La Crisis del 98: El Fin del Imperio Español

Cuba

Causas del descontento. Cuba era la colonia española más rica, siendo conocida como “la perla del Caribe”. Era uno de los mayores productores mundiales de azúcar, que se cultivaba en grandes plantaciones trabajadas por esclavos. Además, España tenía un monopolio comercial con Cuba, de tal manera que Cuba tenía que comprarle a su metrópoli (España) todos los productos que necesitara (el 20% de todas las exportaciones españolas iban a Cuba) y se ponían fuertes aranceles a los productos que vendía a otros lugares, principalmente a Estados Unidos, que por cercanía, era su principal comprador. Además de esta injusta situación económica, gran parte de los cubanos querían la abolición de la esclavitud y conseguir cierta autonomía política del gobierno español, de tal manera que ellos pudieran tomar algunas de las decisiones que les afectaban.

La Primera Guerra de Cuba (1868-1878)

Todo este descontento fue creciendo hasta desembocar en la Primera Guerra de Cuba, una guerra larga, cruenta y costosa que finalizó con un acuerdo, el Convenio de Zanjón, donde el Gobierno español se comprometió a aceptar en los próximos años algunas de las reivindicaciones cubanas: darles más autonomía, abolir la esclavitud y bajar los aranceles para el comercio de Cuba con otros lugares.

Aumento del malestar cubano

A pesar de las buenas intenciones plasmadas en dicho acuerdo, los españoles estaban cumpliendo lo prometido a cuentagotas: hasta 1886 no se abolió la esclavitud y fueron pasando los años sin que se les diese más autonomía política ni se bajasen los aranceles.

Por esta razón, fue surgiendo en la isla un grupo cada vez más amplio que veía en la independencia la única solución a sus problemas, al no poder confiar en la palabra de los españoles. El líder de este grupo fue José Martí, periodista y escritor, que por su crítica a los españoles tuvo que exiliarse a Estados Unidos, donde fundó el Partido Revolucionario Cubano, que aglutinaba en su seno a todos los opositores exiliados y que quería una revolución en Cuba que desembocase en la independencia de esta. Martí, junto a otros miembros de dicho partido, se entrevistó en varias ocasiones con empresarios y políticos estadounidenses para hacerles ver que una Cuba independiente sería muy positivo para sus intereses comerciales, pidiéndoles ayuda en la guerra que pronto llegaría.

Filipinas

El archipiélago de Filipinas no era ni mucho menos tan importante para España como Cuba: de hecho, la actividad española allí era muy débil, limitándose a la extracción de recursos naturales, la presencia de órdenes religiosas y a la utilización de la zona como un puerto desde el que comerciar con China. No obstante, surgió en la zona un grupo liderado por José Rizal que quería la independencia de Filipinas.

Las guerras de Cuba y Filipinas

Segunda guerra de Cuba (1895-1898)

En 1895 estalló la rebelión en Cuba con el famoso “grito de Baire”, rebelión que triunfó en la parte oriental de la isla pero no en la parte occidental, donde los españoles consiguieron controlar la situación. España envió a Cuba al general Martínez Campos con la misión de intentar acabar con el conflicto de forma pacífica, ofreciéndose a los cubanos mejoras como una mayor autonomía política y el fin de los aranceles. No obstante, ya era muy tarde: los cubanos no querían otro pacto con los españoles, sino la independencia.

La guerra fue de una extraordinaria dureza, usando los cubanos la táctica de guerrillas (terreno selvático, difícil), lo que unido a las enfermedades tropicales y a la mala alimentación provocó una enorme mortandad entre los jóvenes soldados españoles mandados a pelear a esa tierra tan lejana.

La mala marcha de la guerra para España hizo que Martínez Campos fuese sustituido por el general Weyler, que utilizó medios mucho más contundentes que su predecesor, como agrupar a los campesinos cubanos en campos de concentración para evitar que apoyasen a los rebeldes con alimentos, lo que provocó una enorme mortandad entre los cubanos por el hambre y las enfermedades existentes en esos campos.

En 1898, tras tres años de guerra, ninguno de los dos bandos parecía capaz de vencer, pero esa situación cambió con la entrada de Estados Unidos en la guerra a favor de los cubanos con la excusa del hundimiento del Maine: el acorazado estadounidense Maine, anclado en La Habana, explotó de repente y Estados Unidos culpó a España, a pesar de que los españoles negaron tener nada que ver con el suceso.

Este hecho provocó que Estados Unidos declarase la guerra a España. Pronto la prensa española, controlada por el gobierno, empezó a hablar de una victoria segura frente a los estadounidenses, una visión absolutamente irreal, ya que se enfrentaba a un país poderosísimo militar y tecnológicamente hablando. La guerra, obviamente, fue muy corta, siendo totalmente destruida la flota española en la Batalla de Santiago de Cuba. El ejército español, aislado en Cuba y sin poder recibir refuerzos, aguantó heroicamente el tiempo que pudo los ataques por tierra del ejército estadounidense, hasta que no tuvo más remedio que rendirse.

Guerra de Filipinas

Aprovechando la guerra contra Cuba, se rebeló el grupo liderado por José Rizal en Filipinas. No obstante, la superioridad española fue total desde el principio, siendo José Rizal detenido y ejecutado.

La entrada de Estados Unidos en la guerra lo cambió todo también aquí, ya que Estados Unidos tenía intereses en la zona: una moderna flota estadounidense viajó hasta Filipinas para atacar a la flota española, que fue vencida sin dificultad alguna en la Batalla naval de Cavite.

Hemos de hacer mención a “los últimos de Filipinas”: 50 soldados españoles se atrincheraron en una iglesia y estuvieron casi un año resistiendo los continuos ataques de la población, sin saber que su país se había rendido hacía mucho.

El Tratado de paz de París

En diciembre de 1898 se firmó el tratado de paz entre Estados Unidos y España en París. En ese tratado España renunciaba a Cuba, que pasó a ser un país independiente (aunque bajo la supervisión de Estados Unidos), mientras que Puerto Rico y Filipinas pasaron a ser territorio estadounidense junto con la Isla de Guam, cerca de Filipinas.

Por otra parte, Estados Unidos se comprometió a trasladar a todos los soldados a España al haber sido destruida toda la flota española.

Consecuencias de la derrota de 1898

Esta durísima derrota tuvo varias consecuencias, entre las que se pueden destacar las siguientes:

  • Consecuencias demográficas: se calcula que unos 50.000 españoles perdieron la vida en estas guerras coloniales, la mayoría en Cuba. La mayoría de esos muertos eran jóvenes españoles que habían ido allí haciendo la mili (quintos).
  • Consecuencias territoriales: España perdió los territorios coloniales que le quedaban en América y Asia, por lo que a partir de ahora se centraría en los territorios de Marruecos, mucho más cercanos. En las próximas décadas, los conflictos con Marruecos no dejarían de aumentar.
  • Consecuencias económicas: no fueron tan terribles como eran de esperar, ya que, aunque se perdió un sitio donde colocar los productos industriales, se produjo una repatriación de capitales hacia la metrópoli por parte de la oligarquía española en Cuba, creándose con ese dinero nuevas industrias en España.
  • Consecuencias ideológicas. Fueron, sin duda, las más graves: la contundente y rápida derrota ante un país nuevo y sin historia provocó una enorme crisis de conciencia entre los españoles: de un día para otro nos dimos cuenta de que ya no éramos una potencia, de que la época en que el imperio español dominaba el mundo quedaba muy lejos y de que España era un país empobrecido y absolutamente decadente en todos los sentidos. A esta situación de pesimismo se le conoció como “la crisis del 98”, apareciendo en las obras de los escritores de la conocida como “generación del 98”: Unamuno, Baroja, Azorín, etc.

Ahora que éramos conscientes de nuestra penosa situación, comenzó un movimiento llamado Regeneracionismo cuyo objetivo era diagnosticar los males de España y ponerles remedio para que España volviese a ser una gran potencia otra vez.

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