre) y se entregaron a Luis XIII de Francia, aunque pronto volverían a unirse a España, temerosos del poder mucho más soberano del rey francés. En Portugal, ocurrió lo mismo, y con la ayuda de Inglaterra y Francia, España tuvo que reconocer su independencia en 1668.

Carlos II tuvo varios validos, y aunque se produjo una recuperación económica, esta generó dudas entre el pueblo. Sumado a la falta de descendencia directa del rey y el consiguiente conflicto sucesorio, todo ello desembocó en una nueva guerra: la Guerra de Sucesión Española (1701-1715).

La Política Exterior de los Austrias Menores y el Declive de la Hegemonía

Al finalizar el reinado de Felipe II (1556-1598), la Paz de Vervins con Francia inició un periodo de paz. Más adelante, Felipe III firmó la Paz de Londres con Inglaterra y la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas (Holanda). Sin embargo, en Europa, el conflicto entre católicos y protestantes derivó en una contienda europea contra la hegemonía de los Habsburgo: la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), a la que se sumó el fin de la Tregua de los Doce Años con Holanda.

La guerra comenzó tras la elección de un rey católico en Bohemia frente a uno protestante, lo que causó revueltas por toda Europa. Los países protestantes, hartos de la dinastía de los Habsburgo, sumados a los motivos económicos derivados del control marítimo del Norte, provocaron el estallido de un conflicto generalizado contra la casa austriaca. Finalmente, la Paz de Westfalia (1648) puso fin a la guerra con la derrota de los Habsburgo. España reconoció la independencia de las Provincias Unidas (Holanda), y Francia amplió sus fronteras.

Pero la guerra entre Francia y España no cesaría hasta 1659 con la Paz de los Pirineos, por la que España cedió el Rosellón, la Cerdaña y otros territorios. También tuvo lugar la independencia de Portugal. Todo esto marcó el comienzo de la hegemonía francesa en Europa. Posteriormente, se planteó el problema sucesorio de Carlos II, que desembocó en la Guerra de Sucesión Española (1701-1715).

La Crisis Económica y Social del Siglo XVII en España

Bajo el reinado de los Austrias Menores, el Imperio español entró en una grave crisis que se manifestó en derrotas militares y ruina económica. Las causas y factores de esta crisis fueron múltiples:

  • La herencia económica del siglo XVI.
  • El descenso demográfico, debido a hambrunas, epidemias y guerras, agravado por la expulsión de los moriscos en 1609.
  • La ruina financiera del Estado.
  • La inflación.
  • La inoperancia del excesivo aparato burocrático.
  • La falta de inversiones productivas.
  • Una mentalidad atrasada (la «limpieza de sangre», la deshonra del trabajo manual y la mentalidad rentista de la sociedad), que dificultaba la actividad económica.

Las consecuencias de la crisis demográfica y social se reflejaron en la novela picaresca (ej. El Buscón de Quevedo). En primer lugar, destacamos la caída de la producción agraria y el empobrecimiento de los campesinos, sometidos a altos impuestos, endeudados y perjudicados por malas cosechas y bajos precios. Muchos perdieron sus tierras a favor de la aristocracia absentista y tuvieron que emigrar a las ciudades, donde se convirtieron en pícaros y mendigos.

En segundo lugar, la artesanía y las manufacturas entraron en crisis, en parte debido a la mentalidad rentista y el rechazo hacia el trabajo por parte de la nobleza, que en lugar de reinvertir sus rentas, compraba inmuebles en las ciudades y en el campo, así como juros, cargos y títulos a la Corona. Así, dado que los gremios no satisfacían la demanda, se tuvo que recurrir a las importaciones. El comercio se colapsó debido a las malas comunicaciones, la débil demanda (a causa de la pobreza) y las aduanas interiores. El comercio de lana siguió siendo rentable, aunque disminuyó su volumen a causa de las guerras en Flandes, donde se exportaba. El comercio con América se hundió, en parte debido a la piratería británica, y quedó acaparado por mercancías extranjeras, que suponían dos terceras partes del total.

El Reinado de Carlos II y el Problema Sucesorio

Tras la muerte de Felipe IV, Mariana de Austria ejerció la regencia hasta el reinado de Carlos II, quien padecía problemas físicos y mentales. En este momento, la nobleza recuperó poder frente a la monarquía. En España, surgió el fenómeno del neoforalismo (donde la monarquía acepta una estructura descentralizada y respeta la autonomía y los fueros de los diferentes reinos que integran sus dominios) y el neofeudalismo (la alta nobleza controla la monarquía).

Ambos fenómenos se reflejaron en la figura de Juan José de Austria, hijo ilegítimo de Felipe IV, quien dio un golpe de Estado, acabando con el sistema de validos y autoproclamándose primer ministro. También hubo revueltas internas como en Cataluña (los Berretines), en Valencia (la Segunda Germanía) y en Madrid y Valladolid (el Motín de los Gatos).

