1.1. Fundamentos ideológicos del régimen franquista
Tras la Guerra Civil, Franco instauró un régimen dictatorial totalitario y personalista que duró hasta su muerte en 1975. Concentró todo el poder como jefe del Estado, del Gobierno y del Ejército, amparado por la Ley de Jefatura del Estado. Su régimen se sustentó en el apoyo de varias “familias políticas”: Ejército, Iglesia, falangistas, monárquicos, tradicionalistas, tecnócratas y franquistas.
El franquismo se basó ideológicamente en el nacionalismo español (unidad e identidad de España), el autoritarismo (sin libertades ni democracia), el catolicismo (con fuerte influencia de la Iglesia en la sociedad), el anticomunismo, el antiliberalismo y el falangismo (aunque Franco siempre controló el partido). La Falange fue el único partido legal y se convirtió en el “Partido del Movimiento”.
En el contexto europeo, el franquismo compartía rasgos con otros regímenes totalitarios como el fascismo italiano y el nazismo alemán, aunque evitó participar en la Segunda Guerra Mundial.
El régimen se mantuvo gracias a la represión, la propaganda y los apoyos institucionales. El Ejército, una vez depurado, fue leal. La Iglesia apoyó al régimen desde el inicio, calificando la guerra como una Cruzada. Monárquicos y carlistas apoyaron inicialmente, pero se alejaron al no restaurarse la monarquía. Los tecnócratas del Opus Dei impulsaron la modernización económica en los años 50 y 60.
Franco reprimió a la oposición y controló la vida política y social. Gran parte de la población aceptó el régimen por miedo al caos anterior. La combinación de represión, propaganda y apoyos sociales e institucionales aseguró la continuidad del franquismo durante casi cuatro décadas.
1.2. Institucionalización, Relaciones Internacionales y Etapas
El franquismo se institucionalizó mediante leyes como la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) y la Ley Orgánica del Estado (1967), que consolidaron un régimen autoritario, centralizado en Franco. El Movimiento Nacional fue el único partido permitido, se reforzó la ideología nacional-católica y se suprimieron libertades. Las Fuerzas Armadas y la Iglesia fueron pilares del sistema, junto con los sindicatos verticales, controlados por el Estado. Tras la Segunda Guerra Mundial, España quedó aislada, pero la Guerra Fría la convirtió en aliado estratégico de EE. UU., que estableció bases militares en 1951. Esto facilitó el ingreso en organismos internacionales (ONU, FAO, FMI), la firma del Concordato con la Santa Sede y la independencia de Marruecos.
Etapas políticas:
- 1939–1942: Represión (50.000 ejecutados), censura, exilio. Gobierno falangista con Serrano Suñer, simpatía por el Eje (División Azul, ocupación de Tánger). Tensiones entre falangistas y militares (atentado en Begoña).
- 1942–1957: Franco confía en Carrero Blanco. Intentos fallidos de restaurar la monarquía con Juan de Borbón. Se promulgan leyes para aparentar democracia: Fuero de los Españoles, Ley de Referéndum, Ley de Sucesión.
- 1957–1973: Entrada de tecnócratas. Se aplica el Plan de Estabilización y los Planes de Desarrollo. Se aprueban la Ley de Prensa (Fraga) y la Ley Orgánica del Estado. Se nombra sucesor a Juan Carlos. Casos como Matesa reflejan corrupción. Se concede la independencia a Guinea Ecuatorial y se cierra la frontera con Gibraltar.
- 1973–1975: ETA asesina a Carrero Blanco, sustituido por Arias Navarro. Juan Carlos asume la jefatura provisional. En la Marcha Verde, Marruecos presiona por el Sáhara Occidental, que España abandona. Franco muere en 1975, terminando la dictadura.
1.3. Transformaciones Sociales y Económicas
Tras la Guerra Civil, Franco instauró un régimen totalitario nacional-católico con fuerte inspiración fascista. Aunque al principio se impuso un sistema autárquico cerrado al comercio exterior, tras la derrota del Eje y el aislamiento internacional, el régimen adoptó medidas para dar una imagen democrática, como las Cortes, el Fuero de los Españoles, la Ley de Referéndum y la Ley de Sucesión. Gracias al acercamiento a EE. UU., América Latina y países árabes, España fue admitida en la ONU y otros organismos internacionales. En 1957 entraron al gobierno los tecnócratas del Opus Dei, que impulsaron una transformación económica. Se abandonó la autarquía y se aplicó el Plan de Estabilización de 1959, que incluyó devaluación de la peseta, reducción del gasto público y apertura al comercio. Esto permitió iniciar los Planes de Desarrollo, promovidos por López Rodó, que impulsaron la industria y el consumo. Se creó el INI, que fomentó empresas públicas como Renfe, Iberia, Seat o Endesa. La economía pasó del intervencionismo a la liberalización, lo que trajo crecimiento, urbanización y modernización. Se dejó atrás el racionamiento y se amplió la clase media, con acceso a viviendas y electrodomésticos. La emigración (más de 4 millones) favoreció el urbanismo y casi pleno empleo, aunque generó desarraigo y suburbios. El sector servicios creció y desbancó al agrícola. El PIB per cápita pasó de 300 a 2.500 dólares entre 1960 y 1975.
La población creció hasta los 33 millones, con una baja mortalidad y una natalidad que cayó al final del régimen. En educación, Villar Palasí promovió reformas para adaptarse al nuevo contexto económico. Se fortalecieron los servicios sociales: pensiones, sanidad y Seguridad Social.
La Iglesia vivió una apertura con el Concilio Vaticano II y el liderazgo de Tarancón, lo que facilitó una sociedad más plural, secular y con aspiraciones democráticas.
1.4. Represión, Exilio, Oposición y Cultura
Durante el franquismo, la represión política fue intensa: ejecuciones, torturas, desapariciones, encarcelamientos y depuración de funcionarios republicanos. Hubo censura de medios, literatura y cine. Se prohibieron lenguas regionales como el catalán, euskera y gallego. Miles se exiliaron, principalmente a Francia, México y Argentina.
De 1939 a 1950, la oposición interior estaba desmovilizada. El PCE organizó una guerrilla fallida en el Valle de Arán. El PSOE se reorganizó con Prieto y la República se instaló en México. La CNT y nacionalistas catalanes y vascos tuvieron poca influencia.
En los años 50 comenzaron huelgas obreras y protestas estudiantiles. El PCE abandonó la guerrilla y propuso la Reconciliación Nacional (1956). La huelga general de 1959 fracasó. El PSOE entró en declive tras el fallido pacto con los monárquicos.
En 1962, la reunión de Múnich fue duramente condenada. Aumentaron las protestas obreras (CC.OO.) y estudiantiles. El proceso 1001 afectó a CC.OO. y se ejecutó a Puig Antich. En el congreso de Suresnes, el PSOE se renovó con Felipe González. En Cataluña resurgió el nacionalismo.
ETA, fundada en 1959, recurrió al terrorismo en 1968 y mató a 47 personas hasta 1975. El Juicio de Burgos conmutó penas de muerte. ETA se dividió en dos ramas. En 1975, Franco ejecutó a cinco militantes pese a la condena internacional. La oposición no acabó con el régimen, pero introdujo el pensamiento democrático. La cultura fue controlada y censurada: solo se promovía la oficialista. Muchos artistas se exiliaron o se autocensuraron, aunque otros resistieron clandestinamente. El exilio fue clave para conservar la cultura española libre y crítica desde fuera.