Evolución Política de España en el Siglo XIX: Absolutismo, Liberalismo y Democracia

SEPT 2007 / JUN 2011

Nos encontramos ante tres documentos de carácter político que desarrollan los tres sistemas políticos diferentes en la España del siglo XIX: desde el absolutismo más restringido, pasando por el liberalismo (moderado y progresista), hasta la democracia, donde el poder residía en el pueblo.

El Reinado de Fernando VII: Absolutismo y Liberalismo

El Retorno del Absolutismo (1814-1820)

Tras firmar el Tratado de Valençay en diciembre de 1813, donde Napoleón devolvió la Corona de España a Fernando VII, este regresó a España a comienzos de 1814. Los liberales desconfiaban de la manera en que tomaría las riendas el monarca, ya que pretendían que aceptase el nuevo orden constitucional. Para ello, dispusieron que viajara directamente a Madrid para jurar la Constitución de Cádiz de 1812 y aceptara el nuevo marco político que esta proponía. Esta Constitución, de carácter liberal progresista, recogía la soberanía nacional, la separación de poderes (ejecutivo en el rey, legislativo en las Cortes unicamerales junto al rey, y judicial en los tribunales), el sufragio universal masculino indirecto, además de una serie de libertades individuales. También conocida como «La Pepa», fue promulgada el 19 de marzo y estuvo vigente cinco años no consecutivos.

A su regreso, Fernando VII se encontró a las puertas de Valencia con un grupo de 69 diputados, partidarios del Antiguo Régimen (A.R.), que le entregaron el llamado «Manifiesto de los Persas», al que hace alusión el documento uno. Este manifiesto rechazaba rotundamente la legislación gaditana y, además de hacer una defensa del absolutismo, pedía al monarca que «estime siempre y sin valor esa Constitución de Cádiz» porque consideraban esas leyes «leyes de incalculables y trascendentes perjuicios».

Mediante el Real Decreto del 4 de mayo, Fernando VII derogó toda la obra de las Cortes de Cádiz y restableció las instituciones del Antiguo Régimen; es decir, el poder absoluto del monarca, la Inquisición, los señoríos jurisdiccionales y los privilegios fiscales de la nobleza y el clero.

El retorno del absolutismo provocó una escasa oposición en las masas populares, pues identificaban las reformas liberales como agresiones a la religión y a las costumbres tradicionales. Por su parte, los liberales recurrieron al pronunciamiento para obligar al rey a restablecer el sistema liberal.

El Trienio Constitucional (1820-1823) y la Década Ominosa (1823-1833)

El absolutismo se mantuvo a lo largo de casi todo el reinado de Fernando VII (1814-1833). Sin embargo, el pronunciamiento del coronel Riego en Sevilla en 1820, obligó a Fernando VII a reponer la obra gaditana en lo que se conoce como Trienio Constitucional. La entrada de los Cien Mil Hijos de San Luis, al mando del Duque de Angulema en 1823, supuso el retorno del absolutismo hasta la muerte del rey en 1833. Con la muerte del rey, los liberales vieron la oportunidad para recuperar el poder, tomando partido del bando isabelino en las guerras carlistas, pidiendo con ello el trono para la hija de Fernando VII, Isabel II.

La Consolidación del Liberalismo: El Reinado de Isabel II (1833-1868)

El reinado de Isabel II (1833-1868) supuso la consolidación del sistema político liberal en nuestro país. El liberalismo era la corriente ideológica que defendía la igualdad ante la ley, el concepto de soberanía, la existencia de una Constitución y el sufragio. Sin embargo, no es una corriente homogénea, sino que dentro de ella se encuentran dos grupos bien diferenciados: los progresistas y los moderados (estos últimos, partidarios de cambios menos revolucionarios, se autodefinían como «personas del orden»).

El Liberalismo Moderado

Los moderados gobernaron durante la mayor parte del reinado de Isabel II. Los principios del moderantismo aparecen recogidos en la Constitución de 1845 (la más moderada de nuestra historia), entre los que podemos destacar:

  • La confesionalidad católica del Estado.
  • La supremacía política de la Corona.
  • La restricción de las libertades individuales.
  • La soberanía compartida.
  • El sufragio censitario, al que hace alusión el documento dos, donde el líder del partido moderado Francisco Pacheco lo defiende con el argumento de que «las ínfimas clases de cualquier país deben estar privadas de él, pues no podrían ejercerlo convenientemente».

El Liberalismo Progresista

Al contrario que los moderados, los progresistas no contaron con el apoyo de la Corona y solo pudieron formar gobierno cuando fueron apoyados por algún pronunciamiento militar (como el de Vicálvaro en 1854). Entre su ideología destacamos:

  • La soberanía nacional.
  • Cierta tolerancia religiosa.
  • Sufragio censitario menos estricto.
  • Amplia declaración de los derechos del ciudadano.

Republicanos y Demócratas

Al margen del sistema político isabelino quedaron los republicanos y los demócratas. En 1866, ambos firmaron en Ostende una alianza con la finalidad de derrocar a Isabel II y establecer un nuevo orden elegido por Cortes Constituyentes mediante sufragio universal.

El Sexenio Democrático (1868-1874) y la Restauración

La Revolución Gloriosa y el Gobierno Provisional

En 1868 se llevó a cabo una sublevación triunfante por parte del almirante Topete que significó la caída de la dinastía borbónica y el inicio del Sexenio Democrático, obligando a Isabel II a abandonar España (tras la batalla de Alcolea). Se formó así un Gobierno Provisional, presidido por el general Serrano, que promulgó una serie de decretos para satisfacer las demandas populares. Se formaron unas Juntas Revolucionarias en Cádiz con el grito de «España con honra» y en Valencia con el de «Abajo los Borbones», como nos indican en el documento cuatro, que proclama los principios que serían tomados posteriormente en la Constitución de 1869 por la comisión creada por las Cortes Constituyentes.

La Constitución de 1869 y la Monarquía de Amadeo I

Esta fue la primera Constitución democrática de nuestra historia y recogía los principios de:

  • Sufragio universal.
  • Libertad de culto.
  • Descentralización administrativa del Estado.
  • La libre asociación y reunión.
  • La soberanía nacional con su respectiva separación de poderes.

Esta Constitución era monárquica, por lo que Prim se encargó de buscar a un nuevo rey, obteniendo como resultado a Amadeo de Saboya, quien por falta de apoyo renunció al trono en 1873.

La Primera República y el Fin del Sexenio

Tras su renuncia, el Congreso y el Senado formaron una Asamblea Nacional y proclamaron la Primera República, que duró un año escaso, con una sucesión de cuatro presidentes. Terminó con un Golpe de Estado del general Pavía en 1874, restableciendo la dinastía borbónica en el trono y tomando como futuro rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II.

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