Fuerzas de Oposición al Régimen de la Restauración
El planteamiento de la Restauración era incompatible con el mundo político y social de la época, afectando a las clases populares urbanas y rurales, las clases medias y determinados círculos intelectuales.
El Carlismo (Derecha)
Derrotado militarmente en 1876, el carlismo no logró recuperar la importancia que había alcanzado con anterioridad, debido en parte al apoyo que el Vaticano y las jerarquías católicas prestaron a Alfonso XII. Se redujo al País Vasco y Navarra, zonas de gran arraigo del foralismo católico. Se dividió en dos tendencias:
- Los integristas
- Los tradicionalistas
Aprovechando la libertad de asociación y el sufragio universal, los tradicionalistas se reorganizaron como partido político y obtuvieron algunos escaños en 1896. Se mantuvo vivo en algunos sectores hasta bien entrado el siglo XX.
El Republicanismo (Izquierda)
El republicanismo fue marginado del sistema político de la Restauración, que estaba basado en la monarquía parlamentaria. No consiguieron recuperarse del fiasco de la Primera República y arrastraban tres graves problemas:
- La represión ejercida por los primeros gobiernos de Cánovas.
- La compleja composición social (sectores medios y trabajadores).
- La acusada fragmentación, producto de las violentas discordias surgidas durante el agitado Sexenio.
Se dividían, por un lado, entre opositores y partidarios de acciones revolucionarias; y por otro, entre defensores de un estado de corte federal o de raíz carlista. Se agrupaban en torno a diferentes corrientes doctrinales y políticas:
- Federalistas: Agrupados en torno al partido federal de Pi y Margall, que se inclinaron hacia posiciones socializantes.
- Unionistas: Liderados por Salmerón, formaron el Partido Centralista. Eran partidarios de la unidad territorial y política del Estado.
- Radicales: Dirigidos por Ruiz Zorrilla, formaron el Partido Republicano Progresista. Eran partidarios de la lucha armada.
- Posibilistas: Grupo minoritario conservador, liderado por Castelar, del Partido Republicano Histórico Liberal.
Federalistas y unionistas, partidarios de la acción política pacífica, se unieron en la Unión Republicana, que no se consolidaría hasta 1903.
El Movimiento Obrero
El movimiento obrero, orientado hacia el marxismo y el anarcosindicalismo, se vio afectado por la vuelta de la monarquía y el orden liberal burgués. Sus posibilidades de acción contaban con grandes dificultades, pues existían limitaciones para evitar que, amparándose en la libertad de expresión, de asociación y de reunión, actuaran contra el régimen. Desde 1874, los grupos obreros ligados a la AIT habían pasado a la clandestinidad, lo que tuvo dos efectos paralelos:
- La desarticulación organizativa.
- La radicalización de su ideología y de los medios de acción.
Estas asociaciones obreras permanecieron en la clandestinidad hasta 1887, fecha en la que se aprobó la Ley de Asociaciones. Se caracterizó por tres rasgos destacados:
- La fuerza sindical no fue unánime, sino dividida entre anarquistas, socialistas y algún reformista moderado.
- El peso del anarquismo, especialmente en Andalucía y Cataluña.
- Los sectores obreros y populares se decantaban por el republicanismo político.
El Anarquismo
El anarquismo fue la doctrina que consiguió una mayor aceptación social. Frente a la participación política, los anarquistas practicaron e insistieron en la necesidad de una acción sindical directa a través de la huelga.
La complejidad del anarquismo se manifestó en el episodio conocido como La Mano Negra. En 1883, las autoridades de Cádiz y Jerez acusaron de crímenes y delitos comunes a una supuesta organización de asesinos anarquistas denominada “La Mano Negra”. En la década de los noventa, los anarquistas llevaron a cabo tres tipos de actividades:
- La acción sindical, estimulada por la huelga general y la reivindicación de la jornada de ocho horas que acompañaron las celebraciones del Primero de Mayo.
- La acción violenta, como los atentados en Barcelona o el asesinato de Cánovas en 1897.
- La producción cultural.
El Socialismo
El socialismo, menos extendido en España, defendía la participación política. En 1879 se fundó en Madrid el PSOE, cuyo primer secretario fue Pablo Iglesias Posse. En 1888, también él crearía en Barcelona el sindicato UGT.
Los núcleos socialistas se caracterizaron por los siguientes rasgos:
- La influencia del marxismo francés, que les llevaba a dirigirse a un tipo de obreros, el proletariado industrial, poco numeroso en España.
