Los Primeros Pasos del Movimiento Obrero en España
La Revolución Industrial supuso el mayor proceso de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales habidas en la historia de la humanidad hasta ese momento.
El paso de una economía agraria a una industrial y urbana, favorecida por el desarrollo del transporte y las comunicaciones, generó la aparición de dos nuevos grupos o clases sociales, enfrentados por el dispar desarrollo económico: de una parte, la burguesía –poseedora de los medios de producción, de la mayor parte de la renta y del capital–; y de otra, el proletariado –trabajadores industriales y campesinos pobres sin más recursos que su fuerza de trabajo.
Las precarias condiciones laborales de la época se manifestaban en:
- El despido libre.
- La falta de asistencia.
- La inexistencia de pensiones por invalidez o viudedad.
Para intentar socorrer y ayudar a los obreros cuando se presentaban alguna de las circunstancias anteriores, se crearon las Asociaciones de Ayuda Mutua. Los obreros adheridos a ellas hacían pequeñas aportaciones a un fondo común para asistir a sus compañeros y sus familias en caso de enfermedad o pérdida del trabajo. No obstante, esta actuación no satisfacía a los empresarios –que las consideraban una forma de resistencia–, quienes prohibieron este tipo de asociaciones obreras.
Las primeras acciones obreras en España tuvieron lugar en los inicios de la Revolución Industrial en nuestro país, siendo de carácter ludita, como la del 6 de agosto de 1835, con el incendio de las fábricas “Bonaplata y Cía” y “El Vapor”.
En estos primeros años se crearon asociaciones mutualistas y cooperativas, aunque el regente Espartero (1840-1843) las prohibió, comenzando a funcionar de forma clandestina.
Veinte años después de las primeras manifestaciones, el movimiento obrero llevó a cabo su primer acto de fuerza en España contra los empresarios, llevándose a cabo en 1855 la primera Huelga General en Cataluña, que se desarrolló entre el 2 y el 10 de julio, y fue convocada por la Junta Central de Directores de Clase Obrera.
El motivo por el que se convocó dicha huelga fue la orden del Capitán General de Cataluña, el General Zapatero, del 24 de junio, por la que se procedía a la disolución de las asociaciones obreras y el sometimiento de los trabajadores a la ley marcial.
El lema de esta huelga era «asociación o muerte» y sus demandas principales podemos resumirlas en:
- Libertad de asociación.
- Limitación del despido libre.
- Establecimiento de un horario laboral estable.
El Movimiento Obrero Internacional
En Europa, a partir de 1848, el proletariado fue tomando conciencia de clase, al tiempo que el marxismo se iba extendiendo y se organizaban distintas asociaciones.
Con motivo de la celebración de la Exposición Universal en Londres en 1861, distintas asociaciones obreras de diferentes países entraron en contacto. A partir de entonces se reunieron frecuentemente hasta que se llegó a un gran acto supranacional que culminó, en 1864, con la fundación en Londres de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) o Primera Internacional, con el objetivo de unir a los trabajadores de los diferentes países para organizarlos a nivel político y crear un foro donde examinar los problemas en común y proponer líneas de acción. De este modo se agrupó inicialmente a los sindicalistas ingleses; los anarquistas y socialistas franceses; y los italianos republicanos. Sus principales impulsores fueron el alemán Karl Marx y el holandés Friedrich Engels.
Los principios programáticos de la I Internacional fueron:
- La necesidad de una acción unitaria del proletariado y la organización de la clase obrera.
- La lucha por la emancipación económica y por la abolición de la sociedad clasista.
- La solidaridad internacional obrera.
- El reconocimiento de la importancia del movimiento sindical.
- La huelga como instrumento de lucha.
- La acción política.
- La abolición de la propiedad privada de los bienes de producción y de los ejércitos permanentes.
Sin embargo, ya desde el principio, se han puesto de manifiesto las enormes diferencias y fuertes tensiones existentes entre Marx (de corriente socialista) y Mijaíl Bakunin (de corriente anarquista), que llevaron a la división del movimiento obrero entre marxistas y anarquistas en el V Congreso, celebrado en La Haya (Holanda) en 1872, siendo expulsados estos últimos.
