Economía y sociedad en el siglo XIX

Economía y sociedad en el siglo XIX

Economía española durante el siglo XIX

Se produjeron profundos y trascendentes cambios socioeconómicos en España, al igual que en Europa Occidental y Estados Unidos:

  • Desarrollo de las actividades industriales, financieras y comerciales vinculado a los descubrimientos técnico-científicos y a la invención de nuevas máquinas.
  • Mejora de las comunicaciones gracias a la aparición de un novedoso medio de transporte, el ferrocarril.
  • Pero estos cambios no tuvieron la misma profundidad que en los países más desarrollados y, por otra parte, se hicieron con grandes insuficiencias estructurales.
  • La población aumentó de forma regular, y paralelamente la estructura social española completó un proceso lento pero continuo de transformación, cuyo resultado será la desaparición de la antigua sociedad estamental y la aparición de la sociedad de clases.

Los cambios en la agricultura

(consultar y estudiar fotocopias sobre la desamortización)

La agricultura seguía siendo la base fundamental de la economía, aunque el sector agrario español permaneció en una situación de estancamiento durante el siglo XIX, por dos motivos: unos factores naturales adversos (físicos, edafológicos y climáticos), y factores sociopolíticos (desigual distribución de la propiedad de la tierra en España: extrema pobreza de la mayoría del campesinado, que contrastaba con la extrema riqueza de una minoría latifundista).

Durante el siglo XIX, los liberales españoles llevaron a cabo desde el poder una reforma agraria, cuyos tres momentos básicos fueron:

  • Liberalizar la agricultura para que el factor productivo tierra pudiera circular libremente en el mercado. Para conseguir esto era necesario acabar con los bienes amortizados o de «manos muertas».
  • Eliminar obstáculos al desarrollo del capitalismo en la agricultura.
  • Traspasar toda la tierra a manos de particulares, de propietarios privados individuales.

A pesar de todo, el sector agrario no sirvió de estímulo al desarrollo industrial y a la modernización económica de España. La revolución burguesa favoreció mediante la desamortización a los grandes propietarios, consolidándose el latifundismo.

Se mantuvieron como más importantes la producción cerealística, sobre todo de trigo, y de otros productos tradicionales (olivo, vid…). La ganadería lanar tuvo un descenso de gran magnitud, en parte porque muchas tierras tradicionales de pasto con la desamortización se dedicaron a la agricultura.

Características:
La evolución de la población
  • Incremento de la población gracias a la mejora en la alimentación (introducción del maíz y la patata en la dieta), y la desaparición de epidemias; pero a un ritmo más lento que el resto de países europeos.
  • Régimen demográfico antiguo: altas tasas de natalidad (por alta religiosidad, ausencia de métodos anticonceptivos, valor económico de los hijos) y mortalidad (por crisis de subsistencia) crecimiento natural escaso. Altas tasas de mortalidad infantil y baja esperanza de vida.
  • Mayor cantidad de población en la periferia (zonas costeras) que en el interior peninsular.
  • Movimientos migratorios:
  • Éxodo rural iniciado a mediados del siglo XIX hacia Madrid y Barcelona fundamentalmente, y hacia las capitales de provincia. La llegada de más población a la ciudad supuso una transformación del espacio urbano (demolición de murallas; creación de ensanches; grandes avenidas; estaciones de ferrocarril; nueva tipología edificatoria).
  • Migraciones transoceánicas hacia Argentina, México, Cuba y Brasil. Focos emigracionales: Galicia, Asturias, Cantabria y Canarias.
Estructura de la población activa: el 65% de la población trabajaba en el sector primario; un 15% en el sector industrial; y el 20% restante se dedicaba al sector terciario.

Escasez de carbón y materias primas.

Los comienzos de la industrialización
  • Escaso desarrollo industrial y retraso con respecto a Europa debido a una serie de factores:
  • Dependencia del capital exterior.
  • Atraso tecnológico. Las medidas proteccionistas implantadas por los gobiernos liberales para alentar a la industria vasca y catalana, no estimularon la renovación tecnológica, lo que hizo perder competitividad, con el encarecimiento consiguiente de los productos industriales.
  • Falta de articulación de un mercado interior caracterizado por las dificultades de comunicación y por el bajo poder adquisitivo de grandes masas de la población.
  • Factores políticos como la pérdida del mercado colonial, los destrozos de la guerra de la Independencia o la inestabilidad política del siglo XIX.
Producción industrial

Energía: El carbón fue la fuente de energía básica hasta la aparición de la fuerza hidroeléctrica. Se localizaba en Asturias, León y Sierra Morena, pero su situación (salvo en el caso de Asturias) hacía muy caro su transporte desde los centros de producción a los de consumo. Además, era escaso y de baja calidad. La supervivencia de este sector sólo fue posible por una política económica proteccionista.

Industria textil algodonera (indianas): Se desarrolló en Cataluña gracias a: su vinculación con el mercado americano, su relativa vitalidad económica, su intensa actividad comercial, la oferta de mano de obra y la iniciativa empresarial.

Siderurgia: La producción de hierro colado en altos hornos surgió en Marbella en 1833. La producción de este primer núcleo siderúrgico, en 1844, unida a la del alto horno de Cazalla de la Sierra (Sevilla) constituirían el 85% del hierro colado fabricado en España.

