Transformación de España: De la Constitución de 1812 a la Década Ominosa

Obra Legislativa de las Cortes: La Abolición del Antiguo Régimen

Tras la aprobación de la Constitución de 1812, las Cortes emprendieron una extensa obra legislativa con el objetivo de erradicar el Antiguo Régimen y sus privilegios, marcando la transición hacia un Estado liberal. Esta labor se tradujo en diversas leyes y decretos, entre los que destacan:

Medidas Clave

  • Supresión de Señoríos Jurisdiccionales: Se eliminaron los derechos de los señores para ejercer justicia, aunque retuvieron la posesión de la tierra sin perjudicar a los campesinos.
  • Eliminación del Mayorazgo: Se abolió la institución del mayorazgo, que perpetuaba la concentración de tierras y bienes en una sola línea sucesoria.
  • Desamortización de Tierras Comunales: Se anunció la desamortización de tierras comunales, destinándolas al uso de los ayuntamientos para recaudar fondos que financiaran la deuda pública.
  • Derogación de Gremios: Se derogaron los gremios, abriendo paso a una economía libre que favorecía a la burguesía y al capitalismo.
  • Abolición de la Inquisición: Se votó la abolición de la Inquisición, marcando un hito en la libertad religiosa.
  • Libertad de Imprenta: Se estableció la libertad de imprenta, fomentando la difusión de ideas y opiniones.
  • Ordenación Territorial y Centralización: Se plasmó la idea de un Estado unitario, priorizando los derechos de los españoles sobre las históricas divisiones de los reinos. Aunque se intentó reemplazar los antiguos reinos con una nueva división provincial inspirada en los departamentos franceses, esto no se concretó.

Aunque esta obra legislativa sentó las bases para la modernización de España, el conflicto bélico y el regreso de Fernando VII al trono supusieron el fin del experimento liberal. A pesar de su limitada aplicación práctica en ese momento, la Constitución de 1812 persistió como una influencia significativa, sirviendo de inspiración para futuros intentos constitucionales en España y marcando un progreso significativo respecto al absolutismo, a pesar de las críticas sobre su carácter burgués.

El Reinado de Fernando VII

La Restauración del Absolutismo (1814-1820)

En marzo de 1814, el regreso de Fernando VII a España no cumplió las expectativas de acatar la Constitución de 1812. Amparado por las demandas de los absolutistas en el «Manifiesto de los Persas,» restableció el Antiguo Régimen, anuló la Constitución de Cádiz y persiguió a liberales y afrancesados, muchos de los cuales fueron ejecutados o se vieron obligados a exiliarse. Fernando VII rechazó cualquier intento de emprender reformas, ya fueran de índole social o en la Hacienda. La guerra contra las colonias emancipadas demandó recursos extraordinarios, interrumpiendo los flujos monetarios de América. A pesar de estos desafíos, la sociedad había experimentado cambios significativos: campesinos resistieron el pago de ciertas rentas, los propietarios desamortizados buscaban mantener sus posesiones y en las ciudades, la pequeña burguesía y artesanos expresaban un fuerte malestar. Estos factores propiciaron los pronunciamientos militares como medio para alcanzar el poder, aunque estos intentos fracasaron y fueron severamente reprimidos.

El Trienio Liberal (1820-1823)

En 1820, el coronel Rafael Riego lideró un pronunciamiento exitoso. El rey se vio obligado a aceptar la Constitución de 1812 y se formó un nuevo gobierno, permitiendo el retorno de liberales y afrancesados. Se convocaron elecciones, ganadas por los liberales, y las nuevas Cortes iniciaron una ambiciosa agenda reformista: libertad de imprenta, asociación y reunión. Se abolió el Antiguo Régimen, eliminando señoríos jurisdiccionales y mayorazgos, suprimiendo conventos y desamortizando tierras del clero regular. Además, se llevaron a cabo reformas fiscales, eliminación de gremios y se promovió la libertad de industria. Se instauró la Milicia Nacional, se organizó el territorio en provincias y se promulgó un Código Penal. Sin embargo, estas reformas generaron tensiones entre campesinos, liberales moderados y exaltados.

La Década Ominosa (1823-1833)

El retorno al absolutismo en 1823 se caracterizó por una fuerte represión de la oposición y intentos infructuosos de insurrecciones liberales. En el ámbito político, la monarquía optó por el inmovilismo y se produjo la pérdida de las colonias americanas. Fernando VII buscó la colaboración de la burguesía moderada, pero los sectores tradicionalistas expresaron descontento. La cuestión sucesoria también desencadenó tensiones, ya que el rey introdujo la Pragmática Sanción para permitir que su hija Isabel accediera al trono, derogando la Ley Sálica. Los más conservadores, liderados por Carlos María Isidro, promovieron la ilegitimidad de Isabel, desencadenando la primera guerra carlista en 1833. Esta década ominosa concluyó en 1840, dando inicio a la regencia del general liberal Espartero.

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