- La defensa de la doctrina de la lucha contra las fuerzas políticas burguesas.
- La creencia en el hundimiento inevitable del capitalismo, lo que les conducía a subordinar la lucha sindical a la política.
El PSOE tuvo un lento crecimiento, de tal modo que hasta 1909, y gracias a la formación de la Conjunción Republicano-Socialista, no logró la primera acta de diputado, la de Pablo Iglesias Posse.
El Sexenio Democrático (1868-1874)
La Gloriosa y Formación del Gobierno Provisional
El destronamiento de Isabel II marcó el inicio de un periodo de inestabilidad conocido como el Sexenio Revolucionario. Las discrepancias entre Isabel II y O’Donnell, sumadas a la sustitución de Narváez y su posterior muerte, agravaron la crisis de la Corona. Bravo adoptó medidas de represión y de ‘cerramiento’ de políticos y generales sospechosos. La guerra se convirtió en un instrumento de cambio político. El almirante Topete se sublevó en Cádiz, con el apoyo de Serrano, Prim y Dulce. Cádiz y Málaga, sumidas en crisis económicas, vieron surgir juntas radicales. La derrota de las tropas de Isabel II en el puente de Alcolea precipitó su exilio en Francia. Las sublevaciones continuaron, con levantamientos demócratas de ideal federalista. Este nuevo intento de la burguesía y del pueblo de instaurar un sistema democrático se conoce como La Gloriosa.
La Constitución de 1869 hizo de España una monarquía constitucional con sistema bicameral y estableció claramente la división de poderes, además de reconocer los derechos de los ciudadanos. Serrano fue nombrado regente y Prim, jefe de gobierno. Juntos se propusieron solucionar varios problemas: buscar un candidato para el trono, resolver la insurrección independentista en Cuba, y poner fin a las sublevaciones promovidas por los republicanos, quienes actuaban por falta de soluciones, todo ello con el fin de defender el régimen monárquico.
Constitución de 1869
Principios Generales
- En el Título I se desarrolla la más explícita, amplia y cuidada declaración de derechos humanos garantizados hasta entonces por nuestro derecho constitucional.
- Más amplia autonomía local.
- Sigue vigente la monarquía hereditaria, democrática y parlamentaria, sobre la base de un reconocimiento expreso de la soberanía nacional.
- Delimitación estricta de los poderes del monarca. Al rey corresponde la sanción y promulgación de las leyes.
- Sistema bicameral, con Senado electivo (cuatro senadores por provincia) y Congreso, con plena potestad legislativa. Un diputado por cada 40.000 habitantes y tres años de mandato.
- Los ministros son responsables ante el Parlamento, aunque son nombrados por el Rey.
Valoración
Tuñón de Lara dice que es la más liberal, además de ser revolucionaria. Cánovas del Castillo era proclive al socialismo y a los excesos. Se dice de esta Constitución que cambiaría los ejes del sistema moderado imperante, con dos principios fundamentales: la democracia y la descentralización.
El Reinado de Amadeo I (1871-1873)
El problema del trono de España se hizo internacional. El candidato fue Amadeo de Saboya, quien cumplía todos los requisitos: era de una casa real con tradición liberal, era católico y su elección no inquietaba a Francia y a Prusia. El 16 de noviembre de 1870 fue nombrado rey; Prim, su principal valedor, fue asesinado tres días antes de su llegada.
El rey juró la Constitución. La división entre las fuerzas políticas imposibilitó la estabilidad; los gobiernos se sucedieron rápidamente entre constitucionales de Sagasta, radicales de Zorrilla y viejos unionistas de Serrano, junto a los republicanos y a los partidarios del príncipe Alfonso. En 1873, Amadeo presentó su acta de abdicación de la Corona. Congreso y Senado proclamaron la Primera República.
La Primera República (1873-1874)
La Primera República enfrentó graves problemas que provocaron su inestabilidad y precipitaron su fracaso:
- La división interna entre los republicanos en:
- Unitarios
- Federalistas (considerados como los más revolucionarios), subdivididos en:
- «Benévolos», partidarios de implantar el sistema republicano federal desde las Cortes.
- «Intransigentes», partidarios de implantarlo mediante la insurrección.
- Insubordinaciones separatistas.
- La Guerra Carlista.
- La Guerra de Cuba.
- El Cantonalismo.
