La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930): Auge y Caída de un Régimen Autoritario

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

El Directorio Militar (1923-1925)

Tras el golpe de estado de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera instauró una dictadura en España. El Directorio Militar, que gobernó entre 1923 y 1925, se caracterizó por la suspensión de la Constitución de 1876 y las garantías constitucionales. Se disolvieron las Cortes, se implantó la censura de prensa y se prohibió la actividad de partidos políticos y sindicatos.

El régimen impuso el orden público con dureza, especialmente contra la CNT y el PCE. Se reprimió cualquier manifestación nacionalista, tachada de separatista, y se prohibió el uso del catalán en el ámbito oficial. Los gobernadores civiles fueron sustituidos por militares, se disolvieron los ayuntamientos y se reemplazaron por juntas de vocales afines al régimen.

A pesar de su carácter autoritario, el Directorio Militar implementó algunas reformas administrativas. La aprobación del Estatuto Municipal (1924) dio paso a una administración más centralizada. En Cataluña, el Estatuto Provincial (1925) eliminó la Mancomunidad, lo que a la larga potenció el nacionalismo radical.

Consciente de la impopularidad de la Guerra de Marruecos, Primo de Rivera asumió el cargo de Alto Comisario en Marruecos en 1925. Ese mismo año, España y Francia acordaron una ofensiva militar conjunta que culminó con el desembarco de Alhucemas, un éxito rotundo que permitió someter al Protectorado un año después.

El Directorio Civil (1925-1930)

En 1925, Primo de Rivera reemplazó el Directorio Militar por un gobierno civil, dando inicio a la segunda fase de la dictadura. Este nuevo periodo se inspiró en las dictaduras autoritarias y el corporativismo en auge en Europa.

Se impulsó la formación de Unión Patriótica (1924), un partido único que actuó como instrumento de propaganda del régimen. En 1926 se convocó la Asamblea Nacional Consultiva, un órgano sin poder real encargado de elaborar una nueva constitución.

La dictadura se benefició de la coyuntura económica favorable de los años 20. Su política económica se basó en el intervencionismo estatal y el nacionalismo económico. Se implementaron aranceles proteccionistas y se concedieron ayudas a grandes empresas, creando monopolios estatales.

El fomento de obras públicas fue otro pilar del régimen. En 1926 se crearon las Confederaciones Hidrográficas para el aprovechamiento de los ríos. La conflictividad social se mantuvo baja gracias a la represión, una amplia política social y una legislación laboral inspirada en el corporativismo, que buscaba la integración de organizaciones obreras moderadas.

Creciente Oposición y Final de la Dictadura

A partir de 1926, la dictadura comenzó a perder apoyos. El primer intento serio de derrocar al régimen fue la Sanjuanada (junio de 1926), un levantamiento militar encabezado por oficiales descontentos y apoyado por algunos sectores republicanos.

Ese mismo año estalló un conflicto con el cuerpo de artillería a raíz de una norma que modificaba el sistema de ascensos. La oposición de los artilleros forzó a Primo de Rivera a disolver el cuerpo, lo que aumentó el descontento dentro del ejército.

En el ámbito político, surgieron nuevos grupos opositores. En 1926 se formó la Alianza Republicana, integrada por Acción Republicana de Manuel Azaña y el Partido Radical de Alejandro Lerroux. También se fundó la Derecha Liberal Republicana, una alternativa conservadora y católica al régimen.

El movimiento estudiantil también se movilizó contra la dictadura, protagonizando manifestaciones y protestas. En 1929 se creó la Federación Universitaria Española (FUE). En Cataluña, los partidos de izquierda se unieron en Esquerra Republicana de Catalunya (1931). En Galicia, nacionalistas y regionalistas formaron la Organización Republicana Gallega Autónoma (1929).

La CNT, debilitada por la represión, se radicalizó. En 1927, los sectores más proclives a la insurrección revolucionaria se escindieron para formar la Federación Anarquista Ibérica (FAI).

Sin apoyos internos y con una creciente oposición, Primo de Rivera presentó su dimisión al rey Alfonso XIII en enero de 1930. La dictadura había llegado a su fin, dejando tras de sí un país polarizado y al borde de una nueva etapa histórica.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *