El Carlismo y las Guerras Civiles en la España del Siglo XIX

Origen y Definición del Carlismo

El carlismo es el movimiento político e ideológico de la España del siglo XIX que defendía los derechos al trono de Carlos María Isidro (hermano menor de Fernando VII) y sus descendientes, apoyándose en una concepción de la organización política y social conservadora y antiliberal.

El origen del conflicto se remonta al problema sucesorio de los últimos años del reinado de Fernando VII, a raíz de la publicación de la Pragmática Sanción de 1830, que anulaba la ley aprobada por Felipe V en 1713 (Ley Sálica), la cual impedía a las mujeres reinar en España. A partir de ese momento, las mujeres sí podían gobernar (siempre que no hubiera un varón), lo que significaba que la hija de Fernando VII, Isabel II, nacida en 1830, sería la futura reina. Sin embargo, esta medida no fue del gusto de Carlos María Isidro, que había ocupado en ese momento el primer lugar en la línea de sucesión y que contaba con el apoyo de los sectores más tradicionales o conservadores: los carlistas. En ese contexto, en septiembre de 1833, a la muerte de Fernando VII, España se vio sumida en la Primera Guerra Carlista, en la que se enfrentaron los carlistas (absolutistas) frente a los isabelinos (liberales).

Ámbito Geográfico

En el ámbito geográfico, el carlismo arraigó en el entorno social vasco-navarro y contó también con importantes apoyos en Aragón, Cataluña y la sierra del Maestrazgo (Castellón). No obstante, las ciudades de estas regiones apoyaban al bando isabelino. En el resto de España, el apoyo carlista fue minoritario, manifestándose en forma de partidas guerrilleras dispersas por el país.

Ámbito Social y Apoyos

A nivel social, el carlismo recibió apoyo de:

  • Los campesinos y pequeños propietarios, que tenían miedo a convertirse en jornaleros o arrendatarios de los grandes terratenientes.
  • La baja nobleza, porque se veía amenazada por la desaparición del mayorazgo y la exención de impuestos.
  • Miembros del clero, sobre todo el regular y secular, contrarios a las medidas desamortizadoras y a la supresión de las órdenes religiosas.
  • Algunos oficiales del ejército que estaban descontentos, bien por la evolución del país o por su situación profesional.

El otro grupo, el bando isabelino, estaría compuesto por la burguesía urbana, profesionales liberales, miembros del Ejército, la alta nobleza, jerarquías eclesiásticas y las ciudades.

Contexto Internacional e Ideario

La guerra carlista se convirtió en un asunto internacional. De esta manera, el carlismo recibió el apoyo de Austria, Prusia, Rusia y Estados Unidos. Por otro lado, Francia, Reino Unido y Portugal apoyaron al bando isabelino.

El ideario del carlismo se resume en un lema: “Dios, patria y rey”. Sus pilares fundamentales incluían:

  • Defensa de una monarquía absoluta por derecho divino frente al régimen nacional, la división de poderes y la monarquía constitucional.
  • Reivindicación de los antiguos fueros vascos y navarros frente al Estado centralizador de los liberales.
  • Defensa integrista de la religión católica, lo que implicaba la defensa de la confesionalidad del Estado y de los intereses de la Iglesia.

Desarrollo de la Primera Guerra Carlista (1833-1840)

El enfrentamiento entre carlistas e isabelinos en la España del siglo XIX dio lugar a tres guerras civiles que han pasado a la historia con el nombre de Guerras Carlistas. De todas ellas, la más importante fue la Primera Guerra Carlista (1833-1840), que enfrentó a los liberales que apoyaban a María Cristina (regente) frente a los carlistas, partidarios de Carlos María Isidro (quien se autonombraba Carlos V).

Fases de la Guerra

Esta guerra, que ocasionó más de 200.000 muertos, tuvo dos fases principales:

Primera Etapa (1833-1836)

Se caracterizó por las ofensivas carlistas sobre las ciudades vascas (destacando el asedio de Bilbao y la muerte de Zumalacárregui), las acciones de Ramón Cabrera en la sierra del Maestrazgo y la expedición de Miguel Gómez a lo largo de España.

Segunda Etapa (1837-1840)

Se caracteriza por la Expedición Real de Carlos María Isidro para tomar Madrid, que terminó en fracaso (1837). Siguieron las sucesivas victorias de los liberales (como la Batalla de Luchana, donde el general Espartero levantó el sitio de Bilbao) y la división interna de los carlistas entre los partidarios de firmar una paz y los partidarios de seguir luchando.

La guerra terminó oficialmente con el Abrazo de Vergara entre el general liberal Espartero y el general carlista Maroto, que establecía el respeto hacia los fueros vasco-navarros y la integración del ejército carlista en el ejército liberal. Este acuerdo fue aceptado por la mayoría de los carlistas, pero no por Cabrera, que resistió un año más en la sierra del Maestrazgo hasta que Espartero tomó Morella. En 1841, el gobierno liberal suprimió las cortes de Navarra y eliminó sus aduanas interiores.

Segunda y Tercera Guerra Carlista

Pese al fin de la guerra y la victoria de los isabelinos, el conflicto no se cerró definitivamente y hubo otras dos guerras carlistas en el siglo XIX:

  • Segunda Guerra Carlista (1846-1849): Desarrollada en la zona pirenaica a raíz del intento de casar a Isabel II con el pretendiente carlista (Carlos V).
  • Tercera Guerra Carlista (1872-1876): Localizada en el norte peninsular contra las tropas de Carlos VII.

Tras casi cuatro años de lucha, la derrota de los carlistas en esta última guerra supuso la supresión del régimen foral vasco-navarro, a cambio del reconocimiento de una gran autonomía fiscal para vascos y navarros. Terminaban así las guerras carlistas del siglo XIX, pero esto no significaría el fin del movimiento, que mantendría cierta relevancia política en épocas posteriores.

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