La Construcción del Estado Liberal en España: De Carlos IV al Sexenio Democrático (1788-1874)

La España del Siglo XIX: De la Crisis del Antiguo Régimen a la Revolución Liberal

El Reinado de Carlos IV y la Guerra de la Independencia (1788-1814)

El reinado de Carlos IV coincidió con una etapa de crisis profunda, marcada por las repercusiones de la Revolución Francesa, la debilidad del monarca y el creciente protagonismo de Godoy, cuya figura generó amplias resistencias. La Hacienda estaba arruinada por guerras, bloqueo comercial, pérdida del comercio americano y malas cosechas, lo que provocó inflación y motines. Al mismo tiempo, España osciló entre la oposición y la alianza con Francia, entrando finalmente en una dinámica de subordinación que culminó en el desastre de Trafalgar (1805).

La tensión política interna estalló en el Motín de Aranjuez (marzo de 1808), que forzó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en Fernando VII. Napoleón aprovechó el conflicto familiar para convocar a ambos en Bayona, donde obtuvo sus abdicaciones, imponiendo como rey a José I y otorgando el Estatuto de Bayona, una carta otorgada con reformas ilustradas.

El rechazo a la presencia francesa originó el levantamiento del 2 de mayo y la Guerra de la Independencia (1808-1814), un conflicto nacional en el que participaron juntas, ejércitos regulares y guerrillas. La guerra se desarrolló en tres fases:

  • Primeras victorias españolas (Batalla de Bailén).
  • Dominio francés (1808–1812).
  • Retirada final.

El conflicto devastó la economía y la sociedad, pero también favoreció la aparición del liberalismo con la reunión de las Cortes de Cádiz.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812: El Nacimiento del Liberalismo Español

Ante el vacío de poder generado por las abdicaciones de Bayona, surgieron juntas locales que se coordinaron en una Junta Suprema Central, que convocó Cortes extraordinarias con la intención de reorganizar el Estado y dirigir la resistencia. Las Cortes se reunieron en Cádiz, ciudad no ocupada, y adoptaron un carácter unicameral y representativo, predominando los diputados de mentalidad liberal e ilustrada.

Su obra legislativa destruyó elementos esenciales del Antiguo Régimen:

  • Abolición de los señoríos jurisdiccionales.
  • Abolición de la Inquisición.
  • Proclamación de la soberanía nacional.
  • Reorganización de la administración.
  • Creación de la Milicia Nacional.
  • Adopción de medidas desamortizadoras y liberalizadoras.

Todo ello culminó en la Constitución de 1812 (La Pepa), que establecía una monarquía constitucional basada en la soberanía nacional, división de poderes, Cortes unicamerales y amplias libertades, manteniendo la confesionalidad católica. Aunque su aplicación fue limitada, se convirtió en referencia del liberalismo español y latinoamericano.

El Reinado de Fernando VII: La Lucha entre Absolutismo y Liberalismo (1814-1833)

El reinado de Fernando VII estuvo marcado por la lucha constante entre absolutismo y liberalismo.

El Sexenio Absolutista (1814–1820)

Comenzó con la abolición de la obra gaditana y la restauración del Antiguo Régimen, instaurando una política represiva y enfrentándose a una grave crisis económica y al inicio de la independencia de América. El descontento generó conspiraciones y pronunciamientos que culminaron en el triunfo del de Riego en 1820.

El Trienio Liberal (1820–1823)

Se restableció la Constitución de 1812 y se reanudaron las reformas liberales: reorganización administrativa, libertades públicas, desamortización y reformas económicas. La división interna del liberalismo y la oposición absolutista, junto al intervencionismo europeo de la Santa Alianza, provocaron su fin con la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis.

La Década Ominosa (1823–1833)

Supuso el retorno al absolutismo y una fuerte represión. Sin embargo, crecieron tensiones dentro del absolutismo, entre moderados y carlistas. La promulgación de la Pragmática Sanción, que permitía reinar a Isabel, provocó el conflicto sucesorio que originaría la Primera Guerra Carlista tras la muerte del monarca.

El Reinado de Isabel II: Consolidación del Estado Liberal (1833-1868)

El reinado de Isabel II fue decisivo para consolidar el liberalismo en España. Su inicio estuvo marcado por las regencias y la Primera Guerra Carlista, lo que obligó a los gobiernos liberales a acelerar reformas clave:

  • La desamortización de Mendizábal.
  • La reorganización administrativa.
  • La promulgación de la Constitución de 1837, de talante progresista.

Durante la mayoría de edad, el poder osciló entre moderados, que establecieron un Estado centralizado con la Constitución de 1845, y progresistas, que defendían mayor participación política y reformas sociales, como se intentó en el Bienio Progresista (1854–1856). La Unión Liberal buscó una vía intermedia durante los años siguientes, en un periodo de expansión económica ligada al ferrocarril.

Pese a los avances —unificación del mercado, creación de cuerpos de orden público, reformas fiscales, modernización del Estado—, la inestabilidad política y la exclusión de amplios sectores sociales alimentaron una creciente oposición que culminó en la Revolución de 1868.

El Sexenio Democrático: El Intento de Democratización (1868-1874)

La Revolución Gloriosa de 1868 depuso a Isabel II tras una etapa de crisis económica (ferrocarril, algodón, subsistencias) y descrédito político. El Gobierno Provisional, dirigido por Serrano y Prim, impulsó un programa profundamente liberal:

  • Libertades de imprenta y asociación.
  • Libertad de cultos.
  • Sufragio universal masculino.
  • Reformas administrativas y medidas económicas modernizadoras.

La Constitución de 1869 representó el modelo más democrático del siglo XIX español: soberanía nacional, amplia declaración de derechos, libertades individuales, sufragio universal y Estado no confesional. La monarquía parlamentaria se mantuvo con la elección de Amadeo I, cuya corta y difícil etapa estuvo marcada por la inestabilidad política y la oposición de múltiples frentes.

Tras su abdicación, se proclamó la I República (1873–1874), un periodo breve y convulso con guerras y crisis internas. Finalmente, el golpe de Pavía y el pronunciamiento de Martínez Campos cerraron el Sexenio y restauraron la monarquía borbónica. Pese a su brevedad, el periodo supuso el intento más ambicioso de democratización del sistema político español en el siglo XIX.

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