Introducción: El Diagnóstico de la Economía Española
Ya desde el siglo XVI, se conocían los males que acuciaban a la economía española, como lo demuestra el memorial de Diego de Ortiz a Felipe II. Pero será en el siglo XVII cuando, con los arbitristas —tratadistas como González de Cellorigo, Sancho Moncada y Fernández Navarrete, o el propio Conde-Duque de Olivares con su memorial a Felipe IV—, se hiciera un acertado diagnóstico de los males de la economía: una agricultura con falta de brazos y pérdida de regadío por la expulsión de los moriscos, una ganadería lanar y trashumante con dificultades de exportación por la subida de los precios, una industria casi inexistente, y un comercio obstaculizado por las malas comunicaciones y la ausencia de una estructura financiera. Pero, pese al acertado diagnóstico, faltaron los medios y la voluntad para resolverlos, obsesionada la monarquía española con la política exterior hegemónica. Esta política había agotado los recursos, sobre todo de Castilla, e hizo imposible mantener dicha hegemonía.
Por eso, en tiempos de Carlos II, perdida toda ilusión hegemónica, se inició una tímida política reformista, dirigida por gobernantes como el Conde de Oropesa, que estimularon la industria atrayendo a técnicos extranjeros. Si bien dichas reformas apenas influyeron en Castilla, sí lo hicieron, en cambio, en Cataluña.
La llegada de los Borbones supuso un empuje a las reformas, ya que las pérdidas territoriales de Utrecht (1713) permitieron a la nueva dinastía centrarse en la política interior y buscar en «la recuperación económica la prosperidad del país». De entre todos los borbones, destacó la política reformista de Carlos III. El acierto de los borbones, como Fernando VI y Carlos III, estuvo en saber rodearse de grandes ministros, como Ensenada, Floridablanca, Campomanes o Aranda, entre otros, para llevar esas reformas a cabo. El objetivo de los borbones era poder competir con Gran Bretaña. Conseguir un reino cuya economía le diese las garantías de poder afrontar un gran reto. Gran Bretaña quería controlar el mercado americano, en manos de España, y eso no se podía tolerar. Sobre todo, porque España basaría su recuperación en imitar el modelo británico, convirtiendo los territorios americanos en colonias que sufragasen la recuperación de la Península. Esta realidad, con el tiempo, generó un rechazo por parte de las oligarquías locales, los criollos, que será una de las causas para la futura independencia de los territorios americanos.
Desarrollo: El Reformismo Borbónico en Acción
Las Reformas de los Primeros Borbones: Felipe V y Fernando VI
En tiempos de los primeros borbones, Felipe V y Fernando VI, se continuaron las reformas iniciadas con Carlos II y sus ministros Oropesa y Medinaceli, como:
- Fomento de la industria naval, capaz de competir con la británica y que asegurase el dominio americano, siguiendo lo establecido por los ministros Patiño y Ensenada.
- Saneamiento de la Hacienda pública con la creación del impuesto del Catastro. Siguiendo los Decretos de Nueva Planta, se establecieron otros impuestos en los reinos de la Corona de Aragón, como el equivalente en Valencia o el catastro en Aragón, que mejoraron las arcas del reino.
- Traslado de la Casa de Contratación y centralización del comercio americano a Cádiz.
- Supresión de las aduanas interiores de los distintos reinos.
- Fomento del proteccionismo frente a las importaciones extranjeras. Esto llevó a problemas con el navío de permiso, concesión hecha a Gran Bretaña en el tratado de Utrecht.
- Creación de las Reales Fábricas para fomentar las manufacturas y proveer al mercado americano.
Las Reformas Económicas de Carlos III
Agricultura: El Reto de la Tierra
El principal obstáculo de la agricultura era que la mayor parte de las tierras eran amortizadas o de manos muertas, en manos de la Iglesia y los municipios (bienes comunales y de propios), lo que fue duramente criticado por Jovellanos y Campomanes. Estas tierras eran arrendadas a campesinos que no invertían en ellas. Esto, unido a los sistemas y técnicas arcaicas, ofrecía bajos rendimientos y generaba crisis de subsistencia. Además, la mayor parte de estas tierras no tributaban, al pertenecer a miembros privilegiados.
Política reformista: Como la población aumentaba, pasando de los siete millones (censo de Campoflorido en 1713) a principios del siglo XVIII, a más de los diez a finales de la centuria (Censo de Floridablanca, 1787), y era necesario producir más, Carlos III decidió plantear reformas en el sector económico, siguiendo las ideas de sus ministros y las teorías fisiocráticas, pero de manera parcial, sin que atentasen contra los intereses económicos de los estamentos privilegiados:
- Reparto de tierras municipales en Extremadura, Andalucía y La Mancha entre los campesinos más necesitados que tuvieran medios para trabajarlas (Ley de 1770), pero los resultados fueron muy dispares.
- Colonización de nuevas tierras, financiada por la Corona y dirigida por Olavide y Campomanes. Este experimento se centró en la zona de Sierra Morena y el Valle del Guadalquivir, donde se asentaron a 3000 colonos (algunos de origen alemán) en localidades de nueva creación como La Carolina o La Carlota.
- Se fomentó el regadío con la construcción de redes hidráulicas como el Canal de Castilla y el Canal Imperial de Aragón.
