Periodos Clave de la Historia de España: 1814-1939

Periodos Clave de la Historia de España

La Guerra Civil Española: Análisis de una Fuente Cartográfica

Esta es una fuente secundaria, ya que no es coetánea a los hechos, y cartográfica, porque es un mapa que representa los territorios conquistados durante la primera fase de la Guerra Civil, Agosto – Septiembre de 1936. Tiene una temática militar y política.

En la leyenda se observa cómo la zona azul (zona nacionalista) avanza por el noroeste de la Península, la zona verde representa los avances del bando nacionalista hacia Madrid y el sur, y por último, cómo la zona roja (zona republicana) controlaba el sureste y el noreste de la Península.

Contexto

El 17 de julio de 1936 se inicia un alzamiento militar contra la Segunda República coordinado por el general Mola con origen en Marruecos.

Durante la Guerra Civil hubo una división en dos bandos en España:

  • La zona Nacional dominó las principales áreas agrarias y mineras, contó con el apoyo de la mayoría de los oficiales del ejército y de las potencias fascistas, Italia y Alemania.
  • La zona Republicana controló las principales zonas industriales, tuvo el respaldo de la Guardia de Asalto, la Marina y la Aviación, así como de la Unión Soviética y las Brigadas Internacionales.

Fases de la Guerra Civil

Primera Fase (Julio 1936 – Marzo 1937)

El objetivo inicial de los sublevados era la toma de Madrid, pero Franco desvió tropas para liberar el Alcázar de Toledo, lo que retrasó el avance.

En noviembre comenzó la batalla de Madrid, donde la resistencia republicana, con el lema «¡No pasarán!», impidió la conquista de la capital tras las batallas del Jarama y Guadalajara.

Segunda Fase (Abril de 1937 – Noviembre de 1938)

El bando nacionalista lanzó la campaña del Norte, con el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor alemana, en abril de 1937.

En 1938, Franco llevó a cabo la campaña del Mediterráneo, aislando Cataluña. En respuesta, la República lanzó la batalla del Ebro, que terminó en una derrota casi definitiva.

Tercera Fase (Diciembre de 1938 – Marzo de 1939)

En enero de 1939, las tropas franquistas tomaron Barcelona y Madrid quedó como último bastión republicano. En marzo, el coronel Casado lideró un golpe interno contra el gobierno republicano para negociar la rendición. El 1 de abril de 1939, Franco declaró el fin de la guerra.

El Reinado de Isabel II: El Estado Liberal (1844-1868)

Tras el pronunciamiento militar de Narváez, comenzó el reinado efectivo de Isabel II. A lo largo de estos años se consolidaría en España el modelo de Estado Liberal.

La Década Moderada (1844-1854)

En las elecciones de 1844, los moderados consiguieron una amplia mayoría y el general Narváez formó un nuevo gobierno. Comenzó así la denominada Década Moderada (1844-1854).

En 1845, las Cortes aprobaron una nueva Constitución caracterizada por la soberanía compartida, el reconocimiento de ciertos derechos individuales (expresión, igualdad ante la ley y propiedad) y el establecimiento de un modelo de Estado confesional.

En cuanto a la estructura orgánica, el poder ejecutivo recaía en la Corona, el poder legislativo se repartía entre la Corona y las Cortes bicamerales (Senado y Congreso) y el judicial en los tribunales de Justicia. La Ley Electoral de 1846 determinó un sufragio censitario restringido al 1% de la población. Solo tenían derecho al voto los grandes contribuyentes.

Los gobiernos moderados destacaron por su conservadurismo y afán centralizador. En este sentido, debemos subrayar:

  • La promulgación de un nuevo Código Civil y Penal.
  • El proyecto de unificación fiscal (Ley Mon).
  • El proyecto de centralización política que establecía la designación por parte del Gobierno de los gobernadores civiles en las provincias y de los alcaldes en los municipios.

El Cuerpo de la Guardia Civil fue creado en 1844 y también durante esta etapa se estableció el Concordato con la Iglesia (1851). A cambio de reconocer el régimen isabelino, la Iglesia obtenía el sostenimiento económico por el Estado y el reforzamiento de su influencia.

Al calor de la oleada revolucionaria liberal desarrollada en Europa en 1848 («la primavera de los pueblos»), surgió en España en 1849 el Partido Demócrata, que reclamaba el sufragio universal masculino y la soberanía nacional. Ese mismo año finalizó la Segunda Guerra Carlista, que había surgido tres años antes con las reivindicaciones al trono del conde de Montemolín, hijo de Carlos María Isidro.

La deriva autoritaria del régimen moderado, la crisis económica y los escándalos financieros de la camarilla que rodeaba a Isabel II precipitaron el levantamiento de progresistas, demócratas, republicanos y algunos sectores del moderantismo. La acción se inició en Vicálvaro en junio de 1854 con el pronunciamiento del general O’Donnell (la Vicalvarada).

El Bienio Progresista (1854-1856)

La publicación del Manifiesto de Manzanares, que exigía una profunda «regeneración liberal», desencadenó la formación de juntas revolucionarias. Se inició de esta manera el segundo periodo del reinado, denominado Bienio Progresista (1854-1856). Isabel II se vio obligada a formar un nuevo gobierno presidido por el general Espartero.

La alianza entre progresistas «tibios» y moderados «avanzados» condujo a la creación de un nuevo partido denominado Unión Liberal (fundado por O’Donnell en 1854). La Unión Liberal defendió la soberanía compartida y el centralismo en términos ideológicos. Las Cortes redactaron una nueva Constitución (1856) que no llegó a promulgarse (la «non nata»).

El gobierno progresista impulsó importantes reformas que dieron lugar a una etapa de desarrollo económico prolongada hasta 1866.

  • Las Cortes aprobaron una nueva Ley de Desamortización civil y eclesiástica (1855), obra de Pascual Madoz, que afectó especialmente a los bienes de los ayuntamientos.
  • También se aprobó la Ley General de Ferrocarriles (1855), que regulaba e incentivaba la construcción de vías ferroviarias y ofrecía amplias ventajas a las empresas que intervinieran en su construcción.
  • La Ley de Bancos y Sociedades de Crédito (1856) fue fundamental para organizar un sistema bancario moderno. Se creó el Banco de España (antiguo Banco de San Fernando), único con capacidad para emitir moneda.

A pesar de todas las reformas, el gobierno tuvo que afrontar graves problemas sociales: crisis de subsistencia, epidemias de cólera y una profunda conflictividad obrera. El gobierno de Espartero cada vez estaba más debilitado y en 1856 llegó el final del Bienio Progresista.

La Vuelta al Moderantismo y el Final del Reinado (1856-1868)

En octubre de ese mismo año se inició la tercera etapa del reinado, marcada por la vuelta al moderantismo (1856-1868). Isabel II nombró nuevo presidente de gobierno al moderado Ramón María Narváez (1856-1858), quien trató de volver a la situación anterior a 1854. Para disminuir el analfabetismo en España, se aprobó la Ley de Instrucción Pública del ministro Moyano (1857), la primera gran ley educativa de España.

En 1858, Narváez fue destituido por la reina, que volvió a nombrar presidente a O’Donnell (1858-1863). Las elecciones de 1858 ratificaron la mayoría unionista y permitieron una pequeña participación de la oposición.

O’Donnell liberalizó la Constitución de 1845 al disminuir el control de la prensa, aumentar la autonomía de los ayuntamientos y reforzar el poder judicial. Además, continuó la expansión del ferrocarril, reanudó la desamortización civil y aumentó la inversión en obras públicas.

En cuanto a la política exterior, España participó en operaciones militares que pretendían rehacer su imagen como potencia colonial. Lo más significativo fue la Guerra de Marruecos (1859-1860). La Paz de Wad-Ras permitió la ocupación de Ifni y la ampliación de Ceuta.

Estos éxitos no pudieron esconder el desgaste del gobierno. Desde 1863 hasta 1868 se alternaron en el poder los moderados Narváez y González Bravo. La radicalización del autoritarismo desde 1863 y el fuerte intervencionismo de la reina acabaron por desnaturalizar el sistema liberal y provocar una gran inestabilidad gubernamental.

Los progresistas, demócratas y republicanos responsabilizaron a Isabel II de su exclusión y del mal funcionamiento de las instituciones. En agosto de 1866, progresistas (Prim) y demócratas (Martos) firmaron el Pacto de Ostende (Bélgica), por el que se comprometían a acabar con la monarquía de Isabel II y a la convocatoria de Cortes Constituyentes. Tras la muerte de O’Donnell en 1867, los unionistas de la Unión Liberal, ahora bajo la dirección del general Serrano, se unieron al Pacto.

En septiembre de 1868, con la sublevación del almirante Topete en Cádiz, se inició una revolución denominada «La Gloriosa«, que provocó la caída de Isabel II y el inicio del Sexenio Democrático.

El Reinado de Fernando VII y la Cuestión Sucesoria (1814-1833)

En diciembre de 1813, Napoleón devolvió el trono a Fernando VII mediante el Tratado de Valençay. Al regresar a España en enero de 1814, el rey recibió el Manifiesto de los Persas, en el que 69 diputados absolutistas le instaban a restaurar la monarquía absoluta.

El Sexenio Absolutista (1814-1820)

En mayo de 1814, Fernando VII promulgó el Decreto de Valencia, anulando la Constitución de Cádiz de 1812 e iniciando el Sexenio Absolutista (1814-1820). Restauró el absolutismo, la Inquisición y persiguió a los liberales, muchos de los cuales se exiliaron o se unieron a sociedades secretas conspirativas.

Incapaz de resolver la crisis hacendística y la emancipación americana, surgieron pronunciamientos militares liberales. Tras varios fracasos (Espoz y Mina, Porlier), triunfó el de Rafael Riego en Cabezas de San Juan (1820).

El Trienio Liberal (1820-1823)

Así comenzó el Trienio Liberal (1820-1823), durante el cual Fernando VII juró la Constitución de 1812. Las Cortes, con mayoría liberal, emprendieron reformas como la abolición de la Inquisición, los señoríos jurisdiccionales, los mayorazgos, los gremios, una reforma eclesiástica con desamortización y un nuevo Código Penal.

El Trienio tuvo dificultades: divisiones entre liberales moderados (doceañistas) y exaltados (veinteañistas), la oposición realista (sublevación de la Guardia Real en 1822 y Regencia de Urgel), el veto del rey y el descontento campesino.

En 1822, los absolutistas pidieron ayuda a la Santa Alianza, que mediante el Tratado de Verona envió a los Cien Mil Hijos de San Luis, dirigidos por el duque de Angulema, que derrotaron a Riego en la batalla de Jódar.

La Década Ominosa (1823-1833)

Se inició la Década Absolutista u Ominosa (1823-1833). El rey anuló todas las medidas del Trienio, restauró el Antiguo Régimen (excepto la Inquisición) y creó el Cuerpo de Voluntarios Realistas. Se intensificó la represión: cárcel, exilio (como Goya) y fusilamientos (como Torrijos).

Surgieron tensiones con los ultrarrealistas o apostólicos, liderados por Carlos María Isidro, que protagonizaron en 1827 la revuelta de los agraviados o malcontents en Cataluña.

El absolutismo reformista estuvo liderado por López Ballesteros, ministro de Hacienda, que creó la Bolsa de Madrid, el Código de Comercio, el Banco de San Fernando y el Conservatorio de Artes.

La Cuestión Sucesoria

En 1830, Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, anulando la Ley Sálica de Felipe V y permitiendo reinar a su hija Isabel. Esto provocó el rechazo de los absolutistas, que apoyaban a Carlos María Isidro. Fernando buscó el apoyo de los liberales moderados, nombrando primer ministro a Cea Bermúdez.

Tras la muerte del rey en 1833, las Cortes proclamaron reina a Isabel II y regente a María Cristina de Borbón, su madre. Carlos María Isidro, con apoyo de los carlistas, se autoproclamó rey legítimo con el Manifiesto de Abrantes, lo que dio inicio a la Primera Guerra Carlista (1833-1840).

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