Debido al escaso apoyo popular y la falta de convicciones republicanas, se sucedieron cuatro presidentes en ocho meses. Primero, Estanislao Figueras convocó elecciones para las Cortes Constituyentes, con un 60% de abstención. Las Cortes proclamaron la República Federal y lo sustituyeron nueve días después por Pi y Margall, del partido federalista. El proyecto de Pi y Margall convertía a España en una República Federal que proclamaba 17 estados regionales. No se aprobó debido a la insurrección cantonal, que terminó con su gobierno.
La República se hizo más conservadora con Nicolás Salmerón, dispuesto a terminar con la resistencia cantonal, quien dimitió por negarse a firmar sentencias de muerte para disciplinar al ejército. Emilio Castelar, republicano, dictó una política encaminada a asegurar el orden público y la unidad. El problema cantonal terminó con la rendición de la belicosa Cartagena.
El 3 de enero de 1874 hubo una intervención militar de Pavía. El general Serrano comenzó el cuarto ensayo político con el que quería restablecer el orden público, controlar a los carlistas y seguir con la guerra de Cuba. El régimen tenía los días contados. El partido alfonsino aseguraba la Restauración después del levantamiento del general Martínez Campos en Sagunto, que puso fin a la situación y dio paso a la Restauración. Aunque no se considera que la restauración monárquica fuera la causa de un levantamiento militar, ya que este era un proceso que había sido muy meditado durante el Sexenio por Cánovas del Castillo. De esta forma, Alfonso XII subió al trono, respondiendo a las expectativas y responsabilidades depositadas en él.
La Restauración Borbónica (1874-1902)
En diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclamó rey de España a Alfonso XII mediante un pronunciamiento en Sagunto. Su proyecto consistía en aprovechar el descontento político generalizado para conseguir apoyos a la causa alfonsina, tanto desde las filas conservadoras como desde las republicanas, para que la Restauración fuese proclamada por un amplio sector de la opinión pública.
Desde allí, y después del pronunciamiento militar de 1874, Alfonso XII firmó un manifiesto, redactado por el propio Cánovas, que afirmaba que la monarquía era la única salida para cerrar la crisis del periodo revolucionario y donde se apuntaban las líneas fundamentales de lo que iba a ser el sistema de la Restauración. Con Alfonso XII comenzó una etapa de estabilidad basada en los principios conservadores de orden, propiedad y monarquía, con novedades institucionales del sistema liberal.
Las Bases del Sistema
Cánovas fue quien sentó las bases institucionales y jurídicas del sistema, alejando los peligros que habían provocado el fracaso del periodo isabelino. Consiguió apartar al ejército del poder político y pacificar el país, además de lograr la estabilidad política integrando las diferentes concepciones liberales en un proyecto común, sobre la base de la monarquía. Esto se plasmó en la organización de un sistema bipartidista y en la aprobación de una Constitución lo suficientemente flexible para adaptarse a los programas de los dos partidos dinásticos, mayoritarios.
Para construir un nuevo régimen era necesario pacificar el país. En 1876 se consiguió finalizar la Tercera Guerra Carlista que, desde 1872, se libraba en País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo. La guerra tuvo un gran coste humano y financiero y supuso la abolición de los fueros vascos y navarros. Por otra parte, en 1878 se firmó la Paz de Zanjón, que puso fin a la insurrección cubana de 1868. Se concedió una autonomía administrativa a Cuba, aunque no respondió a las expectativas y no cerró definitivamente el conflicto.
El Bipartidismo
Los partidos políticos leales a la Corona, llamados partidos dinásticos, eran el Partido Conservador y el Partido Liberal. Estos dos partidos fueron los que se turnaron en el poder, mientras el resto de las formaciones quedaron excluidas del juego político.
El Partido Conservador
Liderado por el malagueño Antonio Cánovas del Castillo, era el heredero del moderantismo, el unionismo y parte del progresismo de la época isabelina. Representaba también los intereses de la burguesía latifundista y financiera de los grupos residuales del Antiguo Régimen.
El Partido Liberal
Liderado por Práxedes Mateo Sagasta, integraba a demócratas, radicales y algunos republicanos moderados. Pretendía incorporar a la Restauración los aspectos menos radicales de la revolución de 1868. Representaba los intereses de los profesionales liberales, de la burguesía industrial y comercial y de los funcionarios.
Las diferencias ideológicas y políticas entre ambos partidos eran mínimas: los liberales, más preocupados por las reformas sociales y por la educación; y los conservadores, más autoritarios y defensores del orden y de los valores.
