La transición política en Argentina a finales del siglo XIX

Pellegrini

Pellegrini: A pesar de la derrota de la oposición armada, la situación del gobierno era insegura. Así, Pellegrini dio dos cartas a mitristas y una a Vicente Fidel López, independientemente de que había participado de la revolución. Para completar esta estrategia, buscó realizar un acuerdo con Mitre, jefe de la oposición. Hubo reuniones entre Roca y Mitre, pero la protesta del sector más radicalizado hizo fracasar el acuerdo. En junio de 1891, una fracción de la Unión Cívica aprobó la fórmula común con el gobierno, formando la Unión Cívica Nacional, mitrista, liberal y moderada. La otra creó la Unión Cívica Radical, más intransigente o principista, dirigida por Leandro N. Alem y Bernardo de Irigoyen. Mitre renunció a sus ambiciones. Así, Roque Sáenz Peña formó un grupo muy prestigioso de amigos. Roca debió buscar salida y recurrió a Luis Sáenz Peña, que se hallaba viejo y enfermo, que había estado cerca de Mitre. Con esta elección, Roca daba la impresión de ceder ante un opositor y de paso anulaba a Roque Sáenz Peña. Si fallecía en funciones de presidente Luis Sáenz Peña, el mando recaería sobre Uriburu, de sólida fe roquista. Por algo a Roca lo llamaban el zorro. Solo restaba convencer a Mitre y a los laicicistas de que el nuevo presidente no anularía toda la legislación de la pasada década, así Mitre bendijo la fórmula, los radicales pensaron en no participar, pero finalmente presentaron a Bernardo de Irigoyen, jefe de su ala moderada si posibilidad de triunfo dado el fraude importante.

La revolución radical

La revolución radical: Estalló el 29 de julio de 1893 en Buenos Aires y se propagó a Santa Fe, San Luis y Tucumán. Alem era el coordinador, Hipólito Yrigoyen capitaneaba a Buenos Aires, Lisandro de la Torre a Santa Fe y Teófilo Saa a San Luis. Las autoridades nacionales intervinieron Buenos Aires. Así, Aristóbulo del Valle tuvo que renunciar el 12 de agosto de 1893, y lo reemplazó Manuel Quintana. En las otras provincias también el gobierno nacional reasumió el poder, después de cruentos combates. En 1894 se consolidó el gobierno a través del ministro Manuel Quintana. Luego, por problemas en Mendoza, renuncia y a los pocos días Luis Sáenz Peña hacía lo mismo.

La transición de José Evaristo Uriburu

La transición de José Evaristo Uriburu: Con la asunción de Uriburu, retornaba la influencia de Roca en el gobierno. Mitre continuaba su política de conciliación. Siempre el gobierno se mantuvo en un régimen poco respetuoso de las mayorías electorales. La falta de elección genuina generó en la Unión Cívica Radical un sector cada vez más intransigente que enfrentaba a Bernardo de Irigoyen y a su grupo. Alem, luego de la derrota, cayó en una depresión y se suicidó, dejando una carta al partido, con la famosa frase «Se romperá, pero no se doblegará». La dirección de la intransigente recayó en Hipólito Yrigoyen. Pellegrini, para impedir la división de fuerzas, lanzó una inmensa campaña para aleccionar sus huestes. En la UCR, dos tendencias: la intransigente, con Hipólito Yrigoyen, y los evolucionistas con Bernardo de Irigoyen. En una convención de 1897, donde la mayoría votó por la convergencia con los mitristas, el radicalismo disolvió el comité de Buenos Aires y luego el de Capital, dilapidando la posibilidad electoral de la UCR. Luego de un preparativo de guerra con Chile que se superó esperando el arbitraje de Gran Bretaña, se produjeron las elecciones en abril de 1898, ganando la fórmula del PAN Julio A. Roca, Norberto Quirno Costa, y sus opositores (mitristas y radicales) casi no accedieron al colegio electoral.

La condición de las clases populares a finales del siglo XIX

La tensión sociales del crecimiento: La situación política de la masa inmigrante era muy especial, pues por un lado el trauma por el que pasaban los motivaba a la protesta. Por el otro lado, el sentirse extraños en el nuevo país hacía que su participación en la política local disminuyera, sobre todo en lo referente a votar o afiliarse a partidos; por tanto, era más fácil para ellos integrarse a sindicatos y otros tipos de asociaciones de defensa de intereses, como las sociedades de socorros mutuos. Además, consumían avidamente una prensa en sus propios idiomas, que les daba noticias de su patria lejana. En definitiva, constituían una audiencia ideal para la predicación de los activistas de su propia nacionalidad, a los que tendían a dar crédito que los que hubiera hecho en sus propios países de origen. De esta manera, los fenómenos de protesta social, originados en la Argentina, como en cualquier otro país, por los efectos del industrialismo y la vida urbana, se magnificaban por el factor inmigratorio.

Corrientes ideológicas en el movimiento obrero

El anarquismo: Estaba pasando Europa por una etapa violenta, y sus cultores difundieron en el Plata esas mismas estrategias. Había tendencias, desde las más extremas, que creían en las bombas como argumento último contra la sociedad burguesa, hasta quienes favorecían formas menos violentas de acción directa. Los conflictos entre las diversas líneas de acción se evidenciaban sobre todo en momentos de huelga, en los que había que ponderar las estrategias alternativas, sin dejarse llevar por la emotividad hacia una confrontación con los patrones que podía ser suicida.

El gremialismo apolítico y el partido socialista: Junto al gremialismo de los anarquistas, coexistía otro apolítico, ligado a la representación de intereses ocupacionales, en general de obreros calificados. Ejemplos: maquinistas de locomotoras en «La Fraternidad», conscientes de la condición de sus miembros, y no siempre dispuestos a ligarse al resto del movimiento obrero en acciones reivindicativas; otros, los gráficos, quienes en 1877 habían transformado en sindicato su organización mutual, y protagonizaron la primera huelga en 1878. Herrero, albañiles, yeseros, carpinteros, pintores y otros gremios ligados a la construcción también se organizaron. En 1894 comenzaron tratativas entre varios núcleos ideológicos y sectores sindicales para formar un partido socialista; recién en 1896 se formó definitivamente el partido, desde dos años antes ya contaban con una hoja «La Vanguardia» orientada por Juan B. Justo. Desde 1897, los anarquistas tenían un órgano permanente «La Protesta Humana», en 1901 se formó la Federación Obrera Argentina (FOA) con participación de socialistas y anarquistas. Al año siguiente, los anarquistas impusieron una política más agresiva, apoyando la huelga general, lo que provocó la división de la entidad. Los socialistas formaron la rival Unión General del Trabajo (UGT). La solución a la problemática, tanto de origen inmigratorio, como la desaparición de talleres artesanales y sus relaciones cercanas patron-empleado, se planteó por distribuir la población en el interior del país, ya que solo en Buenos Aires y Rosario se planteaban los conflictos obreros. Este era el ambiente que Roca tenía que enfrentar al asumir su segunda presidencia en 1898.

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