Las diferencias entre Marx y Bakunin eran muy marcadas:
- Para Marx, la AIT debía tener una función centralizadora y unificadora del movimiento obrero, mientras que para Bakunin debía ser una coordinadora de movimientos social-revolucionarios autónomos y sin órgano de dirección común.
- Los socialistas defendían que la revolución social debía prepararse mediante una toma de conciencia del proletariado y debería ser protagonizada por los obreros industriales, frente al apoyo de los anarquistas a las acciones individuales y actos espontáneos para crear una acción revolucionaria, además de considerar al campesinado la principal fuerza para dicha revolución.
- El alemán pensaba que el proletariado debía conquistar el poder mediante la implantación de una dictadura del proletariado y, una vez consolidado, reforzar el poder del Estado, al contrario que el ruso que promovía el rechazo de un Estado, incluso propugnando la destrucción del mismo para organizarse en comunas autónomas.
- Y, por último, los marxistas aceptaban la participación electoral y el desarrollo del juego político –como forma de conseguir el poder–, mientras que los anarquistas no aceptaban el establecimiento de partidos políticos obreristas –tan solo sindicatos– en su negativa de participación en un Estado cuya destrucción propugnaban y, por tanto, fomentaban la abstención en todo tipo de actividad política.
El Movimiento Obrero en España: Influencia Internacional y Primeros Partidos
En España, por su parte, las primeras influencias del Movimiento Obrero Internacional llegaron de la mano del italiano Giuseppe Fanelli, colaborador de Bakunin, quien fundó en 1868 los primeros núcleos de la AIT a partir de las bases anarquistas.
Tras esos primeros pasos, en 1870 se celebró en Barcelona el I Congreso Obrero Español de la Federación Regional Española, donde se impusieron las tesis bakuninistas: la negación de la actividad política y el desarrollo de una forma de actuar basada en el principio de la «acción directa».
El distanciamiento entre las dos corrientes, escenificado en La Haya, también se dio en España en 1871, aunque en España –donde era mayoritaria la corriente anarquista– fue el marxismo el que quedó a un lado ante la prevalencia de la corriente bakuninista.
Así las cosas, en 1871 llegó a España –migrado forzoso por la represión en Francia, tras el episodio de la Comuna de París– el hispano-francés Paul Lafargue, quien contactó con algunos miembros locales de la Internacional –de carácter marxista– como Pablo Iglesias, creando en 1872 la Nueva Federación de Madrid, grupo marxista de escasa influencia.
La puesta en escena de la división producida en la I Internacional fue la celebración de dos congresos casi simultáneos de cada una de las corrientes:
- El primero fue el celebrado entre el 25 de diciembre de 1872 y el 3 de enero de 1873 en Córdoba, congreso de carácter anarquista y con una considerable participación de representantes y federaciones.
- Unos meses más tarde tuvo lugar, entre el 15 y el 18 de mayo de 1873, el Congreso de Toledo, de inspiración marxista y con una escasa participación (apenas 4 federaciones).
En cualquier caso, tras el fracaso de la I República, la disolución de las Cortes por el general Pavía y el establecimiento de la regencia de Serrano, se ilegalizaron, una vez más, las Asociaciones Obreras.
El Movimiento Obrero Español Durante la Restauración
La Restauración se caracterizó por la despreocupación por las cuestiones sociales, en un país que contaba con un analfabetismo que superaba el 71% entre los hombres y el 81% entre las mujeres; donde la enseñanza solo era accesible a las clases medias y altas y se mantenían las mismas malas condiciones laborales que conocemos: jornadas laborales de 13/14 horas, durante los siete días de la semana, por unos sueldos míseros que no cubrían las necesidades de los trabajadores.
En el primer gobierno de Cánovas, las organizaciones obreras actuaban en la clandestinidad porque en 1874 Serrano –como sabemos– había ilegalizado la I Internacional cuando ya estaba dividida en dos corrientes: la marxista y la anarquista.
Al disolverse la I Internacional, Marx había aconsejado la fundación de partidos marxistas nacionales que actuaran con independencia en cada país. Siguiendo esta consigna, el 2 de mayo de 1879 se fundó clandestinamente en España el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
La reunión tuvo lugar en una fonda de la calle Tetuán (Madrid), “Casa Labra”, integrada por 25 personas. El nuevo partido fue presidido por un tipógrafo: Pablo Iglesias Posse. El primer programa del nuevo partido político fue aprobado en una asamblea de 40 personas reunidas el 20 de julio de ese mismo año, en una taberna de la calle Visitación.