Constitución de 1876
Con sufragio universal masculino se formaron unas Cortes Constituyentes que redactaron y aprobaron un nuevo texto constitucional. La manipulación de las elecciones permitió a los conservadores redactar una Constitución favorable para ellos, que fue rápidamente aceptada por los liberales, ya que se decía en ella que se iban a turnar.
La Constitución establecía que:
- La soberanía era compartida entre las Cortes y la Corona.
- La figura del rey era inviolable. Al soberano correspondía el poder ejecutivo —que ejercía a través del Gobierno, a cuyo presidente nombraba y destituía— y la iniciativa legislativa, con derecho de veto sobre el parlamento.
- Las Cortes eran bicamerales, con un Senado que garantizaba el control del poder legislativo por las minorías privilegiadas.
- Se reconocían los derechos y libertades individuales, aunque su regulación se remitía a leyes posteriores.
- El Estado era confesional, pues se reconocía el catolicismo como religión oficial, pero admitiendo otras confesiones religiosas minoritarias. Ante la presión de la jerarquía eclesiástica, se permitió a la Iglesia ejercer el control de la educación y la enseñanza.
Valoración
Más liberal que la de 1845, parecida a las de 1837 y 1856, y con vinculación esporádica a la de 1869. Algunos de sus preceptos se reproducen libremente. Destaca por su brevedad, ya que reduce al mínimo las declaraciones y preceptos con el objeto de silenciar divergencias. Fue suprimida por Primo de Rivera, pero volvió en el año 1930 hasta el 14 de abril de 1931. Hasta la fecha, es la que más ha durado, estando en vigor 47 años.
Turnismo Político y Fraude Electoral
El sistema ideado por Cánovas basaba su funcionamiento en el turno pacífico de los dos grandes partidos dinásticos, sin recurrir a los pronunciamientos militares, a lo que accedieron los liberales de Sagasta.
El caciquismo arraigó intensamente en Andalucía, básicamente en el ámbito rural, a causa de las altas cotas de analfabetismo de la población y del dominio del mercado de trabajo por parte de los terratenientes, es decir, de los caciques.
El mecanismo de turno era el siguiente: Periódicamente y de forma pactada, el rey encargaba la formación de un nuevo gobierno al partido que le tocaba gobernar. Este confeccionaba el «encasillado» o listas de diputados; el encasillado se entregaba a los gobernadores civiles para que lo impusieran en la provincia y los ayuntamientos a través del cacique local. Para ello, se manipulaban los censos electorales, se coaccionaba el voto y, si eso no bastaba, se cambiaban los resultados en las actas.
Reinado de Alfonso XII (1875-1885)
El reinado de Alfonso XII se caracterizó por la no interferencia del monarca en la actividad política. El Partido Conservador fue el que llevó a cabo la labor de pacificación militar y la redacción de la Constitución de 1876. Su gobierno se caracterizó por la aprobación de medidas restrictivas orientadas a intensificar el control del Estado y a centralizarlo administrativamente. La centralización administrativa se hizo patente en la abolición de los fueros vascos y en el afán codificador que permitiera aplicar un mismo cuerpo de leyes a todo el territorio español.
Entre 1881 y 1883 subió al poder el Partido Liberal de Sagasta, con lo que se iniciaba el turnismo de los partidos dinásticos. Restableció la libertad de cátedra y de expresión, así como la de asociación y reunión. También se formó una comisión de reformas sociales para estudiar la situación de las clases trabajadoras.
Regencia de María Cristina (1885-1902)
En 1885, el rey Alfonso XII murió prematuramente y su esposa, la reina María Cristina de Habsburgo, se hizo cargo de la regencia con el apoyo de los partidos dinásticos. Estos firmaron el Pacto del Pardo, por el que se comprometían a mantener la monarquía y a respetar el turno pacífico de partidos en el poder.
La Regente otorgó el poder a los liberales que, presididos por Sagasta, gobernaron el país entre 1885 y 1890. El llamado «Parlamento Largo» llevó a cabo la liberalización del régimen, desarrollando el programa de reformas más avanzado del período y consolidando el sistema. Se aprobaron el Código de Comercio (1885) y el Código Civil (1889). Respecto al reformismo social, se aprobó la Ley de Asociaciones (1887); se instauraron los juicios con jurado y se abolió la esclavitud en Cuba. En 1890 se aprobó el sufragio universal masculino.
La vuelta de los conservadores al poder en los años noventa supuso el retorno a una política económica más proteccionista.