En 1861, aparece un nuevo núcleo: Asturias (Mieres y Langreo), cuyos altos hornos utilizaron el coque procedente de las minas de la región.

El núcleo siderúrgico bilbaíno nació por una serie de factores favorables: abundancia de mineral de buena calidad, acumulación de capital (debido a la exportación de hierro a Gran Bretaña) y facilidad para comprar coque inglés. En 1882 se crearon “la Sociedad de Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero” y “la Vizcaína”; en 1902 se unieron y crearon “Altos Hornos de Vizcaya”.

Metalurgia de transformación: Entre 1880 y 1900, se crearon en el País Vasco numerosas empresas metalúrgicas de transformados del acero, que lanzaron al mercado español raíles para el tendido de la red ferroviaria, material ferroviario y buques.

Minería: Tras la Revolución de 1868, el gobierno español, ante el déficit financiero, recurrió a la venta de las últimas propiedades públicas: montes, patrimonios de la Corona y minas. Por ello, las minas españolas fueron objeto de una explotación intensiva, debido a la demanda de minerales metálicos por parte de los países más industrializados de Europa Occidental. Así España se convirtió, entre 1880 y 1910, en uno de los grandes productores mundiales de hierro .

El ferrocarril

La primera línea de ferrocarril realizada fue Barcelona-Mataró (28 Km.) en 1848 y la segunda Madrid-Aranjuez en 1851.

La Ley General de Ferrocarriles de junio de 1855, concedía una serie de ventajas económicas (subvenciones) a las compañías que se decidieran a construir. De este modo, aparecieron las grandes sociedades de crédito extranjeras, principalmente francesas. Se aceleró el ritmo de construcción de líneas ferroviarias: en 1858 había 850 Km. de vías construidas y abiertas al público, mientras que en 1866 la red alcanzó los 5.145 Km. (En esas fechas, la red ferroviaria alcanzaba una extensión aproximada de 17.500 Km. en Francia y 18.000 Km. en Alemania).

Se estableció una estructura radial de la red, con centro en Madrid, dificultando las comunicaciones entre las zonas más industriales.

El ancho entre carriles era superior al del resto de Europa, lo que obstaculizó los intercambios. Esta decisión resultó una equivocación técnica que contribuyó a aislar a la economía española de la europea.

La introducción del ferrocarril supuso una revolución en el sistema de transporte peninsular, al permitir el traslado y la comercialización de los productos entre las principales zonas agrícolas e industriales españolas.

Comercio interior

El mercado

Hasta mediados del siglo XIX se establecieron una serie de leyes para favorecer los intercambios comerciales: se eliminaron los gremios y las tasas e impuestos indirectos sobre el comercio.

A mediados del siglo XIX con la aparición del ferrocarril y la aplicación de la máquina de vapor en los barcos se intentó favorecer los intercambios de personas y mercancías.

El principal problema seguía siendo la escasa demanda de una población fundamentalmente agrícola.

Comercio exterior:

Los intercambios fueron incrementándose a partir de mediados del siglo XIX. Se importaba algodón en rama y carbón, y exportábamos minerales, productos agrarios y tejidos de algodón.

Tras la pérdida de las colonias americanas, los intercambios se mantuvieron más fuertes con Francia y Gran Bretaña.

Política comercial

Si hasta 1870 predominó una política librecambista, a partir de esa fecha se estableció el proteccionismo que benefició a las industrias textiles catalanas, a los agricultores cerealistas castellanos, a la minería asturiana y a la siderurgia vasca freno a la modernización y competitividad de la industria española.

Hacienda pública:
Hacienda pública y sistema financiero

Durante el siglo XIX fue constante la crítica situación de la Hacienda estatal y continuó acumulándose la Deuda Pública. El Estado español, casi insolvente, poco fiable y permanentemente al borde de la bancarrota, suspendió el pago de sus deudas con frecuencia, por lo que los bancos y gobiernos extranjeros con los que negociaba nuevos empréstitos (Francia, Reino Unido, Países Bajos) exigieron elevados intereses por sus préstamos.

A pesar de todo, a los sucesivos gobiernos españoles les faltó voluntad de solucionar este problema, pues mantuvieron gastos excesivos que nunca eran cubiertos por los siempre insuficientes ingresos fiscales. Esto tiene una explicación, ya que reducir los gastos hubiera afectado negativamente al Ejército, a la Iglesia y a la Corona, mientras que aumentar los impuestos hubiera perjudicado a los grandes terratenientes y a la alta burguesía.

Sistema financiero

En 1856 se creó el Banco de España, que sustituía al Banco Español de San Fernando, banco oficial fundado por el Estado en 1829 y cuya principal función fue emitir billetes y prestar dinero al Gobierno.

Creación de la peseta como nueva unidad del sistema monetario en octubre de 1868, durante el Sexenio Democrático.

Desarrollo de la Bolsa (a partir de 1831) y de la Banca privada. Prueba de ello fue la fundación de nuevos bancos. Así, en 1857 nacieron el Banco de Bilbao y el Banco de Santander.

Bolsa de Madrid

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