En este programa proponían como objetivo diversas medidas sociales, basándose en unos principios esenciales como son:
- La transformación de la propiedad individual en propiedad social.
- La abolición de las clases sociales.
- La posesión del poder político.
En 1881, aprovechando la nueva Ley de Asociaciones del gobierno liberal de Sagasta, sus impulsores inscribieron oficialmente el partido. Cinco años más tarde, en 1886, salió a la luz el periódico “El Socialista”, considerado el órgano de expresión oficial del Partido y organizador colectivo.
Durante la Exposición Universal de Barcelona de 1888, el PSOE celebró su primer congreso en esta ciudad, poco después de la fundación de la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato vinculado al partido.
En la década de 1890, el socialismo español comenzó a organizar las llamadas Casas del Pueblo, centros de reunión con fines doctrinales, organizativos y formativos.
Por otra parte, reivindicó la jornada laboral de ocho horas, exigencia que se planteó en las concentraciones convocadas el 1 de mayo de cada año con motivo de la celebración de la fiesta internacional del trabajo. Esta fiesta del trabajo se celebró por primera vez en nuestro país en 1890, con un importante nivel de participación en Madrid y en Barcelona.
El Anarquismo y la «Propaganda por el Hecho»
Al contrario que los socialistas, las ideas anarquistas tuvieron un notable éxito. Estas ideas se centraban en dos principios básicos: la libertad absoluta, sin jerarquías de ningún tipo; y la bondad de la sociedad libre.
El propagador del anarquismo en España fue también un tipógrafo: Anselmo Lorenzo. Pero este movimiento tuvo algunos problemas, como la falta de estructura y la falta de organización de los anarquistas, que fue su talón de Aquiles.
Tanto en el Congreso de Sevilla (1882) como en el de Valencia (1888), las discrepancias sobre la forma de actuar llevaron casi a la disolución del movimiento.
Sin embargo, tanto el temor de la posible desaparición de la organización como las influencias de las nuevas ideas de “propaganda por el hecho” o “acción directa” de los anarquistas europeos condujeron a algunos sectores de esta ideología al terrorismo.
De esta manera, en los años finales del siglo asistimos a una espiral de violencia llevada a cabo por el movimiento anarquista y contestada contundentemente por el poder del Estado:
- El 24 de septiembre de 1893, el anarquista catalán Paulino Pallás atentó contra el capitán general de Cataluña, Martínez Campos, causándole heridas. El gobierno detuvo al autor y lo fusiló.
- El 7 de noviembre de 1893, Santiago Salvador, como respuesta al fusilamiento de Pallás, lanzó dos bombas contra la platea del teatro de la ópera Liceo de Barcelona, durante la representación de la ópera Guillermo Tell, causando 22 muertos y casi 50 heridos. El gobierno ejecutó al autor. Además, se detuvo a 415 obreros, de los cuales 6 fueron fusilados.
- El 7 de junio de 1896, al paso de la tradicional procesión del Corpus Christi en Barcelona, un anarquista lanzó una bomba desde una ventana de un piso alto, ocasionando 12 muertos y 44 heridos. En respuesta a este atentado se llevó a cabo el llamado Proceso de Montjuic, intento de golpe definitivo al movimiento obrero de carácter anarquista, en el que se arrestó a 400 obreros, siendo 87 de ellos procesados. Aunque el fiscal solicitó 28 penas de muerte y 59 cadenas perpetuas, finalmente solo cinco fueron ejecutados y entre 9 y 20 fueron condenados a cadena perpetua. Además, se impusieron otras penas de deportación a la colonia de Río de Oro. También se cerraron algunas revistas anarquistas, especialmente el semanario La Tramontana, se endureció la legislación y se creó un cuerpo especial de policía.
- Por último, el 8 de agosto de 1897, el anarquista italiano Michele Angiolillo, como venganza por el Proceso de Montjuic, realizó tres disparos contra el Presidente del Consejo de Ministros español Antonio Cánovas del Castillo mientras se encontraba descansando en el Balneario de Santa Águeda, causándole la muerte. El gobierno respondió ejecutando a garrote vil a Angiolillo en Vergara doce días después del asesinato, el 20 de agosto.