Carlos II, antes de morir, firmó su testamento dejando como heredero a Felipe, Duque de Anjou. Sin embargo, los partidarios de Carlos, Archiduque de Habsburgo, atendiendo al estado físico y mental de Carlos II, no le dieron validez al testamento, comenzando así la Guerra de Sucesión Española (1701-1713).

La Guerra de Sucesión Española y la Nueva Dinastía Borbónica

Carlos II dejó como heredero a Felipe, Duque de Anjou, nieto de Felipe IV y de Luis XIV de Francia. Pero existía otro pretendiente: el Archiduque Carlos de Habsburgo, también nieto de Felipe IV. Sin embargo, dada la discapacidad del rey, el testamento no fue aceptado por todos. En ese momento, se formó una gran alianza europea entre países recelosos de Francia, que apoyaron a Carlos, dando inicio así a la Guerra de Sucesión Española (1701-1715).

En 1711, Carlos heredó el trono imperial, y la alianza formada dejó de apoyarle por temor a que resurgiera el vasto imperio de Carlos I. Finalmente, Felipe fue reconocido como el sucesor de Carlos II. Tras esto, se firmaron los Tratados de Utrecht y Rastatt, en los que se afirmaba el reinado de Felipe V de España, quien debía renunciar a la corona francesa. También se acordó la pérdida de varios territorios:

  • Cerdeña y Nápoles (para Austria).
  • Sicilia (para Saboya).
  • Gibraltar y Menorca (para Gran Bretaña).

Además, se concedió a Gran Bretaña el navío de permiso (derecho a comerciar con América). Comenzaba así la hegemonía británica en el ámbito marítimo y comercial.

La política exterior de Felipe V estuvo condicionada por su segunda esposa, Isabel de Farnesio, quien deseaba recuperar los territorios perdidos para sus hijos. España recuperó Sicilia y Cerdeña, pero tras la Paz de Viena (1738), tuvo que devolverlos a cambio de los ducados de Parma, Plasencia y Toscana (donde reinaría Carlos III).

Tras esto, España siguió un sistema de alianza con Francia mediante los Pactos de Familia:

  • El Primer Pacto de Familia (1733): España intervino en la Guerra de Sucesión Polaca y obtuvo Nápoles y Sicilia para el infante Carlos (futuro Carlos III).
  • El Segundo Pacto de Familia (1743): España intervino en la Guerra de Sucesión Austriaca, donde recuperaría los ducados de Parma y Plasencia.

Con Fernando VI llegó una época de paz, durante la cual se reconstruyó la flota y se saneó la Hacienda Real. Con Carlos III, a través del Tercer Pacto de Familia (1761), España intervino en la Guerra de los Siete Años, que finalizó con la Paz de París (1763), por la que España perdió algunas posesiones. Posteriormente, volvió a intervenir en la Guerra de Independencia de Estados Unidos (1779-1783), donde recuperó Menorca y Florida, pero no Gibraltar. El reinado de Carlos IV estuvo marcado por la Revolución Francesa y la Europa Napoleónica, donde, tras el desastre de Trafalgar frente a los británicos, tuvo lugar la invasión francesa.

La Ilustración y el Despotismo Ilustrado en España

La Ilustración fue una corriente de pensamiento difundida por Europa en el siglo XVIII que empleaba la razón y la crítica para mejorar la sociedad, la economía nacional, el desarrollo científico y la felicidad del mayor número de individuos. En España, se difundió a través de las Reales Academias y las Sociedades Económicas de Amigos del País (impulsadas por figuras como Campomanes). Otros personajes importantes fueron Jovellanos y Moratín. Pretendían inculcar una moral pública y fomentar el progreso. Se puede destacar el estilo neoclásico impulsado por Carlos III (ej. Fuentes de Cibeles y Neptuno, Puerta de Alcalá, Museo del Prado).

El reinado de Carlos III fue el más característico del despotismo ilustrado, una política absolutista basada en la razón que buscaba mejorar la vida de los súbditos y aumentar la riqueza del Estado, manteniendo al mismo tiempo los privilegios y estructuras del Antiguo Régimen. Tuvo ministros preparados como Esquilache, Campomanes y Floridablanca (este último, creador de la Junta Suprema de Estado). La subida de precios y medidas tomadas por Esquilache, como la prohibición de la capa larga y el sombrero, llevaron al Motín de Esquilache. Carlos III se vio obligado a destituirle y aprovechó la ocasión para expulsar a los jesuitas, a quienes culpó del motín. Se creó el Banco de San Carlos, precedente del Banco de España, y se declaró la honorabilidad de todos los trabajos, para impulsar la producción. Pero el carácter contradictorio y las limitaciones del despotismo ilustrado determinarían su fracaso ya en la época de Carlos IV.

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